Hace 365 días contábamos en estas líneas cómo había sido el año 2014 para el Estudiantes. Hablábamos de cambios, de idas y venidas, de altibajos en general. Poco ha variado desde entonces. El año que le siguió, es decir, éste que termina, ha transcurrido por un camino parecido. Del buen juego del final de la pasada temporada, a un verano intenso y un inicio de temporada horrible, peligrosamente parecido al del año del descenso.

Sucede todas las temporadas lo mismo: los múltiples cambios en la plantilla, la poca continuidad de jugadores clave, y una política de fichajes bastante fallona provoca que Estudiantes no se aclare. Ni en filosofía, ni en línea de juego, ni en objetivos: "¿Copa-playoffs o salvación?" es la pregunta del millón cada septiembre en Serrano. Y, debido a los males mencionados, siempre se regula por lo bajo, y la LEB acecha todos los años. Éste no es menos, al menos de momento.

El efecto Movistar-Aradori y salvación sin angustia 

Siguiendo la línea del tiempo, Estudiantes empezaba 2014 de manera brillante. Qué tiempos aquellos en los que el Palacio era un fortín para los rivales. Qué lejos queda. Allí cayeron Barcelona y Real Madrid, nada menos.

El club, además de las victorias como local, presentó al patrocinador actual, Movistar, que llegaba con un regalo bajo el brazo: Pietro Aradori. El italiano fue el fichaje estrella-¡y salió bien!- del año pasado. Con su contribución se ganó el cariño de la grada y, lo más importante, guió a una plantilla lejos del descenso por primera vez desde hacía tiempo. Estudiantes se salvó sin sufrir, aunque el mal bagaje como visitante lastraba sus aspiraciones de estar entre los ocho primeros de la Liga Endesa.

Además de Aradori, sobresalieron jugadores como Nacho Martín -indiscutible en la pintura- o Xavi Rabaseda. Su compromiso y profesionalidad le convirtieron en todo un héroe de la Demencia. En el Estu, el ex del Barça recuperó una de sus mejores versiones como jugador, lo que le valió para ser incluido en la primera lista de Scariolo para el Europeo.

Con la grada divirtiéndose y la permanencia asegurada, se permitió un desafío a la historia más puramente estadística. Lo recordaran: Salgado estuvo cerca del récord histórico de tiros libres anotados, con más de año y pico sin errar desde la personal. Fue la anécdota numérica que cerró una temporada a la que le faltó algunos partidos más para que el Estudiantes hubiera regresado entre los mejores. La tendencia, por tanto, era ascendente. Y el optimismo renovado para el curso siguiente. Con los pies en el presente, un espejismo más.

Verano laboral y pretemporada ilusionante

En vacaciones, Nacho Martín fabricó la banda sonora, mientras la dirección deportiva debía de hacer frente a otro verano ajetreado. Una vez más, no se pudo retener a jugadores clave, que abandonaron el club: la salida de Aradori era esperada, pero no tanto las de Simpson o Rabaseda. Tocaba, de nuevo, rehacer la plantilla desde cero.

A diferencia de otros estíos, el arquitecto también varió: Txus Vidorreta dejaba de ser entrenador de Estudiantes y, tras varias semanas de dabete, le sustituyó Diego Ocampo. El club apostaba de manera directa por un entrenador de formación como un guiño a la cantera. Sin embargo, solo firmaba por un año. Curiosa contradicción para empezar un protecto nuevo. En definitiva, la duración del contrato denotaba una confianza hacia el entrenador nada halagüeña; una base inestable que no prometía nada bueno.

Ese fue el primer desliz de un verano movido. La dirección deportiva no se decidía, y cuando lo hacía algunas de sus contrataciones ni siquiera llegaban a aterizar en Madrid.

Aun así, la llegada de Ocampo sí permitió una mayor importancia a la cantera, con la renovación de Jaime Fernández incluida. El base, primer capitán de la plantilla, adquiría galones de general. Éstos se empezaron a vislumbrar en pretemporada, donde el Estudiantes rindió a un nivel más que aceptable con el memorable partido ante el Khimki como punto fuerte. La afición se empezaba a ilusionar como cada septiembre. Por desgracia, el final del sueño también terminaría siendo duro.

Reaparecen viejos fantasmas

Lo mejor -hasta ahora- de la temporada fue el detalle solidario que tuvo el club en el primer partido ante el Baskonia con los refugiados. En el plano deportivo, el equipo no arrancaba y las buena sensaciones de la pretemporada se fueron diluyendo poco a poco.

Buena parte de culpa la tuvieron los nuevos fichajes. A saber: Graham no fue el tirador que se buscaba (cortado), Stimac huyó de vuelta a su país dejando al Estu huérfano en la pintura, Brandon Thomas, que aún sigue en la plantilla aunque no juega, solo aporta, y poco, en defensa, y Tony Mitchell, que llegó como gran fichaje, ha sido todo un fraude y no ha renovado. En total, cuatro jugadores que no han rendido al nivel esperado. Eduardo Pascual, director deportivo, algo tendrá de culpa en todo ello.

En definitiva, no había semana en la que el Estudiantes no sufriera un cambio contractual. La llegada de Xavi Rey tampoco hizo despegar al equipo, hundido ya en las posiciones rojas de la tabla. Además, el BarclayCard Center había dejado de ser el pabellón inexpugnable de la temporada anterior: ahora las (pocas) victorias llegaban lejos de la capital (Tenerife y Bilbao).

Especialmente dura fue la derrota ante un rival directo como el CAI Zaragoza, en ese imborrable partido con doble prórroga. El guión no adivinaba un final feliz.

El 'Big-three' del Ramiro

Los abonados de Movistar Estudiantes han tenido que esperar al último partido del año para ver a su equipo lograr la primera victoria en el Palacio. Fue la mejor actuación de la temporada del club colegial, que arrasó al Baloncesto Sevilla de Casimiro. Su colega Diego Ocampo pasará el fin de año siendo, aún, entrenador del Estudiantes.

Deberá dar gracias, sin lugar a dudas, a la rama más exclusiva del club: la cantera. Es la noticia más positiva del 2015, el contrapunto a todas las demás. El Estu vuelve a ser un equipo de canteranos con galones en el primer equipo. Al ya 'veterano' Jaime Fernández se han unido la explosión de Juancho Hernangómez y la aparición de Darío Brizuela. Los dos distintos, pero con la misma energía e ilusión. Incluso Vicedo gozará de más minutos gracias a su gran partido ante el Sevilla.

El caso de Juancho es interesante. El mediano de los Hernangómez llevaba años apuntando maneras, pero fue este verano cuando se confirmó como jugador determinante. Con el MVP del Europeo sub20 bajo el brazo, Juancho ha visto aumentado su protagonismo en la primera plantilla del Estu. Tanto que es el nacional más valorado de la Liga (sexto en la general) con 16,2 por partido, y quinto en rebotes con 7 por encuentro. Normal que esté llamando la atención en el otro lado del Atlántico. Acaba contrato este verano, no le dejemos escapar.

Y la última sensación por Serrano es Darío Brizuela. Por sorpresa, la mamba vasca ha adquirido, por momentos, el cartel de jugador franquicia, jugándose los balones calientes y con un descaro fantástico. Un amor por los colores desatado en un momento de rabia en los vestuarios del Palacio, tras la enésima derrota de su equipo. Precisamente tras ese ataque de sinceridad extrema, la plantilla se conjuró y comenzaron a llegar mejores noticias.

Lo que deparará el futuro no lo sabe nadie. Eso sí, sí la directiva acierta con los fichajes-que los habrá-, veteranos como Javi Salgado, -líder ACB en asistencias-, Nacho Martín y Xavi Rey hacen piña, y los canteranos siguen al nivel actual, los apuros por el descenso pasarán rápido. Movistar Estudiantes no tiene plantilla para estar donde está. Jugadores, afición y directiva lo saben. Solo falta que haya continuidad y confiaza entre todos.