Un clásico siempre es un clásico, y se juegue entre semana, en domingo, o a las 12 del mediodía, Real Madrid y FC Barcelona no decepcionan en un partido de este calibre. El, quizás, mejor partido de la jornada europea, empezaba con altas expectativas. Desde la línea de triple, blancos y azulgranas mantenían el ritmo anotador en una alta exigencia, y los puntos llegarían, a través de las segundas opciones, desde cerca del aro. Rudy Fernández, Gustavo Ayón, Ante Tomic y Justin Doellman destacaban como primeros protagonistas del encuentro.

Aun así, la efectividad del Barça desde lejos empezaba a bajar, errores que el Real Madrid aprovechaba para marcar la primera ventaja del partido, 15-5 tras cinco minutos de juego. El parcial de 10-0 que cerraba Rudy, con un 3 de 3 desde el triple, obligaría a Xavi Pascual a pedir tiempo muerto, para organizar el ataque de su equipo y pedir más trabajo defensivo a los suyos.

Rudy, efectivo y sólido

El alero mallorquín, que campaba a sus anchas por la pintura catalana, sería el hombre a seguir en los primeros compases. Jugando incisivos 1c1 y haciendo bailar a la defensa azulgrana, se convertía en la referencia anotadora blanca, que lo fiaba todo a su mejor hombre hasta el momento. El FC Barcelona, por su parte, no encontraba la clave correcta para sumar de manera cómoda. Hasta cinco balones perdería en el primer cuarto, lo que frenaba su proyección anotadora y les obligaba a buscar alternativas en ataque. El primer cuarto, que se resolvía de manera rápida, finalizaba con el 26-16 para los blancos, la mayor ventaja del equipo de Pablo Laso. Rudy (11 puntos y 18 de valoración), el mejor del partido, había castigado, a la perfección, el mal momento del FC Barcelona, desubicado en el Barclaycard Center.

Hasta ocho balones perdidos condenaban a un FC Barcelona que no daba con la clave para sumar en Madrid

Dos parejas más que interesantes se daban al principio del segundo cuarto: la formada por Jackson-Rivers, duelo de muñecas, y la compuesta por Chacho-Huertas, se daban cita en Madrid, pero con más efectividad para los blancos. El canario estaba dirigiendo a los suyos con un alto ritmo de juego, mientras que Huertas, acelerado, forzaba las pérdidas de balón al precipitarse en sus acciones. Las muñecas de los killers de uno y otro equipo tardarían en hacer acto de presencia.

A cinco minutos para el descanso llegaba el mejor momento para el FC Barcelona. Percutiendo en la pintura con Tomic y más seguro bajo los aros, recortaba diferencias. Ante esto, Laso daba entrada a Rudy, y volvía a marcharse con el +10 a favor. La necesidad de anotar del Barça se veía en sus jugadores exteriores, muy centrados en sumar desde lejos, pero sin acierto alguno (1 de 10 en triples). La clave para Pascual sería, pues, equilibrar el juego exterior con el interior: Tomic y Lampe le estaban dando muy buenos resultados, pero jugadores como Abrines y Mario Hezonja, inéditos hasta el momento, debían aparecer a tiempo.

SuperMario como revulsivo

Así sucedía, y es que Hezonja aportaba una marcha más al juego catalán. El Barça, a pesar de todo, seguía a remolque en el marcador por errores propios: malas definiciones, pases fallados y decisiones erróneas a la hora de elegir la manera de sumar le seguían dejando atrás en el electrónico. Tomic mantenía con vida al equipo de Pascual, pero la poca intensidad defensiva que ofrecía el equipo daba alas a un Real Madrid de dulce, con Llull y Rodríguez como máximos estandartes. Así, la primera mitad acababa con el 42-33 en el marcador. Las 10 pérdidas y el 1/12 en triples eran una losa demasiado pesada para los catalanes, que veían cómo el juego exterior blanco, comandado por Rudy y el Chacho (25 puntos entre ambos), les pasaba por encima.

El FC Barcelona saltaba a la cancha con las ideas más claras en ataque. El paso por los vestuarios parecía haberle aportado más lectura de juego, y es que en la pintura, penalizando la defensa sobre Tomic, Lampe se movía a la perfección y recibía los balones doblados por el croata. Además, los azulgrana se reconciliaban con el triple, y sumaba, de la mano de Jackson, Hezonja y Huertas, cuatro de los cinco intentados. A pesar de ceder un intercambio de puntos, se colocaba a siete, pero los balones perdidos volvían a penalizar sobremanera en los ataques catalanes.

El Barça se marcha del partido

La desconexión en defensa del Barça daba pie a que el Real Madrid corriera y sumara al contraataque, volviéndose a poner con una ventaja de diez puntos. Los de Pascual volvían a cometer los mismos errores que en la primera mitad: incapaces de romper la defensa blanca, que era activa y buscaba cerrarse ante los 1c1 desde fuera, no veían la manera de sumar y reducir diferencias. El tercer cuarto acabaría, pues, con el 66-53, la máxima renta para los blancos. El Barça, que parecía haber encontrado el camino para forzar la remontada y llegar con opciones al último cuarto, se había diluido por su falta de continuidad y errores en defensa que pesaban demasiado.

En el último cuarto, el Real Madrid le ganaría la partida a un FC Barcelona débil en todos los sentidos. Pasando por alto los errores que cometía a lo largo de todo el partido, el peor problema venía desde dentro del grupo. Con poca ambición, sin exigirse un nivel alto en defensa y superado por un Real Madrid que sumaba en cada acción, el equipo catalán se borraba, solo, del partido.

Hezonja sería el único jugador azulgrana que aportaba el carácter que el equipo necesitaba, pero haciendo la guerra por su cuenta, el talento del croata no era suficiente para dar la cara ante los blancos. El Madrid, a placer, parecía estar jugando solo, y el partido acababa con el 97-73 en el electrónico. El fantasma de Milán, en la pasada Final Four, sobrevolaba la capital, y el FC Barcelona, capaz de lo mejor y de lo peor, se complica su camino europeo al colocarse con un balance de 3-3.