Después de una actuación esplendorosa, rayando a un nivel tan alto que parecía imposible alcanzarse hasta el momento de su desarrollo, llega un inevitable bajón, una insalvable cuesta abajo después de coronar una montaña al límite de las capacidades físicas y emocionales. Como si uno se dejara llevar, disfrutando de la gloria conquistada sin preocuparse por lo que vendrá después de ello. Como si cuerpo y mente desconectaran y se marcharan por separado, necesitando alejarse el uno del otro durante un tiempo para recuperarse del trance vivido. En una situación así se encontraba Bostjan Nachbar al inicio de la presente campaña.

Tras el desastre de la Final Four de Milán de la pasada temporada, el vestuario culé se conjuró para ganar una Liga en la que todo el mundo daba como claro favorito al Real Madrid después de barrer al equipo blaugrana unas semanas antes en la máxima competición europea. El desenlace de aquella serie final nacional es ya conocido por todos y un buen pedazo del 18º título liguero culé lleva la firma del ala-pívot esloveno, quien desde el primer minuto redujo hasta prácticamente la nulidad al ahora NBA Nikola Mirotic. Con un recital defensivo ahogando a su par y un clínic de recursos ofensivos, bien yendo al poste o bien con lanzamientos de media larga/distancia, Nachbar puso la primera piedra de aquella victoria de autoridad en la que supuso su mejor actuación hasta la fecha como jugador blaugrana.

Un marcado desacierto en el tiro, la falta de tensión y chispa necesarias para acudir a tiempo a incomodar tiros del rival y cerrar el rebote, los problemas físicos para defender tanto a jugadores exteriores más rápidos como a jugadores con mayor presencia en la pintura y un juego interior repleto de efectivos de primer nivel. Todos estos factores provocaron que Nachbar no terminara de entrar en la dinámica de un equipo que volababa, siendo incapaz de aprovechar los minutos en pista y viendo como tanto Justin Doellman como Macej Lampe le pasaban por delante en la rotación interior.

Viendo esta situación, muchos eran los críticos que daban por perdido al veterano jugador, empezando a asimilar que a su avanzada edad no iba a ser capaz de aportar nada a la máquina culé. Sin embargo, cuando los necios preparan entierros, los genios surgen con toda su fuerza. De este modo, y haciendo gala de un continuo trabajo diario que acompañe a su indudable calidad, Nachbar consiguió que fuera cuestión de tiempo que talento, esfuerzo y resultados volvieran a relucir, saliendo juntos de la mano en el día a día y dejando asomar la punta del enorme y fantástico iceberg baloncestístico que es. Así ha ocurrido con Bostjan Nachbar, que a base de triples ha ido recordando a aquel jugador que el año pasado acabó ganándose la titularidad a base de un rendimiento excepcional y que ahora, en el ecuador del top-16 y a escasas horas de que comience una nueva edición de la Copa del Rey, llama a la puerta de Xavi Pascual en uno de los momentos más importantes de la temporada.

Con el ala-pívot natural de Slovenj Gradec en plena escalada de nuevo hacia lo más alto de la montaña, el FCBarcelona suma bastante más que un simple jugador adicional en sus esquemas. Su magnífica muñeca con un inabarcable rango de tiro, su capacidad de generar un óptimo espaciado ofensivo abriendo el campo, su aportación al rebote y su determinación tanto en ataque como en defensa asumiendo galones en momentos donde el balón quema y los nervios salen a relucir, dan buena fe de que el jugador esloveno es mucho más que otro dorsal en la plantilla blaugrana. La primera prueba en su recuperación comienza este fin de semana, donde la siempre exigente Copa del Rey pondrá a prueba el penúltimo ascenso de Nachbar  como jugador blaugrana.

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Sobre el autor
David González
NBA y FCBarcelona Basket.