Un verano de exhausta planificación y siete meses de competición que serán juzgados y (des)aprovechados en un único partido. Ésta es la situación en la que se encuentra el FC Barcelona, que se enfrentará mañana en El Pireo a su examen más importante de lo que llevamos de curso. Y no será nada fácil salir airosos de tan complicada situación. El ambiente griego que tanto condiciona a los árbitros unido a la irregularidad que arrastra el equipo de Xavi Pascual harán del duelo de mañana un auténtico cara o cruz. La pregunta que se hace todo el mundo llegados a este punto es clara: ¿es capaz el equipo blaugrana de decantar la balanza a su favor?

Si uno mira la plantilla culé puede llegar a pensar que la duda ofende. El mejor pívot de Europa (Ante Tomic), el mejor 'two-way player' del viejo continente (Brad Oleson) y el mayor talento joven de los últimos años (Mario Hezonja) son algunas de las pinceladas que hacen del potencial cuadro culé un producto realmente temible. El problema, o lo más bonito de este deporte, es que no se gana con el nombre sino forjando una identidad a lo largo de la temporada y un bloque que sepa afrontar con un juego regular este tipo de partidos. Y es ahí donde el equipo blaugrana hace aguas.

Y es que este Barça es capaz de lo mejor y de lo peor. Un día puede asaltar la pista más complicada de Europa con una insultante superioridad y al siguiente recibir una paliza en casa a manos de cualquier equipo con un ideario claro. Que mañana veamos la mejor versión blaugrana dependerá de un buen puñado de factores.

1.- Diferencia de juegos interiores. Centímetros y calidad frente a intensidad y físico. Si en el primer partido de la serie el Barça hizo buena su apuesta, en los dos siguientes los griegos hicieron valer la suya. Es cierto que Lampe ha demostrado ser un gran antídoto a la movilidad interior de Dunston y Petway pero mal haría el equipo blaugrana en no imponer su estilo y desaprovechar el potencial de Tomic y Pleiss.

2.- Justin Doellman y Marcelinho Huertas. Uno por omisión y el otro por incomparecencia están lastrando al equipo en dos de las posiciones que a principio de temporada se antojaban como de las más fiables.

El americano, sobrepasado por Printezis e incapaz de mostrar su versión anotadora del año pasado, hace que el equipo tenga que exprimir en demasía a otros jugadores en busca de sus puntos y que se quede huérfano en el rebote defensivo. Por su parte, el base brasileño está en el peor momento de su carrera. Con una dirección de juego inexistente, agotando las posesiones sin sacar nada de provecho y siendo un agujero en defensa, la imagen actual de Marcelinho es un dramático retrato de la que le rescató el pasado título liguero. Si el Barça quiere salir vivo de Grecia, debe reducirse la presencia en pista del base de Sao Paulo.

3.- Acierto exterior. Si hay algo que ha repetido una y otra vez Xavi Pascual a lo largo de esta temporada eso ha sido el cambio de estilo de la plantilla. Es evidente que se ha ganado anotación exterior a cambio de sacrificar músculo. Es una alternativa más, pero una alternativa que automáticamente se derrumba si no se mantiene un acierto aceptable en los tiros de larga distancia. El pasado martes el FC Barcelona falló tiros liberados decisivos (especialmente dos triples de Oleson en el último minuto) que bien habrían atado la victoria. De la capacidad para mejorar ese acierto exterior dependerá en gran medida el resultado final.

4.- Rotación. Fiarlo todo a 30 minutos de Navarro es una opción tan respetable como otra cualquiera pero es una opción que ya caducó y que además corre el riesgo de enquistar la imagen que el capitán deje en el recuerdo del Palau. Duele mucho ver cómo Abrines y Hezonja, jóvenes sobradamente preparados, ven los momentos decisivos agitando toallas en el banquillo. Se antoja muy complicado un giro de timón pero un cambio a tiempo de esta gestión de la rotación bien puede valer un billete para la Final Four de Madrid.

5.- Tomas Satoransky. Obligado a ejercer de 'playmaker' por la baja indefinida y voluntaria de Marcelinho Huertas, el papel del checo en la serie está siendo formidable. No sólo está sumando en ataque aprovechando sus 201 centímetros sino que además su defensa sobre Spanoulis está siendo de primer nivel. Si es capaz de prolongar este gran momento de forma, el Barça tendrá mucho ganado.

Llegados a este punto, algunos se preguntarán: "¿Y Olympiacos, qué?". Lo esperado. No habrá sorpresas en su planteamiento. El equipo griego sabe muy bien lo que tiene que hacer y lo seguirá ejecutando hasta la saciedad. Con el 2vs2 liderado por Spanoulis, la autopista que encuentra Printezis en la posición de ala-pívot y una defensa asfixiante de continuas ayudas, el conjunto dirigido por Ioannis Sfairopoulos siempre compite aguardando su oportunidad para ganar el partido. Será tarea del Barça ganar esta eliminatoria y no esperar que los griegos la pierdan porque eso es algo que no sucederá.

Bajo este marco y a menos de 24 horas para un duelo a vida o muerte, que el cuarto partido de esta serie suponga el examen final de la temporada blaugrana o un parcial más en medio del camino hacia cotas de mayor calibre dependerá del buen hacer del equipo. Y es que el Barcelona deberá actuar como un gran equipo para llevarse la victoria de El Pireo. Sólo mereciéndolo se puede ganar en tierras griegas. Quizás sea demasiado tarde para ello. O quizás sea el momento idóneo para dar un golpe en la mesa y presentar por fin una candidatura sólida al trono europeo.