Una de las pistas más calientes de Europa como es el pabellón OAKA en Atenas, respaldado por 17 mil voces cantando sin cesar, no permite contemplaciones ni distracciones a lo largo de los 40 minutos de juego. El Barça era consciente de ello y lo volvió a experimentar en el duelo correspondiente a la octava jornada de la Euroliga donde las urgentes necesidades del Panathinaikos se impusieron en un clásico del baloncesto moderno (93-86).

El conjunto heleno liderado por el sempiterno Dimitris Diamantidis, 20 puntos y 11 asistencias, consiguió recobrar el pulso en la competición europea para meterse de nuevo con opciones de top16. El conjunto de Sasha Djordjevic propuso una marcha más que el conjunto azulgrana y bajo la batuta de Diamantidis y el acierto de Miroslav Radjulica, 25 puntos, consiguieron hacer estéril la gran actuación de Álex Abrines con 21.

Inicio igualado

Con la necesidad de ganar si o si, los griegos iniciaron el duelo algo dubitativos ante un Barça que dejó su mejor versión durante los primeros diez minutos de juego. Los de Pascual mostraron cualidades de equipo capaz de competir en una pista que exige algo más que talento y por momentos lograron maniatar el juego interior griego que, a la postre, acabaría siendo la gran condena azulgrana. El 21-22 al final de los primeros diez minutos fue el inicio del fin del Barça en Atenas, empujado por el trabajo táctico de Djordjevic que en todo momento buscó imponer un ritmo lento y trabado a través del estadounidense Nick Calathes.

A partir del segundo cuarto, el Panathinaikos puso una marcha más en defensa y eso descompuso por completo al Barça. El pívot Gist y el serbio Radjulica empezaron a mostrar su variedad de recursos penalizando las dudas que mostraba la defensa azulgrana a medida que avanzaban los minutos. Al descanso, el Barça caía de diez puntos tras un parcial de 24-13 dejando patentes ciertas carencias por pulir (55-45).

Inoperante tercer cuarto

La reanudación fue todavía peor que lo que se había podido vislumbrar en los últimos minutos de segundo cuarto. Xavi Pascual tuvo que solicitar tiempo muerto para intentar reorganizar las ideas de un equipo que se vio atrapado por la táctica de Djordjevic, que consiguió maniatar la dirección de juego azulgrana generando multitud de dudas tanto a Carlos Arroyo como a Tomas Satoransky. Radjulica siguió a lo suyo y junto a Diamantidis empezaron su particular fiesta que terminó con la máxima ventaja de 16 puntos (66-50). Ahí el Barça tocó fondo y tuvo que tirar de orgullo, cerrando y ajustando los mecanismos defensivos, para intentar rescatar algo del OAKA bajo el liderazgo de un imperial Abrines.

Un parcial de 5-20 en el último cuarto logró situar el encuentro en un ajustado 71-70 pero, nuevamente, las pérdidas de balón azulgrana y el desacierto en instantes claves acabó penalizando ante un conjunto heleno que tiró de oficio para rubricar en los últimos minutos el triunfo. El pobre juego interior azulgrana, acrecentado por la acumulación de faltas que sufrió Ante Tomic, acabó por lastrar al equipo de Pascual que cosechó su segunda derrota europea (93-86).

En definitiva, el poco premio que podía obtener el Barça de su visita a Atenas se hizo, prácticamente, inexistente con la sorprendente derrota del Lokomotiv Kuban ante el colista Zielona Gora (51-66), que deja a los azulgranas igual que al comienzo de esta jornada al frente de la clasificación del grupo ‘C’ con seis victorias y dos derrotas.