Tras pasarse siete semanas apartado de las canchas de baloncesto por una lesión muscular en el sóleo, la vuelta a la actividad de Carlos Arroyo insufla aire fresco a un FC Barcelona Lassa que ha echado de menos la creatividad del base en los últimos partidos. Con la Copa del Rey recién aterrizada y una segunda vuelta del top16 sin margen de error, la figura del jugador boricua se antoja fundamental para volver a ver el mejor baloncesto azulgrana.

Hablar de Carlos Arroyo es hablar de liderazgo, imaginación y espectáculo. El jugador puertorriqueño aterrizaba este verano en la Ciudad Condal con el claro objetivo de complementar el baloncesto físico de Tomas Satoransky, formando una de las mejores parejas del viejo continente.

Con la baja del base boricua, el joven jugador checo ha tenido que doblar esfuerzos, acumulando un exceso de minutos que han pasado factura a su rendimiento en los últimos partidos. Asimismo, este contratiempo físico de Arroyo provocó que Pau Ribas tuviera que jugar más tiempo en la posición de 1, evitando que pudiera coincidir en pista el dúo Satoransky-Ribas tan demandado por el aficionado azulgrana.

Además, son muchas las voces que acusaban el mal momento de los hombres interiores azulgranas a la ausencia de Arroyo. Sólo Doellman, cuya calidad le permite crearse sus propios tiros, ha rayado a un gran nivel en estos dos últimos meses; mientras que Samuels y, especialmente un Tomic aún en paradero desconocido, han echado de menos que la línea exterior les generase situaciones ventajosas para explotar su juego en poste bajo.

El base natural de Fajardo regresó el pasado fin de semana en Liga Endesa, donde ofreció un recital de creación de juego y asistencias en la histórica victoria (108-54) del FC Barcelona sobre Baloncesto Sevilla. Carlos Arroyo disputó 17 minutos en los que logró diez puntos, nueve asistencias y un amplio abanico de jugadas que hicieron las delicias de los presentes en el Palau Blaugrana.

Hasta el momento de su lesión, Carlos Arroyo había mostrado un gran nivel en el club de la Ciudad Condal, especialmente en los partidos de mayor identidad. El aficionado azulgrana aún recuerda cómo el FC Barcelona Lassa volvía a levantar un título a principios de temporada con la Supercopa de España, donde el base de 36 años tomó el mando del equipo de principio a fin.

En condiciones normales, se trataría de un regreso insuficiente, pues haber jugado un único partido en las últimas siete semanas implica no tener el ritmo competitivo adecuado. Pero Carlos Arroyo no es un jugador convencional. Criado en un baloncesto callejero, su hoja de ruta se basa en ser un verso libre, fiándolo todo a su inagotable imaginación. Un perfil que, sin duda, el FC Barcelona Lassa ha echado de menos estas semanas y que llega justo a tiempo para ayudar a levantar la Copa del Rey.