Si hay un rival al que Rudy Fernández le gustaría evitar este es el FIATC Joventut. Y no porque el equipo badalonés sea un coco de la Liga Endesa sino porque el escolta del Real Madrid está sentimentalmente muy unido al club en el que se formó y que le dio la oportunidad de debutar en el basket de élite.

Este vínculo afectivo entre Rudy y la Penya es recíproco. El canterano es uno de los jugadores surgidos de la inagotable cantera verdinegra que siempre es recibido con una tremenda ovación en Badalona, lo que no sucede con aquellos jugadores que recalan en los clubs económicamente más fuertes del basket español. Jugar contra su exequipo en el Barclaycard Center liberará en parte a Rudy de esa tensión que le atenaza cuando visita el Olímpic con la camiseta blanca.

Rudy está considerado en el entorno del FIATC Joventut como uno de los mayores talentos que desde hace ocho décadas ha aportado la cantera badalonesa al basket español. Su nombre se mezcla junto al de históricos como Maneja, Buscató, los hermanos Margall, los hermanos Jofresa y Villacampa, sobre el cual es inevitable hacer comparaciones acerca de cuál de los dos es el mejor jugador de la historia de la Penya.

Mientras el actual presidente del FIATC Joventut desarrolló toda su carrera deportiva en la Penya, Rudy solo permaneció cinco temporadas en el primer equipo verdinegro -entre 2003 y 2008- al recibir la llamada de la NBA. Pero antes de fichar por los Portland Trail Blazers en verano de 2008, Rudy lideró la última gran etapa de la Penya en un equipo dirigido por Aíto García Reneses y en el que también fueron importantes las otras dos ‘R’ de la plantilla: Ricky Rubio y Ribas. Aquel Joventut que recuperó las señas de identidad que en la década de los 90 le permitieron escribir la página más brillante de su historia, el contraataque y la espectacularidad, ganó una Copa ACB, una ULEB Cup, una Fiba Eurocup y tres Ligas Catalanas.

Junto con Ribas y Ricky, formó la triple R

Rudy debutó oficialmente con el primer equipo de la Penya de la mano de Manel Comas en la temporada 2001-2002 jugando un minuto contra el Real Madrid (105-79) en el viejo pabellón de la Ciudad Deportiva. Pero fue con la llegada de Aíto al banquillo verdinegro, en 2003, cuando el mallorquín se enfundó el dorsal número 5 que no abandonó nunca más. Aíto prescindió del veterano Juan Espil para dejar un hueco en la plantilla a Rudy, que a pesar de contar con 17 años de edad, se asentó en el equipo titular desde el primer momento. Su bautismo como componente del primer equipo fue también en Madrid contra el Real (92-91), en la jornada inaugural de la Liga, en la que aportó 6 puntos en 27 minutos de juego. Ese día Aíto ya le dio cabida en el cinco inicial.

Desde aquel primer partido de la temporada 2003-2004, Rudy dejó claro que la edad no iba a convertirse en un obstáculo para erigirse desde ya en uno de los líderes de la plantilla, tanto en el aspecto anotador como en el defensivo, convirtiéndose en un especialista en los robos de balón. La espectacularidad es otra de las características que le acompañó desde el primer instante a Rudy. En su última temporada como verdinegro fue el máximo anotador de la Liga ACB, con una media de 20,9 puntos, y compartió con Marc Gasol el trofeo de MVP de la fase regular.