Tras apenas 40 horas de descanso, el Madrid volvía al Palacio. Esta vez para enfrentarse en Liga al siempre peligroso Monbus, no en vano la pasada campaña fueron de los pocos que asaltaron el pabellón blanco. Los merengues buscando ratificar un liderato inmaculado que empieza a romper récords, mientras que los gallegos llegaban con la necesidad de salir de los puestos bajos de la tabla. Con estas premisas comenzó el duelo con posesiones largas y muy poca anotación. La bola parecía no querer entrar en el aro, y sólo Llull veía canasta. Inicio frío y desastroso, que al ecuador del cuarto marcaba un anómalo 4-0 en el electrónico.

Paulatinamente las muñecas se fueron calentando, mientras que Mejri se cargaba con la segunda personal y tenía que visitar el banquillo blanco. Todos los puntos del Madrid seguían bajo la autoría de un afilado Llull, mientras que Rudy no encontraba recompensa desde la larga distancia. La segunda unidad merengue comenzaba a imponer su enorme categoría, comandados por Chacho y Felipe Reyes. Su acierto, sumado a que los gallegos ya estaban en el bonus de personales, permitieron que los madridistas abrieran una pequeña diferencia. Sin embargo, la buena aportación de Corbacho volvía a apretarlo todo. Final del espeso y desastroso primer cuarto con un pírrico 11-9.

Resistencia gallega

La maquinaria blanca se fue calentando tras un inicio para olvidar y Sergio Rodríguez imprimió un ritmo extra en las transiciones. Gracias a un alley oop culminado por Slaughter y un 2+1 de Reyes a la contra, los de Laso tomaban un ligero colchón. Estadísticamente, el segundo parcial es donde los merengues suelen romper los partidos, y de momento se estaba cumpliendo la tradición. La anotación se iba repartiendo con mayor lógica, y ya no era patrimonio único de Llull, lo que ayudó sobremanera a romper la férrea zona 3-2 del Obradoiro. Pese a ello el Madrid no rompía del todo el duelo, porque el asesino Corbacho seguía caliente desde el perímetro.

Rudy cometió dos personales consecutivas que le llevaron al banquillo y metían al Madrid en el bonus de faltas cuando aún restaban minutos. Gracias a una buena racha ofensiva los merenguen alcanzaban por vez primera la barrera psicológica de los diez puntos, pero poco duró la alegría ya que el veterano Oriol Junyent le estaba haciendo un roto en la zona. Hasta seis puntos consecutivos con rebote ofensivo incluido del de Sabadell, exigieron el tiempo muerto de un Laso que echaba humo. Los gallegos seguían en el partido. A vestuarios con 35-28 y mucho por disputar.

Reyes y Llull al rescate

La más que segura reprimenda que los blancos se debieron llevar en el descanso tampoco fue un revulsivo de calidad. Durante los primeros minutos de la reanudación continuó un ritmo lento, con fallos garrafales en ataque y poca concentración defensiva. Una caraja en toda regla en lo que estaba siendo el peor partido merengue de esta campaña. Pese a ello, el pundonor y esfuerzo de gladiadores como Felipe Reyes siempre es un elemento clave cuando las cosas no marchan bien. El cordobés llegaba a los dobles dígitos de anotación y ponía a los suyos ocho puntos arriba. Toda ventaja era un auténtico reto.

La anotación seguía en unos guarismos rácanos e impropios de este Madrid demoledor. Del topor generalizado tan sólo despertaba el público del Palacio gracias a las jugadas de mérito de Reyes, que se estaba partiendo la cara en la pintura y forzando muchas faltas de tiro. Aunque en ataque seguían ciegos, el resto de la plantilla blanca comenzó a defender con el culo pegado al suelo y cerraron el grifo del Monbus. Para terminar de dinamitar el duelo reapareció el Aeroplano de Mahón, que tras un comienzo explosivo volvió a ver aro con sus venenosos triples. Gracias a individualidades los merengues sellaron el tercer cuarto con 59-41.

Cómodo final y protagonistas

Con el partido ya resuelto transcurrieron los últimos diez minutos. Las diferencias se fueron por encima de los veinte puntos y jugadores como Mirotic despertaron para culminar bellas canastas de fino estilista. La resistencia gallega fue encomiable durante la primera mitad, aprovechando que el Madrid sufrió una electrocución importante durante muchos minutos, pero en los compases finales volvió la máquina de guerra total del Madrid que pasó literalmente por encima de los compostelanos y sumó la victoria por un contundente (82-59). Con ello, los de Laso ponen el 10-0 en la Liga y afrontan el tremendo duelo contra el Valencia como únicos imbatidos de la competición. Su marca global en partidos oficiales aumenta al titánico 21-0.

En un enfrentamiento muy espeso en los compases iniciales, y de defensas muy agresivas, destacó sobremanera Felipe Reyes (18 puntos, 9 rebotes, 3 robos, 7 faltas recibidas para 25 de valoración). Espartaco volvió a dar otro clinic de carácter, pundonor y maestría en la pintura. A base de su patentado copyright de 2+1 con rebote ofensivo destrozó el juego interior rival y le dio un balance ataque-defensa totalmente encomiable al equipo. Su fiel escudero fue Sergio Llull (21 puntos, 3 asistencias, 3/5 en triples, 4/4 en libres para 21 de valoración). El balear comenzó como una moto, siendo el único anotador de su equipo durante muchos minutos. En el tercer cuarto remató la faena enchufando desde el perímetro.

Por el Obradoiro destacar a tres hombres. El veterano de mil batallas Oriol Junyent (10 puntos, 8 rebotes, 4 asistencias para 16 de valoración), demostró que aunque esté falto de gasolina va sobrado de calidad. Gracias a su conocimiento de la pintura concatenó varias canastas importantes y mantuvo a los suyos pegados durante muchos minutos. También intenso en la zona estuvo el norteamericano Mike Muscala (12 puntos, 10 rebotes para 17 de valoración), un joven con un poderío físico evidente. Cierra el tridente Alberto Corbacho (11 puntos, 6/7 en libres), un tirador de pura raza, que aunque intermitente, siempre amenaza desde la larga distancia.

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Sobre el autor
Carlos de la Rosa Llano
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho por la UNED. Redactor jefe del Real Madrid de baloncesto en VAVEL, corrector y editor de la revista literaria El Mar de Tinta, experiencia previa en grandes empresas como Cadena SER y RNE. Doctorando especializado en Redacción periodística, Abogado, Master en Derecho Privado, miembro del ICAM y la Asociación de la Prensa de Madrid desde hace 10 años.