Otro clásico para la final de Copa. Blancos y azulgranas se han cruzado en cuatro de las últimas cinco finales del torneo, demostrando que es un mano a mano durante el último lustro. El todopoderoso Madrid de Laso (con una marca inigualable de 37-1 en victorias oficiales), frente a un Barcelona recuperado y demostrando que tiene una plantilla de muchos quilates. Lleno absoluto en el Martín Carpena para un duelo que comenzó con mucha tensión. Ambos conjuntos cometiendo errores y forzando las faltas. El baloncesto no fluía y los dos equipos se medían en la corta distancia no queriendo enseñar sus verdaderas armas.

Los blancos comenzaron a percutir desde la larga distancia con dos triples consecutivos de Rudy y Mirotic. Los culés respondían de manera inteligente decelerando el ritmo del partido y mordiendo en las marcas defensivas. Marcador bajo y a Rudy le caía la segunda personal tras llegar tarde a una ayuda. La telaraña del Barcelona estaba frenando el ímpetu del Madrid, que gusta de romper los partidos de manera prematura. Varias transiciones consecutivas en estático y bastante erráticas, precedieron al primer tiempo muerto del partido. Tenso, escueto e igualado primer cuarto (17-16), que culminó con claras disfunciones técnicas en el contador del tiempo. Los dos gigantes se tantearon e introdujeron sus primeras rotaciones sin desequilibrar el duelo.

Tensión e igualdad

Bailando ese chotis de alternativas se mantuvo el segundo parcial durante varios minutos. Rotaciones continuas de ambos técnicos, moviendo los respectivos puzzles que son sus amplios banquillos. Guerra táctica que se materializaba a la perfección en pista: los minutos transcurriendo con un resultado demasiado corto. Ese flujo lento y cadencioso del juego le estaba viniendo bien a los catalanes, que forzaban claramente las posesiones hacia Tomic. Sergio Rodríguez rompió un tanto la apatía con un gran alley-hoop culminado por el volador Slaughter. Pero el partido seguía discurriendo entre guarismos muy cortos, con defensas contundentes del Barcelona como la de Oleson sobre Carroll.

Encuentro tremendamente trabado, en el que el balón parado iba sumando de manera inexorable. A base de tiros libres (faceta en la que los blaugranas mostraban un tremendo efecto Gepeto: muñeca de madera), tiempos muertos y pasadas de mopa el partido se iba alargando. Mucha guerra de guerrillas en ambas zonas y poca claridad en el movimiento del balón. Para pausar más el duelo ambos conjuntos llegaban al bonus de personales de manera prematura. La afición coreaba las puntuales jugadas de fantasía del Chacho, pero el duelo era argamasa y control en líneas generales. El triplazo del joven talento catalán Alex Abrines obligó a Laso a pedir tiempo. A vestuarios con un ajustado 42-38.

Lucha visceral

Tras la reanudación, Rudy Fernández apareció para hacer sangre desde la larga distancia. A ello se sumó un trabajo defensivo más mordiente por parte de los blancos, por lo que tomaron ligera ventaja en el encuentro. Draper estaba desarrollando a la perfección su papel de intendencia 24 horas y cortaba los continuos pick&roll de los blaugranas a base de anticipación y manos largas. El Barcelona ya no se encontraba cómodo en los tiros y estaba sufriendo disfunciones para cerrar el rebote de ataque, dando segundas oportunidades preciosas que aprovechaban talentos como Mirotic.

Pero el partido no terminaba de romper, y Xavi Pascual seguía rotando cual poseso su amplio roster, encontrando hombres on fire como el siempre afilado contra el Madrid Marcelinho Huertas. La quinta falta de equipo lastró un tanto al Madrid, cortando su agresividad defensiva. Todo seguía igualado, y tras sobrevivir a una pequeña mini crisis, los culés volvían a empatar el rocoso encuentro. Tras un gran triple de Draper sobre la bocina, tanto Slaughter como Tomic se enzarzaron y recibieron sendas técnicas. Final del tercer cuarto con un agónico 59-60 y todo por decidir.

Llull es el Rey

El partido llegaba al cuarto definitivo trascendiendo lo deportivo. El factor psicológico entraba en escena y cada posesión y defensa era un reto entre todos los hombres que se peleaban en las marcas. Algunos jugadores se iban cargando ya con la cuarta personal (como Oleson), mientras las transiciones seguían siendo tensas y férreas. El Barcelona estaba comenzando a perder el duelo en los uno contra uno, y llegó al bonus de personales cuando restaba un mundo. Las distancias seguían siendo insignificantes, pero los catalanes tenían la Espada de Damocles sobre su cabeza. A cambio malas noticias para el Madrid porque Carroll se dobló claramente el tobillo tras pisar a Reyes.

El fallo en los tiros libres del Barcelona comenzaba a ser algo realmente endémico. Los blaugranas estaban en un hediondo 54 % desde la línea y Xavi Pascual tuvo que pedir tiempo muerto. Los culés se mostraban atascados, el oxígeno les comenzaba a faltar, y el triple imperial de Mirotic desde la esquina (su posición favorita) terminó de rematar a los catalanes. Los últimos minutos fueron asombrosos, de los que hacen historia y te dejan sin palabras. Cuando todo parecía perdido, el incansable Barça le daba la vuelta al partido en el último segundo y rozaba el título con la yema de los dedos, pero entonces apareció Sergio Llull. El escolta balear conectó una canasta en suspensión para la historia y sentenció la disputada y titánica final de Copa 2014. El Madrid ganó con un infartante 76-77 y es campeón de Supercopa, Copa y Liga ratificando el dominio patrio. Gran partido.

Protagonistas

El mejor del duelo y MVP de la Copa fue Nikola Mirotic (17 puntos, 11 rebotes, 3 tapones, 7/8 en libres, 5 faltas recibidas, 32 de valoración). El genio hispano-montenegrino volvió a dar todo un clinic de como jugar a este bello deporte y se mostró implacable en los compases finales. Nikola es el mayor talento que hay en Europa entre los hombres altos, y disfrutar de su baloncesto es caviar antes que la NBA lo reclute sin falta.

Magnífico encuentro también de Rudy Fernández (19 puntos, 3 rebotes, 3 asistencias, 4/5 en triples, 5 faltas recibidas, 21 de valoración). El escolta balear fue una torreta humana desde la larga distancia y volvió a desplegar un trabajo soberbio en diversas facetas del juego. No podemos olvidar al héroe Sergio Llull (9 puntos, 6 asistencias) que conectó la canasta más importante del duelo, ni al siempre aguerrido y veterano de mil batallas Felipe Reyes (9 puntos, 6 rebotes), como siempre partiéndose el alma en la pintura.

El Barcelona hizo un partido realmente serio, y estuvo a punto de llevarse el título, guiados por Marcelinho Huertas (15 puntos, 8 asistencias, 2 robos), Ante Tomic (14 puntos, 9 rebotes) y Brad Oleson (11 puntos, 6 rebotes). Los tres fueron un baluarte a lo largo de todo el encuentro y pusieron en serias dificultades a sus respectivas marcas.