Arrancaba el último cuarto entre Miami Heat y San Antonio Spurs en el American Airlines Arena con una cómoda ventaja para los visitantes, los pupilos de Greg Popovich contaban con diez puntos de diferencia favorable (65-75) para afrontar el que se suponía periodo decisivo, Chalmers recortaba distancias con un triple, Lebron James sumaba dos puntos y dejaba la diferencia en cinco segundos después y Splitter replicaba con dos puntos que volvían a poner a siete a los veteranos Spurs. Fue entonces cuando Mike Miller (8 puntos y 2/2 en triples) perdió la zapatilla, el especialista recogió su arma postrada en el piso y no tuvo dudas, directa al banquillo y a correr, balón abierto, defensa inexistente y triplazo para levantar a los asistentes al mausoleo de Miami, estalló el júbilo, la remontada era posible. El pie descalzo de Mike Miller señalaba el camino.

Lebron James luce al viento su cabeza, sin cinta, sin protección, sin escudo. Es una imagen atípica, lo es porque así lo ha decidido el jugador más completo del mundo. Lebron siempre luce cinta en la cabeza, estamos acostumbrados a ella y su ausencia provocó que a algunos incluso les llegase a costar situar al seis sobre el parqué.

Poco después de la consecución del triple de Miller era Lebron el que perdía otra prenda talismán, hasta el momento su aportación anotadora (16 puntos) estaba lejos de lo que suele ser habitual en un jugador de su magnitud, perdida la cinta Lebron James se desquitó y firmó unos asombrosos 32 puntos, 10 rebotes y 11 asistencias. Triple doble

Desconocemos las propiedades mágicas que un trozo de algodón pueden poseer pero somos conscientes de que, hasta lo ocurrido en el sexto encuentro de estas finales, James siempre prefirió recoger su accesorio cada vez que se desprendía de su testa, la jugada siguiente nunca fue importante, la imagen estaba por encima de todo lo demás. Los evidentes signos de calvicie en forma de entradas que muestra este inconmesurable jugador de baloncesto le provocaban esa reacción hasta que la megaestrella olvidó las supersticiones y su apariencia y siguió jugando pese a la desaparición de su acompañante favorito."No me acuerdo mucho de esa jugada, estaba concentrado en el trabajo y en intentar ser agresivo. Buscaba la forma de ayudar al equipo para que se metiese en el partido. Creo que la cinta del pelo era la menor de mis preocupaciones" declararía después el jugador franquicia de Miami.

Sin el adorno su primera acción demostró su poderío, y la estrella de Miami decidía no volver a lucirlo (al menos durante este encuentro), tras la pérdida del complemento dobló su aportación anotadora en sólo diecisiete minutos, frente a los treinta y seis que se había disputado con anterioridad. En el último cuarto logró más puntos que en los tres anteriores (16 frente a 14) y redondeó su actuación en la prórroga con una última canasta. Firmó su primer mate en el encuentro y decidió ser decisivo sin el amparo mágico de su protector occipitofrontal. James guió a su equipo a la victoria final (103-100)en una actuación soberbia en un final de partido todavía mejor. Pasarán los años y será imposible recordar el sexto encuentro de las finales de 2013 sin rememorar el triple de Ray Allen que llevó el encuentro a la prórroga. Si Mike Miller y Lebron James no hubiesen perdido sus accesorios el tiro del mejor triplista de la historia de la NBA no hubiese importado

Miami Heat sobrevive en la final de la NBA gracias a la pérdida, una afirmación tan incoherente como cierta.