Los New York Knicks, uno de los equipos deportivos con más glamour del mundo, una de las franquicias con más poder económico en la NBA, y uno de los grandes animadores de la temporada pasada en la que realizaron el mejor curso en muchos años, ha visto dinamitada toda la confianza y expectativas que se habían puesto sobre ellos con un mal inicio de campaña que ha rozado el ridículo con la derrota por 73-114 ante uno de los peores plantillas de los Boston Celtics que se recuerdan, y mucho peor, en el Madison Square Garden. ¿Y qué puede pasar ahora?...¿Despedir al entrenador? ¿Realizar traspasos? ¿Y Carmelo? ¿Querrá renovar con el equipo si la temporada sigue en esta misma línea? ¿Quién es el verdadero culpable de todo esto? A continuación, unas líneas explorando estos temas.

Para empezar, deberíamos preguntarnos por qué han empezado tan mal los Knicks si su plantilla es teóricamente mejor que la de la campaña pasada. La primera respuesta que puede venir a la cabeza puede ser la baja de Tyson Chandler, jugador de clave que sufrió una lesión en el peroné que a día de hoy aún le mantiene apartado de las pistas. ¿Tan importante es Chandler en este equipo? Claramente, ya que en una plantilla en la que la defensa interior brilla por su ausencia, la capacidad intimidatoria y reboteadora de Tyson le hace un hombre tan imprescindible (por qué no decirlo, quizá más) como lo es Carmelo Anthony, ya que lo más cercano que hay en estos Knicks de mínimo parecido al expívot de Dallas Mavericks es un Kenyon Martin que apura sus últimos años en la liga.

Otro de los señalados es JR Smith. El mejor sexto hombre del pasado curso está firmando una de sus temporadas más decepcionantes en la NBA, algo que bien muchos veían venir tras su bajón en los Playoffs la pasada campaña y tras un verano con varios incidentes extradeportivos (la suspensión por no pasar un control antidrogas, la más conocida). La comodidad de haber firmado un contrato multianual el reciente verano parece haber acabado con la auto exigencia de Smith, y esto se ha traducido en unos malísimos porcentajes de tiro, inaceptables para un jugador que debe llevar gran parte del peso ofensivo de un equipo que quiere pertenecer a la élite.

Pero, mirando más allá de los jugadores, se observa a la figura del entrenador Mike Woodson, que se ha convertido en el blanco preferido de las críticas. Woodson construyó la pasada temporada un gran sistema de juego ofensivo para los Knicks basado en el movimiento de balón y en un tiro exterior que llegó a alcanzar cuotas absurdamente buenas, pero este año  todo eso ha quedado destruido, con el equipo sin ninguna química sobre la cancha y abusando de la figura de un Carmelo Anthony que simplemente no puede con todo. ¿Se arreglaría el problema despidiendo a Woodson? Parece la decisión más fácil, y quizá un nuevo comandante a bordo pueda cambiar algunas cosas, pero igualmente parece demasiado bonito para ser cierto que cambiar de entrenador pueda ser un golpe de efecto tan importante como para volver a aspirar a lo más alto esta misma campaña, ¿verdad?.

¿El problema no son ni jugadores ni entrenador, entonces? No, claro que tienen su responsabilidad en la actual situación del equipo, una buena parte además, pero el verdadero -y el que menos se quiere ver muchas veces- problema de este equipo viene de mucho antes de que cualquiera de los mencionados llegase al equipo, de una gestión ineficiente que a continuación se resaltará.

Debe centrarse la mirada por encima de todo lo que está en la vista del aficionado 'de a pie', hay que mirar a la figura del propietario James Dolan más concretamente. Dolan es un propietario al que le gusta tomar parte de todas las decisiones respecto a traspasos y fichajes del equipo, si bien no es un hombre que tenga fama de implicarse a fondo para realizar una labor eficaz. Lo cierto es que con Dolan al mando el equipo no ha hecho más que hipotecarse, traspasando rondas del Draft y asumiendo grandes masas salariales que no se han traducido en éxitos.

En una entrevista reciente, el señor Dolan demostró incluso no conocer algunas reglas del mercado NBA, pues cuando fue preguntado por posibles traspasos de su equipo , respondió que esperaría a que la liga permitiese hacer traspasos y contrataciones (15 de diciembre, según él) para sondear el mercado, cuando esta fecha es el momento en que se pueden traspasar agentes que única y exclusivamente firmaron sus contratos el reciente verano (el resto de jugadores pueden moverse desde principios de verano cuando se abrió realmente el mercado). Además de una definición propia de ser un buen propietario, descartando cualquier intención de entonar el 'mea-culpa' o de hacer una autocrítica por la situación del equipo.

James Dolan destruyó un proyecto empezado por el capricho de hacerse con Carmelo Anthony, un traspaso en el que se entregó lo desorbitado y más a Denver Nuggets, a cambio de hacer este equipo 'aspirante al anillo' pero en el que salta a la vista que no cuenta con una planificación verdadera si una sola baja lo pueda derrumbar todo y no hay un recambio de garantías para minimizar daños (nuevamente, hablando de la baja de Tyson Chandler).

Con este panorama alumbrado por la poca profesionalidad, ¿qué será de los Knicks? Porque hay quién podría ver una temporada desastrosa cristalizada en una alta elección del prometedor Draft de 2014, un Andrew Wiggins o un Jabari Parker para tomar un verdadero rumbo ganador, pero...¡sorpresa! la elección de primera ronda de los Knicks de este Draft pertenece a Denver gracias al señor Dolan. ¿Y Carmelo? Es la gran pregunta que se hacen todos, porque a pesar de que el jugador ya haya dicho públicamente que su equipo son los Knicks y quiere retirarse allí, a sus 30 años y con muchos de sus compañeros de promoción habiendo saboreado la gloria de ganar un título de la NBA, no es para nada descabellado pensar que Melo pueda buscarse un equipo con aspiraciones reales a corto o medio plazo. Una salida que dejaría a los New York Knicks sin ningún pilar sobre el cual construir un futuro, sin la posibilidad de seducir economicamente a otra estrella por altos salarios como el de Amare Stoudemire, que hoy en día no llega a ser la sombra de lo que era cuando llegó a Nueva York, un jugador de mínima importancia en la plantilla al que Dolan se niega a intentar traspasar a pesar de seguir siendo uno de los mejores pagados de la competición. Y también sin la posibilidad de traer a un jugador de gran potencial vía Draft, ya que se han perdido la gran mayoría de elecciones útiles (actualmente, en los próximos 3 Drafts solo tendrán una elección de primer ronda en 2015) en traspasos que no han llevado a ningún sitio.

El panorama en la Gran Manzana ahora mismo parece complicado, pero realmente existe posibilidad de remediarlo. La franquicia tiene en su mano unas cartas que hay que saber jugar con gran precisión, pero lo que debe infundir temor es el hombre que se encargará de jugar estar cartas en nombre de los Knicks.

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Sobre el autor
Erwin Landázuri
Futuro Periodismo.