Russell Westbrook volvió a las canchas con buen pie, machacando el aro para anotar la primera canasta del esperado Miami-Oklahoma. Fue un espejismo, ya que LeBron James se encargó de presentar la hoja de ruta con 12 puntos consecutivos sin fallo, algo que jamás había logrado en su carrera, para abrir el encuentro de los Heat. Terminó el primer cuarto con 16 puntos tras un arranque nefasto del rival, que con nueve pérdidas quedó a 17 puntos al término del primer cuarto (34-17).

James abrió el choque para Miami con 12 puntos consecutivos

Westbrook, revolucionado pero con brotes de su mejor baloncesto (también del peor), aguantó junto a Serge Ibaka (14 puntos y 8 rebotes) el peso ofensivo mal distribuido de los Thunder. Kevin Durant no apareció en la primera mitad –1 de 5 en el tiro tras el primer cuarto– y condicionó durante el resto del choque las posibilidades de los suyos. Al descanso los Thunder llegaron respirando tras salvar una desventaja que llegó a los 19 tantos, con alguna perla espontánea de KD. Siete de diferencia parecieron pocos (54-47).

Arrollo contra desorganización

Nada de eso. Miami salió de los vestuarios con determinación y arrolló, superó los 20 puntos de distancia en el marcador. Eso provocó más ansiedad a Kevin Durant, que anotó y falló a partes iguales. Pese a más arrebatos y acercamientos, la desorganización expresada en ataques individuales y sin nigún tipo de pizarra condenaron las opciones locales. LeBron campó a sus anchas y Dwyane Wade aprovechó cada balón que recibió, concluyendo con 24 puntos y 10 asistencias. Completó la noche Chris Bosh (también 24 puntos) a la sombra de los dos que suelen llevarse el mérito por un trabajo de tres e incluso más.

LeBron recibió un golpe de Ibaka y se retiró ensangrentado

En el último cuarto, la misma historia. Oklahoma estaba a 11 puntos peró encajó un 8-0 para empezar. Nada que hacer. Las pérdidas de balón fueron una constante (20 en total) y la intensidad defensiva dejó mucho que desear. Miami continuó desangrando al rival, hasta que LeBron James sangró literalmente en otra demostración de su condición especial. Tras recibir un golpe fortuito pero duro de Serge Ibaka, consiguió un mate de poster ante el mismo rey de los tapones y cayó al suelo dolorido y chorreando sangre por la nariz. Abandonó la batalla con 33 puntos, 7 rebotes, 3 asistencias y 4 robos de balón, siendo el triunfador del día en el duelo de ases con Durant. Oklahoma, para añadir dificultad, tuvo un día aciago en el tiro (2-20 en triples y 38% en tiros de campo).

Durant ansioso

Los ataques de Oklahoma fueron desordenados, como la noche de Durant

El astro de Oklahoma se llevó la peor parte. Estuvo ansioso y pese a maquillar sus números con cantidad, no calidad, hundió las opciones que él mismo generó a los suyos. Scott Brooks se zampó la libreta y la pizarra, sin respuestas ante el mal juego colectivo de los Thunder y con obsesiones nocivas como la de seguir confiando (poco) en Kendrick Perkins. Claudicó con 4 minutos por disputar, 28 puntos para Durant y 16 para Westbrook, la mejor noticia para los locales de largo. La peor, que deberán volver a reintroducirle en la dinámica del equipo.

Miami, con la victoria, vengó los hechos del 29 de enero pasado, cuando los Thunder les doblegaron ante su público. Es el cuarto triunfo consecutivo de los Heat, que además de contundente, abre un nuevo período de inseguridad en los Thunder, claramente inferiores al rival en todas las fases del encuentro. Algunos definieron la participación de Russell Westbrook como una precipitación innecesaria; lo cierto es que el equipo jugó desmadrado.

Foto: @espnnba