Sin piedad y con una precisión imparable. Los Pelicans destrozaron en la madrugada del viernes al sábado a unos Timberwolves que, a pesar de no contar con dos pilares como Rubio y Young, fueron humillados en una noche histórica para New Orleans. El equipo local estableció récords de franquicia de anotación y acierto en el lanzamiento en una noche en la que los papeles naturales se cambiaron: los pelícanos fueron los depredadores de los lobos.

Desequilibrio prematuro

Los Pelicans comenzaron con potencia. Dos canastas de Holiday y Asik buscando atacar la zona de los Timberwolves y un triple del primero pusieron un parcial inicial de 0-7 en el marcador. Un arranque autoritario que confirmó que los locales habían salido mucho más enchufados. Los ataques de New Orleans conseguían romper las defensas rivales con penetraciones sencillas, mientras que en defensa la presencia imponente de Davis y Asik impedía la progresión de Minnesota. Así, a falta de 8:18 minutos llegó el primero tiempo muerto visitante con 13-6 en el marcador.

A falta de 3:30 para el final del primer cuarto, los Pelicans ya habían alcanzado los 30 puntosUna jugada de tres más uno firmada por Gordon y un mate al contraataque de Evans inmediatamente después terminaron de colocar a los mandos del choque a los locales. Los minutos pasaban y los Pelicans construían rápida y constantemente una ventaja apoyada en su mayor efectividad en el tiro y claridad de ideas. No dejaban de tener lanzamientos claros gracias a que los Wolves que llegaban tarde a las ayudas y no conseguían llevar a cabo una defensa individual efectiva.

Con tres minutos y medio por jugar en el primer cuarto, New Orleans ya había alcanzado la treintena de puntos. A los locales, llenos de desparpajo, les salió bien todo lo que intentaron. Incluso un secundario como Rivers se animó a intentar jugadas individuales entre el protagonismo del quinteto titular, y fue el último hombre de los locales en brillar con dos canastas tras resolver con mucha técnica un par de duelos individuales.

Un triple de Babbitt sin apenas oposición desde la esquina cerró los primeros doce minutos, en los que los Pelicans desangraron a sus rivales. El 43-19 que reflejaba el marcador era la prueba más clara de que sólo había existido un equipo sobre el parqué del Smoothie King Center.

Una precisión decisiva

Había terminado inspirado el primer periodo y en el comienzo del segundo quiso presentar su candidatura a brillar en el partido. Rivers encestó un triple en su primera oportunidad y registró así nueve puntos con 4-4 en tiros de campo. En el bando de Minnesota, cinco puntos seguidos de Brewer trataban de reducir los efectos del temporal. Fue una descripción de los primeros minutos del segundo cuarto: Rivers lideró a los suyos, encontrando colaboración anotadora en Gordon y Anderson, mientras que Brewer trató de luchar en una guerra solitaria suicida.

Los locales encestaron ocho triples de nueve intentos en los dos primeros cuartosLa ventaja de los aplastantes Pelicans superó los treinta puntos a falta de cinco minutos y medio para el descanso. Un triple desde la esquina de Anderson supuso el 60-29 a favor de los locales, que disfrutaban agradando a una tranquila afición. La superioridad de New Orleans era insultante, con todos sus jugadores importantes aportando en positivo cada vez que el balón pasaba por sus manos.

Especialmente llamativa fue la serie de tiros de tres puntos que consiguieron los Pelicans. Un triple de Gordon que supuso el 67-31 fue el octavo encestado por los locales en nueve intentos. El rendimiento de los de blanco era impoluto e inalcanzable para unos Wolves que no sabían cómo tapar tantas grietas.

Hasta el descanso, New Orleans siguió paseándose por el parqué del Smoothie King Center a costa de Minnesota, que sólo consiguió puntos a la desesperada con acciones individuales. Hacía tiempo que la paliza era una realidad.

La hoja de estadísticas tras los dos primeros cuartos era la perfecta definición de lo que el resultado de 80-44 evidenciaba. Los Pelicans registraron 31-43 en tiros de campo (72,1 %) con 8-9 en triples (88,9 %), mientras que los Wolves estaban a años luz de ese rendimiento con 17-40 en tiros de campo (42,5 %) y 1-5 en triples (20 %). Además, las 11 pérdidas de los visitantes comparadas con las cuatro de los locales mostraban que la diferencia iba más allá de la precisión de las muñecas.

Los 43 puntos del primer cuarto y los 80 al descanso marcaron dos nuevos récords en New OrleansLos dos primeros tiempos no sólo fueron extraordinarios para New Orleans, también históricos. Los 43 puntos del equipo en el primer cuarto y los 80 al descanso marcaron dos nuevos récords para la franquicia, contando desde su traslado a New Orleans en 2002 (los registros en Charlotte han pasado a pertenecer a los Charlotte Hornets).

Davis (16 puntos, tres rebotes y tres asistencias), Holiday (14 puntos y seis rebotes), Gordon y Rivers (ambos con 11 puntos) eran los cuatro jugadores que al descanso ya habían alcanzado los dobles dígitos en anotación para New Orleans. En Minnesota, sólo Brewer (13 puntos y tres robos) y LaVine (11 puntos) habían logrado destacar entre tanta embestida del rodillo local.

No hay descanso en la paliza

El paso por los vestuarios no cambió la mentalidad de ninguna de las dos escuadras. Los locales regresaron a la cancha con la motivación de aplastar aún más al rival, a la vez que los visitantes vagaban como almas en pena por el parqué, sin esperanzas ante semejante paliza.

Movimiento de balón, triples, acierto en el tiro y presencia interior continuaron siendo los factores en el tercer cuarto del imperial dominio de los Pelicans. En la defensa de su propio aro no había mucho por lo que preocuparse con unos Wolves individualistas y naufragando desde los primeros minutos.

Con cuatro minutos y medio separando la acción del final del tercer periodo, Evans hizo redondo el dominio de New Orleans: 100-66 con mucho tiempo por jugar. Aún quedaba rato para la diversión local y el sufrimiento visitante.

El tercer periodo perteneció a Evans y Holiday, con diez puntos cada uno en el cuarto. Wiggins, por su parte, fue entonces el guerrero solitario de Minnesota, sin más motivación que tirar de un carro destruido. El novato anotó 13 tantos en el cuarto.

Cierre sin fuegos artificiales

El telón se bajó en el Smoothie King Center con una clausura poco espectacular. Ambos entrenadores dieron por terminado el partido, y concedieron oportunidades a los jugadores que viven a la sombra de la rotación. En el caso de los Pelicans, el quinteto titular no saltó al parqué en el último periodo.

Budinger por parte de los Wolves (nueve puntos en el cuarto) y Babbitt en los Pelicans (seis puntos) fueron lo más destacable de un pobre cierre en el que los asientos de la grada se fueron vaciando y la tensión baloncestística bajó.

Cuando la bocina indicó el final del partido, la afición que quedaba en el estadio miró al electrónico y pudo ver un autoritario 139-91, dando una ovación como moneda de cambio por el gran rendimiento de los suyos.

Noche de récords

En la madrugada del viernes al sábado 15 de noviembre de 2014 el libro de récords de los New Orleans Pelicans no dejó de reescribirse. Junto a los nuevos registros de la primera parte (43 puntos en el primer cuarto y 80 al descanso), los 139 puntos finales, los 56 tiros de campo encestados, el 66,7 % de acierto en el lanzamiento y la diferencia final de 48 puntos (la ventaja máxima llegó a ser de 53 puntos) marcaron nuevos topes. Además, igualaron el registro histórico de la franquicia con 15 triples encestados.

Para los Minnesota Timberwolves también fue una noche histórica: nunca antes habían perdido por tanta diferencia en el marcador ni habían encajado tantos puntos.

Los mejores del partido

New Orleans Pelicans: Holiday (24 puntos y nueve asistencias), Davis (22 puntos), Rivers (17 puntos) y Evans (16 puntos, siete asistencias y seis rebotes).

Minnesota Timberwolves: Wiggins (20 puntos y cinco rebotes), Brewer (18 puntos) y LaVine (13 puntos).