Sacramento Kings venció a Chicago Bulls por 103-88 en el Sleep Train Arena tras un partido muy sólido de la franquicia californiana. Después de un único período -el inicial- que no pudieron amarrar, los Kings partieron desde la buena defensa para ir minando poco a poco la proyección ofensiva de los Bulls y hacerse con una trabajada victoria en casa.

Hasta el rabo todo es toro

Los visitantes sí salieron mejor al partido. Más lúcidos, como si debieran de hacerlo todo rápido para que el rival no se diese ni cuenta. Claro, no contaban con Derrick Rose y Pau Gasol y eso les restaba puntos a la larga. Una muy buena dirección de los bases, tanto Kirk Hinrich (aunque pareciera estar más preocupado de picar a Cousins) como Aaron Brooks, hacían circular el balón en ataque de tal manera que Chicago tenía muchas facilidades de cara al aro. El primer envite acabó 22-29, lo que sería un mero espejismo bull a la postre.

En el segundo cuarto ya se cambió de panorama. Era menos negro para los Kings, no como su camiseta. El público supo reaccionar y hacer reaccionar a sus chicos. Pese a ser un partido retransmitido a nivel nacional, la grada se volvió a llenar y fue capital para la victoria de los de California. Ese empujón del público se personificó en dos jugadores, que dieron y mucho de sí en esos minutos: Williams y Gay. Ambos sumaban de diez en diez. Derrick Williams anotó sus 10 puntos finales en la primera parte y Rudy Gay anotó 10 de sus 20 puntos en este segundo período. La remontada ya estaba servida al descanso, 52-47, sólo hacía falta digerirla bien.

Y así fue. El equipo de Illinois seguía topando con un cuadro muy bien plantado, el de Michael Malone. Y DeMarcus Cousins era su ariete. No se le escapa una al pívot, y a los demás tampoco se les pasaba por alto quién es y qué hace. Pero fue él el que acabó desesperando a todos. Con 22 puntos y 14 asistencias fue el más acertado del enfrentamiento, hasta el punto de poder sacar de quicio a alguien como Joakim Noah (y no al revés). Hasta hacía de director si se lo pedía el cuerpo.

Superando ya la barrera psicológica de los diez puntos de ventaja al entrar en el último cuarto y con la seguridad que te da tener a alguien como Darren Collison (17 puntos y 12 asistencias) dirigiendo tu equipo, los Kings ya andaban más tranquilos. Se dedicaron a jugar y hacer disfrutar a su fiel hinchada. Los Bulls, por más que Jimmy Butler (23 puntos y 8 rebotes) se empeñaba, no llegaban a un nivel de rendimiento mínimamente regular para poder hincarle el diente al equipo local. Omri Casspi (14 puntos) cuajó un buen partido desde el banquillo, que lo celebraba sabiendo que se habían llevado un partido importante y de mérito en casa. Bocina final con 103-88 y séptimo partido ganado por los Kings esta temporada.

Estos Kings no bromean

Los Bulls trataban de conseguir un récord histórico de su franquicia, pero fallaron. Querían ser los primeros Bulls en ganar los siete primeros partidos fuera de casa de forma consecutiva, pero fallaron. Y quizá una parte se deba a que fallaron en el triple: anotaron sus cinco tiros de tres en el primer período, pero luego se estancaron y fallaron los ocho restantes. Eso contrasta con los contrarios, Sacramento Kings, que llegaba al partido como el peor equipo en porcentaje de tres y se llevó un 4/6 desde fuera del arco.

Chicago deja Sacramento con 8-4. Sigue arriba en el Este, pero con desequilibrios en la plantilla cuando alguien falta. Por su parte, 7-5 para unos Kings que están haciendo de su casa un auténtico fortín.