Los New Orleans Pelicans se impusieron a los Houston Rockets en el Toyota Center en una nueva exhibición de Anthony Davis, llamado a ser MVP de la liga en uno de los próximos años si no lo logra éste. El de Illinois dominó la pintura durante todo el partido, tal y como reflejan los números: fue el máximo anotador (30), reboteador (14) y taponador (5) del partido. Unos números de crack.

Los Rockets se vieron hoy mermados por un desacierto desde el triple que acabó condenándoles. Los de Texas, con diferencia el equipo que más lanzamientos de tres puntos anota por partido, se quedaron hoy en un pobre 24% que les hizo quedarse en 6 triples convertidos, muy por debajo de los registros a los que acostumbran. Estos dos factores fueron sin duda los determinantes del choque.

Una igualdad aparentemente inamovible

Desde el inicio del partido la sensación era de que éste se decidiría en los instantes finales. Las diferencias era escasas, de hecho hubo que esperar 17 minutos para ver a ambos equipos separados por más de cuatro puntos, y los cambios en el marcador muy constantes. Hasta 16 veces el partido cambió de líder, y 18 fueron las ocasiones en las que ambos conjuntos llegaron a ir empatados. A la vista de esto, la ausencia de una prórroga parece casi un milagro.

Con un parcial de 9-2 al final del segundo cuarto los Pelicans establecieron un 46-39 que era hasta el momento la máxima diferencia del partido y que les daba un poco de aire antes del descanso. No obstante, nunca pareció que el partido fuese a romperse, pues había sido consecuencia de un pequeña de esas que tanto abundan en la NBA, no de la superioridad de un equipo sobre otro. Con este marcador al descanso, el tercer cuarto se presentaba como un trámite necesario para llegar al último y decisivo cuarto cuarto.

El apoyo de Holiday decanta la balanza

Así fue: los minutos iban desapareciendo pero no lo hacía una igualdad que el marcador habría reflejado al final del tercer periodo de no ser por un triple de Daniels sobre la bocina que devolvía a los Rockets la ventaja. Davis era amo y señor del partido, pero estaba demasiado solo y eso era lo que mantenía con vida a los de Kevin McHale. Ninguno de sus compañeros llegaba a la decena de puntos, lo que hacía que los 22 créditos con los que contaba el hombre con las cejas más famosas de la liga sólo sirvieran para mantener un panorama que estaba cerca de cambiar.

Un parcial de 14-5 en los cuatro primeros minutos del periodo decisivo hicieron saltar las alarmas en Houston, pues los Pelicans habían tomado una ventaja que ya no abandonarían. Con los suyos al frente, Holiday irrumpió en el partido con una serie de acciones espectaculares que truncaron los intentos de remontada local: primero un espectacular 2+1 que llevó la ventaja a 8 puntos que suponían el máximo en aquel momento, y luego con dos canastas consecutivas justo cuando más apretaba la grada del Toyota Center para llevar la diferencia a las dos cifras.

La aparición del base, que en el último cuarto sumó 8 puntos, 5 asistencias, 3 rebotes y un robo de balón, fue demasiado para unos Rockets que vieron poco a poco cómo eran incapaces de reducir los escasos puntos que los separaban de su rival hasta que el tiempo expiró. Nadar para morir en la orilla, y nunca mejor dicho, pues fue un partido en el que siempre tuvieron posibilidades pero al que nunca llegaron a dar el zarpazo definitivo. Al final, un 90-99 que trunca las posibilidades de los de Texas de acercarse a la cabeza de la liga y permite a los de Monty Williams continuar huyendo de los Thunder y de su escapada hacia los Playoffs.