Cada dato arrojado en las previas anunciaba la dimensión de lo que se iba a ver sobre el parqué del Philips Arena. Todas las estadísticas, tan elocuentes como fundamentales para entender las dos trayectorias, se resumían en una sola. Bueno, ni siquiera era una estadística. Era un hecho, un “fact”, como les gusta decir a los norteamericanos: se enfrentaban por primera vez en la temporada los dos mejores equipos de la NBA. El líder de la Conferencia Este contra el líder de la Conferencia Oeste: Atlanta Hawks contra Golden State Warriors. Los Hawks defendían su impecable trayectoria como locales: 11 victorias consecutivas. Mientras que los Warriors pretendían ganar para colocar el 6-0 en sus partidos fuera de casa contra equipos del este. Y en el plano individual, sobre la cancha: cinco All Star (entre ellos, el más votado) y tres participantes en el concurso de triples. ¿Qué más se puede pedir?

Siete jugadores de Atlanta acabaron el partido con dobles dígitos en anotación

El encuentro comenzó con un ritmo trepidante, característica que, tal vez por las virtudes de Golden State, beneficiaba a los californianos. Sin embargo, en los compases de apertura, fueron los Hawks quienes mostraron más soltura a la hora de atacar. Un parcial de 7-2 (con Millsap y Teague anotando desde dentro y desde fuera) así lo reflejaba. Pero pronto reaccionaron los Warriors, Klay Thompson -y la línea de tres puntos- mediante. Un nerviosismo propio de una final estaba a flor de piel: ambos conjuntos atacaban con prisas y sin masticar jugadas, sorprendente en el caso de Atlanta. Y claro, de esta coyuntura se beneficiaron los Warriors (ya con un Curry más activo), que acabaron el cuarto con tres puntos de ventaja (24-21) sobre los locales y con sensaciones renovadas tras los primeros minutos. Y en parte, también, gracias a la aportación de la segunda unidad: Barbosa, Iguodala, David Lee o Marreese Speights.

Atlanta anotó la friolera de 38 triples con un acierto del 55% desde la larga distancia

Un triple de Bazemore abrió la veda en el segundo periodo. Un espejismo: los Warriors anotaron todo lo que tiraron durante los siguientes dos minutos. Hasta que los Hawks dijeron basta. Y lo dijeron propinando a los californianos su propia medicina: los triples. Primero Bazemore y después Korver, el mejor triplista de la NBA (más del 50% desde la larga distancia) colocaron el empate a 34 en el marcador. Alarmado, Steve Kerr pidió tiempo muerto. A la vuelta del time out, los dos equipos intercambiaron golpes. No obstante, los Hawks no lograban ponerse por delante el marcador: Golden State truncaba cualquier posibilidad gracias a su incremento en el porcentaje de acierto en el tiro, tan pobre al inicio del choque. Anotaban los Hawks, anotaban los Warriors. Así se sucedieron los minutos, pero poco a poco Atlanta fue comiendo terreno a los visitantes. El punto álgido aterrizó con el descanso: lucha encarnizada a la hora de encestar y 52-52 en el videomarcador. Los 18 jugadores que habían pisado el parqué, a excepción de Pero Antic, habían anotado. El partido entre los dos mejores equipos de la NBA no defraudaba. 

72 puntos de los Hawks en la segunda parte

Los Hawks empezaron como un tiro el tercer cuarto. Sin contemplaciones. Exprimiendo todo lo posible y más la larga distancia, siendo muy rápidos en las transiciones y aprovechando los despistes de Golden State Warriors: al inicio del tercer cuarto, los locales ya habían robado siete balones. Un parcial de 12-3 explicaba este compendio de circunstancias, y el tiempo solicitado por Kerr lo reafirmaba. Los Warriors decidieron ignorar a la teoría y a la prosa y saltaron directamente al bombardeo del aro. Tres triples -dos de Curry y uno de Thompson- propiciaron que la ventaja se redujera a solamente tres puntos en favor de Atlanta. Con un enfado considerable, Mike Budenholzer frenó momentáneamente la sangría con un tiempo muerto a cinco minutos del final del cuarto. Esta vez sí que hubo reacción positiva. Fue entonces cuando, entre los focos que alumbraban a Curry y a Thompson, apareció en escena un secundario (si es que existen en los Hawks): Mike Scott. Dos triples suyos permitieron a Atlanta acabar los 12 minutos con cinco puntos de ventaja (89-85). 

Atlanta acudió a la cita del último periodo con la misma mentalidad ganadora con la que se había labrado una ventaja durante el tercer cuarto. Y eso que los Warriors no se despegaban. Ante el atasco, ambos equipos optaron por probar a sus excelentes lanzadores desde más allá de la línea de triple. Los Hawks golpeaban más duro, y tras tres minutos disputados ampliaron su ventaja a ocho puntos. Sin embargo, los Warriors apretaron los dientes en defensa e intensificaron los marcajes: parcial de 9-4 para los californianos y 102-99 en el marcador en favor de los de Georgia. Budenholzer solicitó un tiempo muerto que surtió un efecto inmediato: a base de triples (Korver, Mike Scott) y gracias a una aportación coral excelente, los Hawks colocaron el 116-108 a dos minutos del sonido de la bocina. Una canasta de Curry a 50 segundos acercó a Golden State, pero a la postre resultó insuficiente: los Hawks se llevaron la victoria (116-124) y cortaron una racha de derrotas ante los Warriors en casa que se prolongaba desde 2010. Hay nuevo líder en la NBA y se reside en Georgia. Que siga la fiesta.