El mercado de traspasos en la NBA también ha dejado hueco para uno de los reencuentros más emocionantes de la liga. A pesar de estar a punto de retirarse y no tener aspiraciones deportivas ni el jugador ni el equipo, Kevin Garnett vuelve a la franquicia que le colocó en la élite: Minnesota Timberwolves.

Ocho temporadas han hecho falta para que la afición de Minnesota vuelva a ver a su mayor ídolo vistiendo la camiseta de los Wolves. Se marchó en 2007 buscando el anillo de campeón que finalmente encontró en Boston, y dejó los Celtics como un héroe en 2013 para jugar en Brooklyn Nets. Después de una temporada y media en el fallido proyecto del equipo neoyorquino, regresa al principio en la que será su decimotercera temporada como jugador de Minnesota sumándola a su primera etapa.

En el curso vigente, Garnett ha promediado 6,8 puntos y 6,8 rebotes en 42 partidos, todos como titular. Cambia un equipo que se aproxima a una gran reconstrucción para recalar en unos Wolves que son el segundo peor conjunto de la liga con un balance de 11 victorias y 42 derrotas. Un traspaso, por tanto, con valor más emocional que deportivo.

A cambio de Garnett, los Nets reciben a Thaddeus Young. Destinado a brillar junto a Andrew Wiggins, el ex de Philadelphia no ha dado la talla en un equipo perdedor como Minnesota y recala en unos Nets que le darán protagonismo. En la presente campaña ha promediado 14,3 puntos y 5,1 rebotes.