Contra Philadelphia 76ers jugó con una máscara especial para protegerle de su fractura sufrida hace unos días, y llegó a unos números que sólo había conseguido Vince Carter en los últimos 30 años; más de 45 puntos, 15 rebotes y diez asistencias. Russell Westbrook lo había vuelto a hacer.

El base es el sexto jugador en la historia de la NBA en conseguir cuatro triples-dobles seguidos, tras Michael Jordan, Chamberlain, Robertson, Stokes y Magic Johnson. En las últimas 40 temporadas de la NBA, solo Jordan, Magic y Westbrook han cosechado al menos cuatro triples-dobles consecutivos. Además, con sus tres partidos seguidos con más de 40 puntos y triple-doble se ha unido a Jordan y a Pete Maravich como los únicos en lograrlo. Empata también a Larry Bird en puntos conseguidos en un triple-doble, con 49, los que más en los últimos 23 años.

Sexto en la historia en conseguir cuatro triples-dobles seguidos y tercero con más de 40 puntos en un triple doble, entre otros récords.

Lo sencillo es aportar esta nube de datos al análisis común, lo complejo es explicar cómo. A la vez, puede resultar sencillo: sus condiciones hacían presagiar que esta catarsis de baloncesto y fuerza sobrehumana podría llegar a ocurrir en algún momento, pero voces disidentes negaban que pudiera rozar el nivel que está mostrando el excéntrico base de Oklahoma, por su, en ocasiones, perjudicial falta de tranquilidad.

Su compañero Andre Roberson le provocó una lesión en el pómulo de la que tuvo que operarse el pasado domingo, lo que le llevó a perderse el partido anterior, ante los Lakers. La máscara no le importó, ni nadie que se pusiera por delante de él cuando el balón rozaba sus manos. Una acción orientativa podría ser un coast to coast realizado en el primer cuarto, a falta de poco más de tres minutos, lo que sintetiza perfectamente la más pura esencia de su juego.

49 puntos y 16 rebotes son máximos en su carrera, y los consigue en un triple-doble; en un mismo partido (y con máscara), todo muy peculiar. Terminó, como no podía ser de otra manera, ovacionado por su público, bajo gritos de "¡MVP, MVP!". Acudió a la línea de tiros libres para lanzar 20 veces, acertando 16, por lo que el público tuvo ocasiones para corearle. Todo mientras su más fiel amigo, Kevin Durant, disfrutaba sentado en el banquillo como un niño pequeño, contribuyendo a envalentonar al público.

¿Qué piensan desde el otro bando?

Jason Richardson dijo al término del encuentro: "Es increíble verle jugar. Hay que quitarse el sombrero con este tipo. No se desentiende de ninguna jugada, juega a ambos lados de la cancha, hace de todo, es tremendo ver a un jugador con tanta pasión por ganar".

@okcthunder

Brett Brown, entrenador de los Sixers, añadió: "Es un sentimiento contradictorio: te vas frustrado y a la vez te haces su fan. Tiene unas condiciones físicas tremendas y es tremendamente competitivo, una combinación fantástica".

La ola de datos no quedó ahí: es ya sabido que fue MVP del All-Star Game, con 41 puntos, a un punto del récord de todos los tiempos de Wilt Chamberlain. Pues bien, sus números desde el fin de semana de las estrellas son 33,7 puntos, 10,6 rebotes y 11,2 asistencias. Observar y callar, nada más que añadir.

Las barbaridades del Westbrook de esta temporada recuerdan a números del mejor Kevin Durant, aunque en un prototipo de jugador diferente. Además, los cambios surgidos en Oklahoma después del cierre del mercado de fichajes han beneficiado al base, ya que cuando no está él (pocas veces, basta ver sus números) hay alguien para anotar sus pases, lo que catapulta su número de asistencias por partido.

No cabe duda de que su nivel es ya para entrar de lleno y con pies de acero en la lucha por el MVP de la temporada, reservado hace una semana escasa para Curry, Harden y LeBron. RussWest lo va a pelear hasta el final, y con los Thunder peleando por entrar en el playoff del Oeste motivación no le va a faltar.

Antes del partido - Philadelphia (@okcthunder)

Es el referente del equipo, todo pasa por él, su talento innato para finalizar hace el resto. En perfecta armonía con un físico imparable, absolutamente arrollador en noches como la del 5 de marzo de 2015.

Desde su aterrizaje en 2008 en la NBA, no ha hecho más que crecer en puntos por partido y rendimiento en pista. A pesar de las sensaciones que pueda transmitir en algunos partidos, cada vez menos, es una máquina que avanza hacia la perfección, año a año con una marcha más.

Quién sabe si le quedan otros cuatro triples-dobles más en los siguientes partidos de Oklahoma. Lo que actualmente se conoce es que este jugador es el líder de un equipo (por qué no, estando como está y teniendo lesionado a quien tienen) candidato a todo. Lo que también es evidente es que este chaval de Hawthorne, California ya ha escrito una página en el libro de la NBA. Y a sus 26 años, en plena madurez, sigue teniendo la pluma en la mano, porque quiere más.