11 puntos contra los Knicks, con 4/5 en tiros de campo. Así superó Luis Scola los 8.000 puntos anotados en la liga de baloncesto norteamericana. En el Madison Square Garden, la meca del baloncesto, pocos lugares mejores para una efeméride personal. El argentino cumple esta temporada su octava en la NBA, desde que salió de Vitoria dejando su impronta en la liga ACB, y, desde entonces, siempre ha superado los diez puntos de media, hasta el pasado año, que promedió 7,6 acompañados de una disminución de minutos de 26 a 17.

Esta temporada ha subido dos puntos por partido en la franquicia de Larry Bird, hasta los 9,6 puntos por noche, además de 6,5 rebotes para acompañar. La inteligencia por bandera, aprovechando su físico (difícil de mover de espaldas a canasta) y sus fundamentos de cara al aro. Sus cinco primeras temporadas las jugó en Houston Rockets, que apostaron fuerte por él para sacarlo del, por entonces, TAU Cerámica de Vitoria (actual Saski Baskonia). Alcanzó su máximo rendimiento la temporada 2010-11, la penúltima en la franquicia tejana, con 18,3 puntos y 8,2 rebotes en más de 32 minutos. Después, pasó una en Phoenix y estas dos últimas, en Indiana Pacers.

La edad no perdona, y el físico tampoco. Sus minutos se han visto reducidos paulatinamente, aunque este año está jugando tres más que el pasado. Ha sido pilar de la selección argentina durante la primera década del siglo XXI, siendo el máximo anotador del Mundial de Turquía en 2010, con una media de 27,1 tantos. Además, fue MVP del Torneo de las Américas de 2011, con 21,4 puntos por encuentro, y ha sido nombrado uno de los cinco mejores deportistas argentinos de la década 2000-2009, al ser condecorado con el Premio Konex (diploma al mérito).

Su padre también fue baloncestista, Mario Scola, y su principal valedor, inculcándole el arte de la pelota naranja. Creció en el Club Ciudad de Buenos Aires y, desde muy pequeño, en las categorías inferiores de la selección argentina. En 1998 dio el salto y fichó por el TAU Cerámica Vitoria y, tras dos años cedido en Gijón, jugó los siguientes siete, desde el 2000 hasta el 2007, en ACB, donde ha conseguido sus mayores logros, al lado de sus compatriotas Pablo Prigioni y Andrés Nocioni, y de ilustres, como José Manuel Calderón o Tiago Splitter, entre otros muchos, en la época de mayor esplendor del club baskonista.