Los Golden State Warriors consiguieron una victoria crucial en sus aspiraciones por llegar a las Finales de la NBA, y colocaron el 2-0 en su serie contra los Houston Rockets después de un partido de muchos quilates. Con los dos mejores jugadores de la temporada, Stephen Curry y James Harden, manteniendo un duelo majestuoso en su galaxia personal, los locales hicieron valer su mayor consistencia como conjunto para doblegar a unos visitantes demasiado dependientes de su barbuda estrella. Tras dos partidos en el infernal Oracle Arena de San Francisco, es el turno de Houston para que el miedo escénico sea el factor clave que consiga doblegar a unos Warriors imparables.

Ese baloncesto que solo Golden State sabe hacer

Solo los dos mejores equipos de la Conferencia Oeste podían ser capaces de soportar el endiablado ritmo con el que comenzó la contienda. Desde el primer minuto, los locales dieron un clínic de movimiento de balón y juego en equipo a una velocidad que en San Francisco y en ningún lugar más saben imprimir. Los Warriors no necesitaron la versión más precisa de Stephen Curry, que registró varias pérdidas, aunque fue el base perfecto para canalizar el vendaval de los de blanco. Bogut, imperial en las dos pinturas, y Thompson, con la mano caliente desde la media distancia, fueron las principales espadas de Golden State.

El primer cuarto abrió el partido con un ritmo endiablado y unos Warriors brillantes, moviendo el balón a velocidad de vértigo y desplegando un juego de campeónEn el otro bando, los hombres de Kevin McHale no iban a ser marionetas a merced de la locura de Oakland. No desplegaron un ataque tan impresionante como el local, pero hicieron valer su enorme calidad individual para hacer pagar los despistes defensivos a los Warriors. Houston trató de hacer daño en la pintura con Jones, Smith y un desacertado Howard, mientras Harden contribuyó al necesario goteo de puntos. Si había un equipo capaz de mantener la compostura y resistir el martilleo de los Warriors sin descomponerse, ese era el de Texas.

En el final del cuarto, Curry explotó. El base encestó cuatro triples en apenas dos minutos y medio, destapándose como la gran autoridad anotadora del partido y retando a Harden a un bonito duelo de matadores que se prolongaría durante todo el partido. El '30' y el '13' mantuvieron durante toda la noche un diálogo encestador prodigioso, con el debate del MVP ganado por Curry de fondo.

A dormir, que viene Harden

Supersónico, incontenible, a otro nivel. Golden State comenzó el segundo periodo con Curry en el banquillo, pero poco importó. Haciendo honor al sobrenombre de 'guerreros', los pupilos de Steve Kerr parecieron poseídos por una inspiración divina para jugar al baloncesto a la perfección. Cada movimiento tenía sentido, cada segundo era agotador para los Rockets y no había un paso en falso: si el rival no estaba dispuesto a correr tan rápido como los locales, sería engullido por el vendaval instalado en el Oracle Arena. Todo, a su vez, envuelto en una atmósfera exageradamente ruidosa en la grada, con un público entregado en garganta y alma a la causa de los suyos.

Así, con perfecta aportación coral y coordinación milimétrica, los Warriors abrieron la primera gran brecha en el marcador. Un parcial de 13-4 dio un serio aviso: con 49-32 como resultado, la escuadra local terminaría de romper la contienda si el cuadro visitante no reaccionaba. Pero si los Rockets han llegado a las Finales de la Conferencia Oeste, es porque también han sabido sufrir y remontar tras la tempestad.

Houston aprendió a ralentizar el partido y defender su perímetro. Junto a 12 puntos de Harden en el segundo cuarto, la franquicia texana remontóLa franquicia de Texas reaccionó desde el banquillo. Kevin McHale vio que la primera piedra de la reacción de su equipo debía basarse en un movimiento clave: detener el alocado ritmo del partido. Para ello, interrumpió la inspiración local con tiempos muertos, y tomó la timón para serenar a los suyos y acercarse en el electrónico. El juego pasó a ser más estático, con ataques más largos, y los Rockets aprendieron de los minutos transcurridos para cambiar y pasar a realizar una buena defensa de perímetro que desactivó a Curry y compañía.

En ataque, con barbas y a lo loco. El apetito de Harden desbordó a los de San Francisco, y los Rockets se apoyaron en los 12 puntos en el cuarto de su estrella para endosar un parcial de 6-23 que sirvió para empatar el partido. Con la autoritaria reacción de la escuadra texana se llegó al descanso en empate: 55-55.

Nadie se queda atrás

La arrolladora racha de los Rockets no se detuvo por el descanso. Tras el paso por vestuarios, los papeles se cambiaron radicalmente respecto a lo sucedido en el inicio del choque: Golden State pasó a correr detrás del balón, víctima de un buen movimiento del esférico por parte de Houston. Sin embargo, un equipo de sangre caliente como los Warriors solo necesitó un par de canastas para reencontrarse con las buenas sensaciones sobre el parqué. Y cuando los dos conjuntos se entonaron, comenzó el intercambio de golpes con el marcador equilibrado.

Curry y Harden cargaron con la responsabilidad sin miedo. Green y Jones fueron sus respectivos escuderos de lujo bajo los tableros, pegándose con quien hiciera falta. De nuevo dialogando en el lenguaje de las canastas, no hubo una voz que se alzara con más fuerza por encima de la otra, y los dos equipos llegaron parejos al último y definitivo cuarto con 77-75 en el electrónico.

Éxtasis en San Francisco

Descansaron Curry y Harden en los primeros compases del último cuarto, y dieron un paso adelante los secundarios de Golden State. Hombres como Livingston y Barbosa mantuvieron el nivel necesario ofensiva y defensivamente, mientras los Rockets, ligeramente atascados, volvieron a proponer aclarados para Harden con el objetivo de salir del problema.

Golden State empezó el último cuarto haciendo daño con alternativas como Bogut y Green, mientras sus rivales dependían de las acciones individuales de HardenEl encuentro entró así en una dinámica en la que los Warriors conseguían anotar con muchas alternativas, ya con Curry en pista, y solo recibían contestación con ataques monopolizados por The Beard. Los Rockets se volvieron predecibles y dieron señales de cansancio, mientras Golden State encontró su 'momentum'. Al tiempo que Harden se desesperaba por resolver la guerra por su cuenta, los locales celebraban canastas de Bogut y Green, que reclamaban su merecida parte de protagonismo. Y, por supuesto, con Curry y su exquisita muñeca como guía hacia la victoria. El Oracle Arena contribuyó al miedo escénico: se transformó en una caldera para empujar en los minutos finales como si de un sexto jugador se tratara.

Como premio a su esfuerzo, el equipo de Steve Kerr construyó una ventaja que se movió alrededor de los seis puntos con la psicológica barrera de los tres minutos para el final ya superada. A falta de 1:39, Curry encestó limpio un tiro de media distancia ante la inútil oposición de Jones que puso un 98-90 que sonaba a decisivo.

Harden siempre vuelve... pero no en casa de Curry

Lo último que quisieron los Rockets fue que ocho puntos les mataran con tantos segundos por jugar. En un gran ejercicio de supervivencia, Houston remontó rápidamente y, con una defensa intensa en la que aplicó constantemente un dos contra uno contra Curry, se puso a tres puntos con 49 segundos por jugar. No quedó ahí el resurgimiento texano: en la siguiente posesión, la asfixiante presión de los de McHale provocó que Curry no consiguiera sacar el esférico jugado y los Warriors perdieron la bola por pasar más de ocho segundos en campo propio.

Un mate de Howard en alley-oop con Harden hizo subir al electrónico un 99-98 de infarto con 33 segundos por disputar: Houston aún dispondría de una última posesión. Golden State sucumbió a una buena defensa del aro de los Rockets y Barnes falló una bandeja a aro pasado, dejando la bala final en manos de Harden y siete segundos todavía en el reloj.

Un parcial de 1-7 en un minuto dio esperanzas a los visitantes, pero en la última jugada el doble marcaje impidió que Harden intentara el tiro de la victoriaSi Curry había sufrido segundos atrás el doble marcaje de los visitantes, los Warriors pagaron con la misma moneda a sus rivales. Harden se vio rodeado por The Splash Brothers, y entre Curry y Thompson consiguieron que el escolta pasara desesperado a un Howard que, desde la línea de tres puntos, poco podía hacer. El pívot buscó de nuevo a The Beard, pero al devolverle el balón solo terminó de ahogar a su compañero. Golden State logró que su gran dolor de cabeza durante la noche ni siquiera pudiese tirar, y el choque murió con una imagen que dijo más que mil palabras: Curry y Thompson abrazados mientras Harden se lamentaba con la cara contra el parqué.

The Beard había nadado hasta la orilla, en ocasiones casi en solitario, pero los Warriors son mucho más que un MVP como Curry. Son un grupo eléctrico y espectacular cuando se entona y compacto cuando sufre. Como premio a su trabajo, los de San Francisco ya se colocan 2-0 en las Finales de la Conferencia Oeste. La serie viaja ahora a Houston, donde los Rockets se la juegan a todo o nada.

Los mejores del partido

Golden State Warriors: Stephen Curry (33 puntos, seis asistencias, 13-21 en tiros de campo y 5-11 en triples), Andrew Bogut (14 puntos y ocho rebotes) y Draymond Green (12 puntos, ocho rebotes y siete asistencias).

Houston Rockets: James Harden (38 puntos, diez rebotes, nueve asistencias, 13-21 en tiros de campo y 3-6 en triples), Dwight Howard (19 puntos y 17 rebotes) y Terrence Jones (12 puntos).