En la NBA, como en la vida, hay muchas formas de llegar a un mismo punto. La sabiduría popular española tiene una archiconocida expresión para ello: “Todos los caminos llevan a Roma”. Pues la tierra prometida, esa Roma, es meterse en las Finales. Las Finales son la recompensa al trabajo de todo un año, un premio al esfuerzo y al acierto, más valioso de lo que puede parecer sin lo comparamos con el premio máximo que supone ganar el Anillo. El objetivo es el punto al que llegar, un punto con unas coordenadas dadas pero en el que tú eliges cómo llegar, así que los caminos son diversos.

“Hay de todo en la viña del señor”, un dicho más bíblico, también hace honor a ese viaje a través del calendario para llegar a junio como finalista. Hay múltiples estrategias para poder cumplir un objetivo, y tanto Golden State Warriors como Cleveland Cavaliers han sido capaces de utilizar dos vías distintas para plantarse con entereza en uno de los acontecimientos deportivos del año: las Finales de la NBA.

¿Quién es quién?

Algunos de los nombres ya los conocemos de sobra. Los que lideran el cotarro, los gallos del gallinero, los que dominan y controlan la situación. Los que cargarán con una mochila más pesada que el resto porque tienen las espaldas más hechas para tal cometido. Les conocemos de sobra a la mayoría, y a algún otro le estamos viendo asomar la cabeza a la par que hace aspavientos para pedir paso.

Fuente: RantSports

Stephen Curry es la estrella de los Warriors. Es la estrella de un equipo sin estrella. Su compañero de fechorías baloncestísticas se llama Klay Thompson, y ambos conforman los “Splash brothers”. Draymond Green es pulmón y riñón, da aire y filtra con sólo un movimiento. Harrison Barnes es una de las rocas del conjunto, ya que la excesiva rectitud de su espigada figura permite a otros compañeros despegarse del trabajo sucio para poder lucirse. El habitual quinteto lo completa el aussie Andrew Bogut, un seguro de vida en defensa y ataque mientras sus continuas lesiones se lo permiten.

Fuente: Turner

LeBron James, en el lado de los Cavaliers, sí es la estrella indiscutible. Es el centro gravitatorio, la primera piedra del proyecto. Pero se ha sabido rodear bien. Kevin Love está lesionado, pero Tristan Thompson ha sabido asumir su rol durante toda la temporada para guardar las espaldas de James. La otra pieza de una fórmula altamente repetitiva a la vez que efectiva en las últimas temporadas, la del “Big three”, es Kyrie Irving, un base eléctrico y con magia en los dedos cuando agarra el balón que ha llegado a eclipsar al propio LeBron gracias a actuaciones sublimes.

En el éxito de la segunda unidad siempre hay una clave

Cuando la temporada está muy avanzada hace falta refresco. Un soplo de aire para que el motor siga funcionando, una nueva mano para que la obra siga su curso. La rotación es, en este punto, importantísima.

David Blatt ha ido haciendo probaturas, pero parece haber dado con un paradigma estable. Iman Shumpert y J.R. Smith se alternan en el puesto de escolta, mientras que también incluye -aunque menos- a Perkins o Haywood por culpa de las lesiones de Love y Varejao. Uno de los fijos, además de estar completando un gran papel, es el base oceánico Matthew Dellavedova.

Para Kerr es más fácil. La plantilla está mucho más compensada, tanto en edad como en nivel, y los Warriors se permiten tener un quinteto suplente de recambio que suelen ir utilizando en la mayoría de partidos: Shaun Livingston, Leandrinho Barbosa, Andre Iguodala, David Lee y Marreese Speights (apariciones esporádicas de Festus Ezeli por las últimas lesiones de Speights). Livingston -elegido entre los primeros de su promoción de Draft-, una estrella brasileña como Barbosa, un jugador-franquicia en su tiempo como Iguodala o un All-Star que lucha contra los problemas físicos en David Lee.

No cuentan, pero estarán presentes

Kerr y Blatt no llegan a utilizar la totalidad de su roster asiduamente. Suele ocurrir, ya que distribuir 240 minutos entre 12 no es tarea fácil. Es por ello que algunos jugadores se encuentran en un rol residual o de poca importancia, aunque a la espera de que su entrenador le asigne una gran tarea cuando los árbitros lanzan el balón al aire.

En Cleveland, muchos. Joe Harris, Kendrick Perkins, James Jones o Brendan Haywood son cuatro nombres. También podemos incluir a Shawn Marion o Mike Miller. Es un arma de doble filo en los equipos de LeBron James, ya que se ha visto en ocasiones pasadas -en Cleveland y en Miami- que las Finales son campo de experimento con algunos de estos hombres. El típico caso de “a ver si suena la flauta”. Y ha sonado, ahí están Ray Allen, Shane Battier o el propio Mike Miller para corroborarlo.

De Kerr se esperan menos sorpresas. Justin Holiday y James Michael McAdoo suelen acompañar al ex-jugador de FIATC Joventut Ognjen Kuzmic en la relación de inactivos o banquilleros de nula presencia en cancha. Brandon Rush, si bien poco, es el único de esa lista que puede contar con algún minuto suelto.

La experiencia es un grado

Lo es, pero es una frase que no es condicionante dadas las circunstancias. Hablamos de la experiencia en Finales, algo que se supondría un punto muy positivo para quien la posea.

9-0 es la diferencia de campeonatos NBA entre ambas plantillasEn cuanto a equipo, poca. Los Cavaliers llegaron a una situación parecida en 2007, donde cayeron derrotados por los Spurs. Y nunca han conseguido otro resultado, ya que nunca han ganado un campeonato de la NBA. Para los Warriors, casi igual; ganaros tres, pero llevan 40 años exactos sin hacerlo.

En cuanto a jugadores, hay más diferencia. Notoria, pero parcial. Hay 9 campeonatos conseguidos por los jugadores de los Cavaliers frente a 0 campeonatos de alguno de sus rivales. Un abismo, pero es que esos jugadores de Cavaliers conforman en su mayoría el rol de apoyo que cuenta con menos minutos y presencia, por lo que la estadística (que sigue siendo muy favorable) se ve desdibujada por ese hecho.

¿Son las mejores plantillas de la historia de sus franquicias?

Fuente: Cleveland.com

Para Cavaliers, difícil encontrar una mejor. La del 2007 no tiene comparación con ésta, ya que la de 2015 cuenta con nombres mucho más consagrados y con una estructura de roles más sostenible. Obviamente, Cleveland Cavaliers ha alcanzado un nuevo nivel con LeBron James del que tenían plantillas con nombres como los de Mark Price, Austin Carr, Ron Harper o Shawn Kemp.

Para los Warriors parece que también. Es un equipo de gran tradición, pero donde nombres tan importantes como Nate Thurmond, Chris Mullin, Robert Parish, Rick Barry o Wilt Chamberlain no coincidieron en la misma época para formar una plantilla tan complementada y complementaria como la de esta temporada 2014/15.

Dos vertientes: estabilidad vs nuevas piezas

Se han escogido dos caminos para llegar a estas Finales. El de la estabilidad en la plantilla es apuesta de Warriors, mientras que la búsqueda de nuevas piezas ha caracterizado la planificación de Cavaliers.

Fuente: Twitter / @NBADraft

2012, tras una mala temporada, fue el punto de inflexión en la Bahía de Oakland. Escogieron a Green, Barnes y Ezeli en el Draft para fortalecer una base que ya tenían con Lee o Curry y así llevar al equipo a un nuevo nivel. Mark Jackson fue importantísimo en la tarea de manejar esa joven estructura y hacer ganadores a esos jugadores. Steve Kerr ha optado por la línea continuista y esa opción ha dado sus frutos con creces. Sólo pequeñas piezas han sido tocadas, como los fichajes de Barbosa, Rush o Livingston.

El caso contrario es el de los Cavaliers, que fue un ir y venir de jugadores desde que LeBron James firmó el pasado verano. Primero el traspaso de Wiggins por Love, luego la adición de hombres de confianza como Shawn Marion, James Jones o Mike Miller, tocar teclas con jugadores como Shane Edwards o Keith Bogans o las renovaciones de Varejao e Irving. Todo desembocó en febrero en el período límite de traspasos, donde adquirió a Perkins, Mozgov, Shumpert y J.R. Smith. Ese último movimiento, tanto el traspaso desde los Knicks para la salida de Dion Waiters como Timofey Mozgov y la pareja Shumpert-Smith, fue un movimiento brillante que permitió a los hombres de Ohio poseer más consistencia en la zona (con Mozgov) y en ataques abiertos (con Shumpert y Smith). Un trabajo arduo pero provechoso el que dirigió el mánager general de la franquicia, David Griffin.

Dos modalidades de hacer finalista a un equipo, dos extremos. Dos formas para convertir la materia prima en un lugar de Estrella Michelin, dos recetas. Dos equipos, Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers, en las Finales 2015 de la NBA.