Golden State Warriors 93-95 Cleveland Cavaliers. A priori, se observan claros rasgos distintivos de lo que parece ser un partido diferente, sólo observando la portada del disco. Los Warriors mejor equipo ofensivo, con su casa de Oakland como bastión, caen en casa ante los Cavaliers, que cuentan con la baja para todas las Finales de su base titular número uno del draft, Kyrie Irving, y su ala-pívot titular (sabida desde antes) Kevin Love. De entrada, el dato que da la primera bofetada es la derrota local, ya que sólo es la cuarta de la temporada de los pupilos de Steve Kerr en casa (segunda en playoffs y dos en temporada regular). Nadie ha ganado este año en el ORACLE Arena dos veces, los anteriores en conseguirlo han sido Spurs, Bulls y Grizzlies.

Un castillo casi imposible de asaltar. Si se entra a analizar, se puede deducir desde fuera que los Cavaliers hicieran un gran partido en porcentaje de tiro y rating ofensivo. Se observa el marcador, ademas de conocerse que el partido se fue a la prórroga y esas ideas desaparecen. Los de Ohio vencieron con un 32,2% en porcentaje de tiro. La clave, pues: la defensa. A los Warriors parece que se le puede ganar en su casa con un porcentaje tan bajo de acierto, si sabes a quién defender. LeBron James se quitó un peso de encima tremendo, como se pudo ver en su celebración, al final del encuentro.

Curry, su defensa y el banquillo

El factor clave: Matthew Dellavedova. Supliendo a Kyrie Irving consiguió secar absolutamente al MVP de la temporada, Steph Curry. Tal cual, dejando al genial base en 19 puntos y cinco asistencias. Sí, 19 puntos, con 5/23 en TC y un récord de dudoso mérito, el de tiros fallados desde el perímetro, concretamente 2/15. Cuando el australiano defendió al hijo de Dell Curry, éste no consiguió anotar ni una sola canasta en juego. 0/8 y cuatro pérdidas forzadas, de las seis totales en el partido. Superó el máximo de triples fallados (13) de John Starks en una Finales, vigente desde 1994, cuando con New York Knicks marró 11 intentos. El porcentaje final de Curry fue un 21,2% en tiros de campo, el mínimo de su carrera, contando temporada regular y playoffs (mal momento para hacerlo).

Ese porcentaje anteriormente nombrado de los de David Blatt (32,6% TC) es el más bajo de la historia del baloncesto moderno nortemaericano con el que cualquier equipo ha ganado un partido en unas Finales. De hecho, la prórroga de los Cavaliers fue estadísticamente ridícula en cuanto a acierto en el tiro: 1/8 en tiros de campo, se llega a pensar que no ganó el mejor, sino el menos malo, y quizá ni ese apelativo sea digno.

También, otro de los puntos clave fue el banquillo. Del aplastante 34-9 del primer partido a favor de los Warriors, se pasó a un 21-17 para el bando contrario. Esos puntos, concentrados en James Jones (8) y J.R. Smith (13), que hicieron acto de presencia en la lucha por el anillo. Ésta vez no respondieron los secundarios de los de la bahía, contando con menos minutos y, a su vez, con menos lanzamientos. Por ejemplo, para formar una idea, Marrese Speights y Leandro Barbosa jugaron 12 minutos entre los dos, consiguiendo cinco puntos tan sólo, todos de Leandrinho.

Dentro de lo malo, Klay Thompson volvió a su nivel de All Star en estos playoffs, siendo el sostén de su equipo durante tramos calientes del partido y el único con porcentajes decentes. Sus 34 puntos significaron su máximo en postemporada, con 20 puntos en la primera parte y 14 de 28 en tiros de campo, bien en ataque y en defensa, de lo poco salvable del partido de los pupilos de Steve Kerr.

"No creo que vuelva a pasar", dijo Steph Curry, respecto a su mal partido (@JimmySpencerNBA)

El rincón de LeBron

En otro orden de cosas, este partido, que colocó el 1-1 en la eliminatoria, ha supuesto el primer partido ganado por los Cleveland Cavaliers en unas Finales de la NBA en toda la historia de la franquicia. En las otras Finales, las perdidas en 2007 también con LeBron, no consiguieron ganar ni un partido a San Antonio Spurs. Sin embargo, si se hubiese mantenido la mirada en los números lebronianos, se hubiese apostado por este empate en las Finales, ya que el de Akron (el mayor) llevaba ocho partidos sin perder en un segundo partido de una serie con 1-0 abajo. Con el de la pasada madrugada, sumó su noveno.

Anoche, King James sumó otro partido más de esos que sólo él puede hacer con regularidad, más aún este año. 39 puntos, 16 rebotes y 11 asistencias, herido en su orgullo. Estos números se corresponden con su séptimo partido en conseguir superar 30 puntos, diez rebotes y diez asistencias en postemporada. Es el segundo histórico, ya a un encuentro con estos números del primero de la clasificación, Oscar Robertson.

Este triple-doble, además, significó su quinto triple-doble en unas Finales de la NBA. También es el segundo en esta clasificación de androides, con el gran Earvin "Magic" Johnson delante de él, con ocho. Para cerrar, LeBron, con esos 39 puntos, empató con Shaquille O'Neal en un curioso ránking. Ha sumado 83 puntos en los dos primeros partidos de la serie, como Shaq en las Finales del año 2000, y son los segundos en estos números, por detrás de Jerry West, que consiguió encestar 94 tantos en los dos primeros envites de las Finales del 69. LeBron James, amigo de las segundas posiciones, ha intentado más de 35 tiros en los dos partidos disputados, algo que no se veía desde Michael Jordan (1993).

En medio de un espectáculo de partido, donde todo el juego de los visitantes pasaba por sus manos, se dilucida el dato más evidente de éste impacto en el juego de su equipo. Los Cleveland Cavaliers anotaron 29 tiros de campo en el partido. El ex de Miami Heat anotó o dio asistencia en 22 de esas 29 canastas, un 75,9%. Él canaliza, decide y aniquila.

Tras esta locura, Game 2 madness para los americanos, la serie viaja a Cleveland, donde los campeones de la Conferencia Este han ganado 26 de los últimos 28 partidos. Nadie sabe qué espera por el estado de Ohio, ya que estas series finales se antojan totalmente impredecibles. Después de esto, ¿qué queda por ver? La respuesta es clara. Sólo se han disputado dos partidos, queda mucho por disfrutar aún. Es la magia del baloncesto, que siempre nos va a sorprender, rizando el rizo más aún, cuando se creía imposible que volviese a retorcerse...

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Sobre el autor
Ginés Gómez
Redactor y co-coordinador de NBA VAVEL. El trabajo más idiota es el que no se disfruta. I feel basketball! También viviendo la actualidad NBA en twitter :) @GinesitoNBA