La espera para que vuelvan los focos en la liga americana deja tiempo para el pensamiento y el análisis de las distintas franquicias y figuras que conforman el espectáculo norteamericano. La NBA puede afrontar una de las temporadas más competidas de los últimos años con la vuelta de jugadores como Kevin Durant más muchos de los drafteados en 2014, además de una agencia libre que ha sacudido varias estructuras organizativas.

Pero también hay que tener en cuenta una serie de jugadores que llevan años intentando acercarse al sueño de ser campeones de la mejor liga del mundo. En concreto, los Clippers han estado haciendo las cosas bien en cuanto a jugadores se refiere, no tanto como organización, para pelear en la dura Conferencia Oeste por estar arriba. Y un jugador en especial, Blake Griffin, lleva un tiempo dando guerra, cada vez estando más cerca del objetivo final. Su papel en este esquema es tremendamente importante, y esta nueva campaña sumará otro intento más y su sexta temporada desde que desembarcó en Los Ángeles.

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Cuando los números mienten

Las estadísticas son sin duda una fuente inagotable y necesaria para poder apreciar el rendimiento de un jugador o equipo y poder actuar sobre los puntos fuertes y débiles. Pero el caso del ala-pívot angelino es una de esas excepciones donde parece que a lo largo de los años ha perdido efectividad, aunque en el fondo cada vez tenga un rol más importante y su presencia sea más determinante para su equipo. Y sobre todo, un jugador que debe permitirse dosificarse en temporada regular porque en playoffs necesita estar, y ha estado, dos pasos por encima del resto.

TEMP REG MINS PTS REB AST %TC %TL
2010-11 38.0 22.5 12.1 3.8 .506 .642
2011-12 36.2 20.7 10.9 3.2 .549 .521
2012-13 32.5 18.0 8.3 3.7 .538 .660
2013-14 35.8 24.1 9.5 3.9 .528 .715
2014-15 35.2 21.9 7.6 5.3 .502 .728

En dos años ha aumentado 20 puntos porcentuales su acierto en tiros libres

Resulta chocante que para un jugador que tanto ha mejorado sus estadísticas, éstas hayan ido disminuyendo. Se debe principalmente a que a medida que han ido pasando las campañas, Griffin se ha rodeado de mejores piezas hasta ir ensamblando un equipo competitivo. La temporada regular ha ido perdiendo peso en sus prioridades, ya que con las plantillas que han tenido se han asegurado un puesto entre el tercero y sexto del Oeste. Por tanto, la importancia de restringirle minutos en un calendario tan exigente se ha ido comiendo sus números, que aún así para nada desmerecen. Ahora bien, en cuatro de sus cinco temporadas ha entrado en playoffs, y ahí es donde de verdad se puede apreciar la gestación de una estrella.

PLAYOFFS MINS PTS REB AST %TC %TL
2011-12 35.7 19.1 6.9 2.5 .500 .636
2012-13 26.3 13.2 5.5 2.5 .453 .808
2013-14 36.8 23.5 7.4 3.8 .502 .740
2014-15 39.8 25.5 12.7 6.1 .513 .717

Obviando un último mal año con Vinny del Negro, y teniendo en cuenta que su primera aparición en playoffs era como sophomore, sus números mejoran hasta llegar a una espeluznante pasada temporada que acabó demasiado pronto. Estas cifran tienen mayor mérito ya que se ha estado enfrentando a los mejores conjuntos de su conferencia, aunque también hay que señalar que no han pasado de la segunda ronda, por tanto los mejores equipos de cada año no han llegado a medirse a él. De todas formas podemos esperar que su porcentaje en tiros de campo y en tiros libres mejore en los años venideros, pero ya hay poco más que pedirle estadísticamente a esta gran figura del baloncesto.

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Se necesita un equipo para ganar

La campaña 2014-15 dejó muchos detalles positivos y otros tantos negativos en la organización angelina. Por un lado, la consagración del trío Chris Paul, Blake Griffin y DeAndre Jordan, y las decentes actuaciones de Austin Rivers, Glen Davis y J. J. Redick. Por otro, las carencias ejecutivas a la hora de elegir el resto de la plantilla. La falta de acierto en Spencer Hawes, la marcha de Matt Barnes y la forma de actuar en la decisión de Jordan, siguen dejando a la vista de todos síntomas de inconexión.

En concreto, el manejo de minutos provocado por la falta de fondo de armario destrozó las aspiraciones de los Clippers. Griffin jugó mucho más de lo que su cuerpo aguantaba hasta el punto de perderse 15 partidos, pero aún así se encontraba por encima de los 35 por partido. Un problema potenciado en la postemporada subiendo hasta casi los 40, junto a una serie muy larga y disputada en primera ronda con San Antonio, dejó sin fuelle a un prometedor conjunto en una serie que tenían casi vencida.

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¿Estaba en Boston la solución?

Parece muy pronto para juzgar si la adquisición hace dos temporadas de Doc Rivers era la solución para llegar al anillo, pero desde luego ha catapultado las esperanzas de sus aficionados. Lo que sí parece claro es que la salida de Vinny del Negro era necesaria, y los jugadores han respondido positivamente al cambio. En cuanto al caso particular del "32" del equipo, su importancia en el esquema ha incrementado y se ha visto más respaldado que por su antiguo entrenador. Hay que reconocer que no es una tarea fácil juntar tantas estrellas, y más aún conseguir un campeonato mientras las oficinas no dejan más que dar problemas.

La defensa en el poste y su tiro de media distancia son sus principales lacras

Pero Rivers fue elegido para llevar a esta franquicia a la gloria, un objetivo que nunca nadie ha conseguido con ese escudo. Y para particularizarlo en este jugador, hay ciertos campos en los que Griffin todavía tiene mucho margen de mejora y que harían al equipo mucho más competitivo. Aunque hay dos en concreto que destacan por encima del resto. En primer lugar, el staff técnico que acompaña a Rivers tiene que incidir en la defensa de poste bajo. Es un jugador corpulento y móvil, por tanto tiene las cualidades para aguantar y enfrentarse a rivales en esa posición. En su momento, Zach Randolph destapó todos los problemas que los Clippers tenían en la defensa de los posteos. En segundo lugar, Griffin sería mucho más peligroso si ampliase su rango de tiro. Es algo en lo que ha estado trabajando y la mejora es notable, pero sigue siendo inconsistente, y siendo regular en ese aspecto daría una nueva vía de actuación a los sistemas de Doc Rivers.

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Un triángulo casi roto

Tras un verano un tanto revuelto en clipperland, los tres pilares fundamentales sobre los que se sostenta este amibicioso proyecto seguirán juntos. El que parecía haberse ido pero que finalmente decidió seguir intentándolo en Los Ángeles, DeAndre Jordan, ocupa el puesto de responsabilidad en la pintura. Tanto intimidando a rivales como realizando espectaculares mates sobre el resto de la liga. Por otra parte, el cerebro de las operaciones, Chris Paul, mejora con los años y la reminiscencia de aquel base anotador se mantiene mientras predomina el control sobre los partidos y el gen ganador. Por último, el interior del que se espera un compendio de habilidades, y quizá tenga una importancia superlativa en el planteamiento, Blake Griffin. Entre todos forman un tridente muy peligroso sin carencias, cubriendo todos los aspectos tanto ofensivos como defensivos y que dominan los partidos mientras están en pista.

Eligiendo escuderos

Las dos últimas campañas a los mandos de Doc Rivers, y con el cambio de general manager en Steve Ballmer, las rotaciones no han estado bien elegidas. Por tanto, este verano se pusieron manos a la obra y trajeron una mezcla de talento, experiencia, energía y sobre todo, ego. Ante la duda sobre la renovación de Glen Davis, todavía en el aire, obtuvieron a Cole Aldrich, Wesley Johnson y Josh Smith para mejorar la pintura. El ex de los Rockets realizó una temporada que nadie esperaba tras su fracasado paso por los Pistons. Por otro lado se hicieron con los servicios del argentino, Pablo Prigioni, tras ser traspasado por los de Texas y cortado por los Nuggets. El experimentado base puede dar esa profundidad que puede ser necesaria en los minutos que Chris Paul deba descansar pero manteniendo el control sobre el partido.

Pero lo más importante vino desde Charlotte y Washington respectivamente. La adquisición de Lance Stephenson en busca del potencial que mostró en sus años en Indiana, y la veteranía y sangre fría de Paul Pierce, convierten al conjunto angelino en una máquina peligrosa en ambos sentidos. Tanto como elenco de estrellas como por egoísmo. Desde luego Doc Rivers y el núcleo viejo tienen un papel difícil en saber manejar tanto talento junto, pero si el cóctel sale bien, nadie sabe que puede pasar en la Conferencia Oeste. Pero Griffin parece poder decir de una vez que está rodeado de un buen banquillo que puede llevarles a la gloria. Y sobre todo, mejorar su juego si cabe.

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