El encuentro comenzó de forma favorable para el conjunto español, que en el minuto 2 se imponía por 0-3, dando sensación de afrontar un cómodo partido, pero nada más lejos de la realidad.

El pivote español, Julen Aguinagalde, debutaba en este torneo tras salir de su lesión, lo que motivó una excesiva dependencia en el conjunto de Manolo Cadenas, que buscaba una y otra vez el pase a pivote ignorando el juego por los extremos y convirtiendo los ataques en jugadas demasiado previsibles.

El ímpetu de los Hispanos fue contrarestado con la confianza que ganaba en el transcurrir del encuentro la selección austriaca, que veía como poco a poco iba recortando las diferencias en el tanteador.

En el minuto 14 España solicitaba tiempo muerto viendo que la diferencia se había reducido a tan solo un gol y con el afán de enmendar los continuos errores en una defensa que no cerraba bien los espacios, pero los consejos técnicos no dieron resultado. La zaga española seguía siendo excesivamente blanda permitiendo los cómodos lanzamientos desde nueve metros, arma preferida por los austriacos.

El ataque español era demasiado vertical, sin circulaciones de balón y la mayoría de las jugadas finalizaban con pases a pivote, lección que ya tenían aprendida los de Patrekur Johanesson.

Con tan solo dos goles de diferencia a favor de España se llegaba al final de la primera mitad (12-14).

En la segunda parte los errores defensivos continuaban permitiendo fáciles acciones desde nueve metros en ambas porterías.

En el minuto 40 de partido España volvía a marcar diferencias y se marchaba por cuatro tantos. El seleccionador austriaco se vio obligado a solicitar tiempo muerto para evitar una mayor diferencia en el luminoso.

Tres minutos de infarto

A falta de 3 minutos Austria quedaba en inferioridad y con una desventaja de dos goles, lo que hizo presagiar un final de partido favorable a los intereses españoles, pero dos fallos consecutivos en las acciones de ataque y la exclusión de Gedeón Guardiola ponían la incertidumbre en el resultado final.

Los centro-europeos lograban ponerse a tan solo un gol de diferencia, lo que obligó a Cadenas a solicitar tiempo muerto para preparar una última jugada de ataque a falta de 20 segundos que le asegurase el triunfo final, pero la precipitación dio lugar a la pérdida de balón. Entonces, fue el entrenador austriaco quién solicitó un tiempo muerto con el objetivo de igualar el partido.

Los nervios complicaron la resolución de la jugadas y la emoción llegó a su punto más alto cuando a falta de un segundo para el final, una falta directa daba a Austria la oportunidad del empate. El lanzamiento de Szilagyi se marchaba fuera poniendo fin a un imprevisto encuentro y dando los 2 puntos a la selección española.