Desde la temporada 1978-1979, el balonmano vallisoletano se ha mantenido en la élite nacional, primero como ACD Michelín y posteriormente como CB. Valladolid.

La pasada campaña el club castellano estuvo a punto de desparecer, pero salvó la categoría en el último encuentro de la temporada, partido que le enfrentó contra el desaparecido Atlético de Madrid. Hoy, aunque el encuentro era menos complicado que aquel del año pasado, las posibles combinaciones de resultados eran más peligrosas ya que Cuatro Rayas no dependía de si mismo.

Esta temporada, que finaliza las lesiones y los problemas económicos que asolan a la entidad, han ido mermando las posibilidades de salvación y ha condenado al Club no solo al descenso, sino seguramente a la desaparición.

La tensión fue la nota dominante del partido disputado en la tarde del domingo, en el que los locales tomaban la iniciativa impulsados por la necesidad de conseguir la victoria, lo que le llevó a adelantarse en los primeros minutos.

Los nervios por la responsabilidad empezaron a aparecer y las constantes pérdidas de balón y errores en los pases hicieron que los alcarreños tomasen ventaja en el luminoso, acentuándo así el nerviosismo y la precipitación en las acciones de los componentes del Cuatro Rayas. Tan solo las intervenciones de Lamariano evitaron un mayor resultado.

Los de Garralda basaban su juego, como ha sido habitual en esta campaña, en una organizada defensa y en un inspirado “Bombón” Almeida en la portería.

La igualdad se fue imponiendo y ninguno de los dos conjuntos conseguía dominar en la pista. El marcador quedaba al descanso en un 10-10 que reflejaba lo vivido en el parquet vallisoletano.

Cuatro Rayas salió a por la victoria en la segunda mitad

El paso por vestuarios hizo reaccionar al conjunto local que comenzó la segunda mitad con más acierto en los pases, seguramente espoleados por el orgullo más que por las esperanzas de salvar la categoría ya que eran conocedores del resultado que estaba consiguiendo Fertiberia  en su pista.

En el minuto 7 de la segunda mitad el electrónico mostraba un 14-11, lo que llevaba a Mateo Garralda a solicitar su primer tiempo muerto, pero el receso sirvió para que los de Ignacio González tomaran aire y aumentasen la intensidad del juego, consiguiendo abrir brecha y colocar un 18-13.

En los últimos minutos de encuentro el coraje por despedir la categoría con una victoria, sumado a los malos finales de partido con que nos deleita esta temporada el conjunto alcarreño dejaron un 22-19 que de nada sirvió a los locales y que deja a los morados en la octava plaza de la clasificación, un puesto bastante bajo para lo que se esperaba de este equipo al comenzar la temporada.