Abría la Final Four de esta EHF Velux Champions League un partido de esos que hacen afición. Uno de los grandes favoritos para hacerse con el trofeo todas las temporadas, el THW Kiel, se medía a otro de los grandes de Europa, el MKB Veszprem, el “Spanish Veszprem” que han bautizado algunos.

Y durante los primeros instantes, el cuadro magiar notó la presión de la Final Four, a la que nunca había llegado, salió muy nervioso y en el primer minuto ya habían visto la primera exclusión. Pero, a partir de ahí, el equipo dirigido por el español, Antonio Carlos Ortega, se asentó y demostró por qué había llegado a estar entre los cuatro mejores equipos de Europa.

En especial en defensa, donde su 6-0 se le atragantaba una y otra vez al ataque conformado la poderosísima primera línea del THW Kiel, formada por hombres de la talla de Jicha, Vujin o Palmarsson, que, pese a su juventud, volvió a liderar a los suyos, aunque su futuro parece que está más lejos que cerca de “las cebras”. Otra cosa bien diferente ocurría con los contraataques y las segundas oleadas, donde los germanos arrasaban.

Aún así, el Veszprem se sentía cómodo en ataque, destacando la figura de Cristian Ugalde, que, desde el extremo, se convirtió en uno de los baluartes de su equipo para conseguir la primera renta importante del encuentro, con el 8-6 que mostraba el luminoso en el minuto 13, gracias a una genial dirección del también español Chema Rodríguez, que lideró a los suyos ante la desaparición de Laszlo Nagy, que fue bien frenado por la zaga alemana.

El técnico del THW Kiel, Alfred Gislason, se vio obligado a pedir tiempo muerto. Pese al minuto de arengas del islandés, el cuadro magiar, gracias a dos goles consecutivos del pivote Sulic se iba a poner con la máxima renta a su favor de todo el encuentro (11-8). Y tuvo bola para colocarse con un +4 que podía haber sido prácticamente definitivo en el encuentro.

Cambiaron, entonces, muchas cosas en el conjunto alemán. Empezando por la portería, en la que Sjostran dejó su hueco a Palicka, que iba a convertirse en el mayor artífice de la victoria de su equipo. Pero también cambió, y mucho, la actitud de los hombres de Gislason.

Gracias a las paradas del guardameta sueco, y al contragolpe, así como a la segunda oleada del Kiel, los alemanes igualaron la contienda a 11 a falta de pocos minutos para el término del primer periodo, y gracias a dos goles consecutivos de Sigurdsson, por primera vez se ponía por delante en el electrónico (11-12).

Antonio Carlos Ortega pidió tiempo muerto para relajar a los suyos de cara a los últimos instantes del primer tiempo, de cara a irse con el mejor resultado posible a los vestuarios. Al final de los primeros treinta minutos, 13-13, pero con una sensación nefasta para el siete húngaro, que se había visto con la victoria casi en la mano y que se marchaba al descanso con un empate agridulce.

Si el primer tiempo había tenido dos mitades claramente diferenciadas por el dominio de uno y otro equipo, los primeros minutos de la segunda parte se caracterizaron por la igualdad. Ninguno de los dos equipos se quería envalentonar, quizás temerosos de lo que pudiera pasar con el transcurrir de los minutos, y hasta el minuto 2:30 no se inauguró el electrónico.

Otra vez Palicka

Surgió, entonces, la figura de Aaron Palmarsson, que se echó al Kiel a la espalda y remontó la ligera ventaja que había logrado el cuadro dirigido por Ortega. Y, a partir del 16-17, los alemanes no iban a dejar de estar por delante en el marcador.

El Veszprem se volvió impreciso en exceso, sobre todo en ataque, donde notaron la desaparición de Chema Rodríguez en la dirección, y ni Ruesga, ni Ilic, demasiado fallón en el lanzamiento, ni Lazslo Nagy, que estuvo completamente desaparecido en ataque, durante los 60 minutos, dominaban la situación.

A todo ello se sumaba la aportación bajo los palos de Andreas Palicka, que continuaba siendo el mejor de los suyos. Y en el minuto 42 llegó la puntilla para los magiares, con la expulsión de uno de los pilares ofensivos, el pivote Sulic tras un codazo en la cara de Wiencek.

A partir de ahí, el Veszprem fue a remolque. No le perdía la cara al encuentro, pero en demasiadas ocasiones desaprovechó la oportunidad de acercarse a un gol a su adversario, que tuvo, varias veces, una renta de cinco tantos. Ortega pidió dos tiempos muertos para intentar revitalizar a los suyos, pero no surtieron el efecto esperado, el Kiel ya tenía la final en sus manos.

Al final, 26-29 favorable a las “cebras”, que son el primer equipo clasificado para la final de la EHF Velux Champions League, y ya espera rival de la semifinal que enfrenta al Flensburg Handewitt y al FC Barcelona.