El partido comenzó con ambas selecciones estudiándose e intentando hacerse con el mando del partido, pero muy pronto Alemania conseguía ser la dueña y señora del encuentro. En los cinco primeros minutos tan solo se pudo ver un gol, muestra de las excesivas precauciones que mostraban ambos conjuntos.

El conjunto europeo presentaba una defensa muy cerrada que impedía la finalización de los ataques de la selección africana, incapaz técnica y tácticamente de superar a sus rivales. Tan solo las aperturas a los extremos conseguían superar la férrea defensa germana.

El jugador alemán Wienceck mostraba su habitual dureza en el juego y en una acción que podía haberle supuesto la descalificación fue sancionado con dos minutos, pero ni así los egipcios conseguían recortar la diferencia en el luminoso.

Marwan Ragab, técnico egipcio, solicitaba en el minuto 15 su primer tiempo muerto al ver que su rival se escapaban en el marcador con cuatro goles de diferencia y para intentar corregir la ineficacia ofensiva de los suyos, que en 15 minutos de partido tan solo habían conseguido anotar tres tantos.

Si el ataque africano de los ganadores de la medalla de bronce en el Campeonato de África 2014 no era todo lo deseado, su débil defensa se mostraba incapaz de contener el ataque teutón, tanto en las acciones de juego interior con pivote, como en los lanzamientos exteriores.

Mientras en el bando contrario la defensa era impenetrable y el ataque funcionaba, en la portería la actuación de un inspirado Lichtlein redondeaba la actuación del conjunto. El técnico alemán Dagur Sigurðsson solicitaba tiempo muerto al ver que sus jugadores no habían conseguido anotar durante seis minutos.

Alemania controlando el partido

Al inicio de la segunda mitad, Alemania cambió su posición defensiva pasando una defensa cerrada 6:0 a colocar un hombre en el avanzado. Una nueva acción de Wienceck al límite de la descalificación dejaba a los suyos en inferioridad, que Egipto una vez más no supo aprovechar, obligando a su técnico a solicitar un nuevo tiempo muerto en el minuto seis de la segunda mitad, cuando aún sus jugadores no habían conseguido marcar.

La diferencia entre ambas selecciones iba aumentando con el paso de los minutos y mediada la segunda mitad los alemanes bajaron el ritmo del encuentro, viéndose ganadores y pensando en su próximo compromiso de cuartos de final.

El partido se convirtió en un correcalles con un juego embarullado, excesivos fallos tanto en ataque como en defensa y varias exclusiones por golpes a destiempo. A pesar del contundente marcador, Sigurðsson solicitaba sus dos últimos tiempos muertos en los minutos 54 y 58.

El partido concluía con la selección europea endosando un contundente 23-16 a una voluntariosa selección africana, que mostró demasiadas carencias técnicas ante el poderío de una Alemania que presenta candidatura a ocupar puesto de pódium en este Mundial.