El partido prometía especatáculo del bueno, ya que el posible vencedor del mismo podría darle media permanencia en la Liga Asobal Bauhaus. Y así fue. El conjunto arandino pasó por encima de los conquenses, que siempre fueron a remolque en el choque, y que fueron títeres ante un bien plantado Villa de Aranda.

En la primera parte, los arandinos masacraron a contrataaques a los chicos de Lidio, cuyo guardameta local, Jorge Oliva llegó a desesperarse al ver que su defensa no podía hacer nada ante las acometidas de los "amarillos". Cierto es, que el Ciudad Encantada estuvo en la pelea durante el primer cuarto de hora. Los latigazos desde nueve metros de Balaguer y Vallés, además del acierto de Víctor Frade desde la zona de pivote, sostenían al equipo local en ataque. Y las paradas de Oliva en defensa. Con esto y las numerosas pérdidas que contabilizó el equipo conquense, se llegó al descanso con un justo 12-16 para los visitantes.

Los aficionados conquenses mostraban su malestar al descanso debido a los sucesivos errores que cometían jugadores tan fundamentales como Leo Reanaud y Sau. En cambio, el centenar de aficionados arandinos que se desplazaron hacia El Sargal, disfrutaron de la cómoda victoria que hizo su equipo con un Tomás Moreira en estado de gracia (6 tantos), el brasileño Oswaldo Maestro y Cabanas fueron los principales autores de esta sangría que dejó al equipo conqiense muy tocado.

En la segunda mitad, el Balonmano Ciudad Encantada ofreció su cabeza. Los tiempos muertos no conseguían alentar a unos jugadores que jugaron sin alma, casi todo el  partido. Y, para un equipo que vive del coraje, de la garra, de luchar cada balón como si fuera el último y del repliegue rápido, tanto ofensivo como defensivo, no puede pasar. Ni el pabellón, que presentaba un ambiente característico de una final, pudo desempeñar el papel de ser un jugador más para el Globalcaja Ciudad Encantada.

Diego Camino fue la cabeza pensante de un brillante Villa de Aranda que, selló gran parte de su permanencia en la máxima categoría del balonmano español, en detrimento de los conquenses.

Los de Jacobo Cuétara supieron leer cada momento del partido donde jugadores que, hasta la fecha disponían de pocos minutos, tuvieron su oportunidad en la siempre difícil cancha conquense.

Las ganas que le ponía el joven pivote manzagato Rubén Marchán, y las paradas de Samuel Ibáñez fue lo más destacable de los chicos de Lidio, que vieron como se les escapaba el triunfo ante su público. Los aficionados locales ‘salvaron’ de la quema a varios jugadores, de los cuales dos ya se han mencionado. Otros, en cambio, no corrieron mejor suerte como el francés Leo Renaud, que últimamente parece haberse dejado en casa el rifle encasquillado, y el central Sau Bungué que deambuló por El Sargal durante gran parte del encuentro. Tampoco se pudo ver mucho de Balaguer, en un choque donde hasta los más jóvenes como Sergio López (que fue el que más minutos disputó de los tres) Mateo Pérez o Limonero disputaron los últimos minutos del partido.

El luminoso reflejó un 22-31 final favorable al equipo arandino, que disfrutó en la pista con un centenar de aficionados desplazados allí, unos puntos que pueden servir para que el Villa de Aranda disfrute, un año más del balonmano de élite.

Sin embargo, el Balonmano Ciudad Encantada deberá recuperar su esencia la próxima semana. El quipo de Lidio se desplaza hasta Gijón para jugar ante el último clasificado de ASOBAL, el Gijón Jovellanos. Partido que debe servir para recuperar el espíritu mostrado en partidos anteriores, como ante el Huesca o Naturhouse. Equipos que sufrieron los ataques de un buen plantado Ciudad Encantada y de su “infranqueable” defensa, para no caer al abismo sin paracaídas.

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Sobre el autor
Miguel Morales
Periodismo en la UCLM en Cuenca. Amante del deporte, sobre todo del balonmano.