Las 'Guerreras' disputarán la final del XXIII Campeonato Mundial de Balonmano Universitario, tras imponerse en su cruce de semifinales a una selección polaca que vendió cara su derrota.

La selección española había llegado a la fase final del torneo, al alcanzar la segunda posición del grupo Y, con victorias ante Japón (27-26) e India (48-13) y una ajustada derrota ante Rumanía (20-19), selección que obtuvo la primera plaza.

Por el contrario, su oponente permanecía invicta en el torneo y había demostrado sus credenciales como firme candidata al título, al obtener el liderato del grupo Z, gracias a sus abultados triunfos ante Rusia (27-24), República Checa (28-18) y Uruguay (35-16).

Las contendientes habían tenido la oportunidad de medir sus fuerzas pocos días antes, ya que el 25 de junio disputaron un encuentro amistoso como preparación para el campeonato, en el que las españolas se impusieron por 23 tantos a 20.

La igualdad reina en el juego y en el luminoso

Los primeros compases del partido fueron el termómetro que permitió prever los términos en los que se desarrollarían los sesenta minutos. La gran intensidad defensiva que mantuvieron ambos conjuntos se tradujo en un enfrentamiento trabado en ataque con un marcador escaso.

Los primeros tantos se consiguieron desde la línea de siete metros, tomando Polonia la primacía en el marcador (3-2, minuto 6). El combiando español jugaba con Silvia Arderius, Anna Manaut y Alba Menéndez en primera línea de ataque. Varias acciones sucesivas, como un lanzamiento en penetración de la última, les permitieron conseguir un parcial de 3-0 que daba a las guerreras una ventaja momentánea (3-5, minuto 7).

Las principales bazas en el ataque polaco eran el potente lanzamiento exterior de la lateral derecho Aleksandra Zych, el acierto desde la línea de siete metros de Magdalena Stanulewicz y el excelente juego posicional en el pivote de Aleksandra Dorsz. Su efectividad les permitió lograr el empate (5-5, minuto 14), que se mantuvo en los minutos siguientes.

España tuvo la oportunidad de romper la igualdad con varias posibles acciones de contraataque frustrados por el lanzamiento de balones largos demasiado planos que fueron atajados fácilmente por la defensa rival. Aleksandra Zych seguía tirando de su equipo, gracias a su envergadura y su capacidad de armar lanzamientos desde los nueve metros; hasta el punto de conseguir anotar la mitad de los tantos de su escuadra (8-7, minuto 20).

Sin embargo, el técnico del combinado anfitrión, José Ignacio Prades, consiguió hacer frente en el plano táctico a las bazas a las que recurría su rival en ataque. Para tratar de neutralizar a Zych, planteó realizar una defensa individual a la jugadora polaca, de la que esta no se pudo zafar, por lo que perdió el protagonismo en ataque durante el resto del partido. Únicamente realizó con posterioridad algunas jugadas puntuales sin mucho recorrido ni influencia para el desenlace del partido. Además, consiguió atar en corto a la pivote rival y sustituyó a la guardameta titular por Mercedes Castellanos.

Pese a estos cambios tácticos que dificultaron el ataque polaco, seguía habiendo tablas en el luminoso; hasta que el combinado centroeuropeo anotó un parcial de 2-0 (11-9, minuto 26). La selección anfitriona tiró de garra, destacando la pivote Anna Vicente y la jugadora del Balonmano Aula Silvia Arderius, que anotó 3 goles en la primera mitad.

La máxima goleadora de la competición por parte de España, la pivote África Sempere (16 tantos antes del encuentro) jugó únicamente en defensa durante la primera mitad, pese a lo cual, contribuyó con el tanto que le sirvió a España para irse por encima al descanso en un ataque rápido (11-12), un tanteador bajo, que era un buen ejemplo de una primera mitad en la que la defensa se había impuesto al ataque.

El 'muro' defensivo y la efectividad atacante española se impone

Pese al arreón final, la dinámica reinante en el partido continuó en la reanudación. La selección líder del grupo Z únicamente consiguió anotar dos tantos desde los siete metros en los primeros ocho minutos; en parte gracias a la gran actuación de Mercedes Castellanos, cuya figura fue engrandeciéndose progresivamente en el marco de la portería para desgracia de sus contrincantes.

Irene Espinosa anotó dos goles consecutivos, que permitieron a las guerreras engrosar momentáneamente su ventaja (13-15, minuto 37), que desapareció rápidamente como resultado de varias acciones acertadas en el contraataque. Las pérdidas de balón y los fallos de cara a puerta, gracias en parte a las brillantes intervenciones de las dos guardametas, generaban largos periodos de tiempo durante los que ninguno de los dos equipos conseguía perforar la portería rival, manteniendo la igualdad en el encuentro.

África Sempere empezó a jugar en ataque y destacó por su actuación y su firmeza desde la línea de siete metros, desde la que anotó tres penaltis, a la postre decisivos, lanzados abajo y a la izquierda de la portería rival. Las imprecisiones en ataque de las polacas permitió a la selección anfitriona hacerse con una renta de dos goles (16-18, minuto 55).

El conjunto centroeuropeo se enchufó en los últimos estertores del partido, pero sus intentos fueron valdíos, ya que a las guerreras no les tembló el pulso y se mantuvieron fuertes en el ataque y la defensa. Finalmente, el encuentro se decidió cuando la selección anfitriona se hizo con una ventaja de tres goles (18-21), tras un nuevo penalti anotado por Sempere.

No hubo opción para Polonia, ya que España reeditó la victoria conseguida en el amistoso previo (19-21), en un enfrentamiento competido que se resolvió en los últimos minutos. En la final se verá las caras con Rumanía, que venció a Rusia por 21 tantos a 18. Las guerreras deberán solventar los errores que les pudieron llevar a la derrota en el partido de la fase de grupos ante su contrincante y último obstáculo de cara a la obtención del título (20-19).