El combate se presentaba como el regreso de Julio Cesar Chávez Jr, no sólo a los cuadriláteros sino en sus aspiraciones de recuperar el título WBC de las 160 libras, que le fue arrebatado por “Maravilla” en septiembre del año pasado. Para ello debería vencer con autoridad a un Bryan Vera, a quien se le atribuyo el rol de vÍctima en la ascensión del hijo de la leyenda, pero nada ocurrió según lo previsto. Así de caprichoso es el boxeo.

Tras casi tres meses de demora, suena la campana que da inicio a las hostilidades. El combate empieza lento y con Vera tomando la iniciativa, mediante el uso  de su jab, frente a Chávez Jr, que apena lanza golpes. Asalto de estudio pero que dejó claras las intenciones de ambos, Vera salir a la guerra y Chávez Jr esperar la oportunidad para conectar golpes potentes.

La estrategia de Vera es efectiva, ya que Chávez aguarda a la espera de encontrar oportunidades. Encuentra el primer hueco y lanza un power punch, pero Vera lo encaja sin mayores dificultades. La estrategia de Chávez no contaba con esa capacidad de encaje.

Da comienzo el tercer asalto, con un ritmo más intenso. Duros intercambios de cuero, donde la superioridad física de Chávez es evidente pero Vera, con su valentía y determinación, incomoda al hijo de la leyenda, a pesar de la inferioridad física.

En el cuarto asalto, es donde se vio a un Chávez más activo y a Vera en apuros, tras encajar un duro golpe que le hizo tambalearse. Pelea igualada con ese mismo esquema, Chávez buscando cualquier espacio libre para conectar y Vera castigándolo con su jab y con buenas series de 1-2. El combate a los puntos se lo estaba llevando Bryan Vera.

En el séptimo asalto, Chávez Jr conectaría su mejor golpe haciendo que Vera perdiera el equilibrio, viéndose obligado a buscar el apoyo de las cuerdas. Chávez, observando la debilidad de su rival, atacó con furia pero el sonido de la campana daba por finalizado el asalto, le impidió conectar más. El combate cada vez más cuesta arriba para el hijo de la leyenda.

En los siguientes asaltos, ambos, presa del cansancio, pelearon de forma más atascada. Sería en el noveno asalto, cuando Vera conectó su mejor golpe, haciendo retroceder a Chávez hacia las cuerdas y sufrir varias combinaciones. El hijo de la leyenda, quien acusaba más cansancio, se quejaba de golpes bajos pero ninguno fue considerado como tal por el árbitro de la contienda. Finaliza el noveno asalto con unas puntuaciones, según la propia HBO, de 86-85 a favor de Bryan Vera. Por tanto a Chávez solo le serviría un nocaut para salir con el brazo en alto.

Se inicia el décimo y último asalto, pero sin ninguna novedad. Vera sigue lanzando su jab y moviéndose por el cuadrilátero, sabiéndose que ya era ganador, y un Chávez que quería pero no podía. Finaliza el asalto y el combate. Vera es presa de la emoción y alegría, pues habría vencido en un combate que no debería de tener ese final. Por su parte, tanto el propio Chávez como su esquina no ofrecieron ninguna imagen de júbilo, pues eran conscientes de la derrota aun sin conocer el veredicto de los jueces.

Las puntuaciones fueron las siguientes: 96-94, 97-93 y una desorbitada 98-92. Puntuaciones que incomprensiblemente atribuirían la victoria por decisión unánime a Julio César Chávez Jr. El público mostró su inconformismo con la decisión a través de ensordecedores abucheos y silbidos.

En la conferencia después de la pelea, Chávez Jr abogó por la arrogancia en vez de adoptar una posición más prudente: "Estuve a punto de noquearlo cuatro veces en la pelea, pues los mejores golpes los conecté yo. La inactividad me afectó un poco, pero si no me hubiese lastimado la mano derecha, lo hubiese noqueado. Creo que puedo pelear de nuevo en diciembre".

Por su parte, Bryan Vera fue contundente: "Sé que he ganado yo y por eso quiero pelear de nuevo con él".

La pelea que debería ser la rotunda candidatura al título WBC del peso medio por parte del hijo de la  leyenda, se convirtió en una noche para olvidar.