Llega un momento en la vida de un hombre en que hay que decir “Ya basta”. Para mí, ese día ha llegado hoy. He tenido que convivir con reclamaciones sobre mi dopaje, sobre mi injusta ventaja respecto a los demás para ganar los siete Tours desde 1999. Durante los últimos tres años, he sido sujeto de una investigación de dos años además de la inconstitucional caza de brujas montada por Travis Tygart. El peaje que esto ha significado para mi familia, el trabajo de mi fundación y para mí me lleva directamente a donde estoy hoy-  a acabar con todos estos disparates.

Tuve la esperanza que un tribunal federal pararía a la USADA (United States Anti-Doping Agency). Pese a que el tribunal mostró su comprensión hacia mis preocupaciones y reconoció que había inconveniencias y deficiencias en las acusaciones de la USADA, su conducta y su proceso, el tribunal acabó decidiendo que no podía intervenir.

Si creyera por un momento que el entrar dentro del proceso de la USADA, podría ayudarme a enfrentarme a las alegaciones de forma justa y – de una vez por todas- acabar con todos estos cargos, no dudaría en hacerlo. Pero me niego a participar en un proceso tan parcial e injusto. Pese a lo que diga Travis Tygart, no hay ninguna evidencia física para probar sus atroces y extravagantes reclamaciones. La única evidencia física que hay son los centenares de controles que superé sin problemas. Me puse a disposición a todas horas, por todo el mundo. Durante la competición o en épocas de descanso. Sangre. Orina. Les daba cualquier cosa que me pidiesen. ¿Qué sentido tiene hacer todos estos test si la USADA no los tendrá en cuenta para nada?

Desde el principio esta investigación no ha querido conocer la verdad o limpiar el nombre del ciclismo, sino que me ha querido castigar a toda costa. Soy un ciclista retirado, y aún así la USADA me ha imputado unos cargos de hace 17 años pese a sus propias leyes que los limitan a 8 años. Tal y como algunas organizaciones respetables como la UCI o la Federación de ciclismo de los EE UU han dejado claro, la USADA no tiene ninguna jurisdicción para llevar a cabo este caso. Las organizaciones internacionales de ciclismo han ordenado a la USADA que parase, han dejado claro que nadie debería participar en los improcedentes procesos de la USADA, y han declarado que los procesos según los cuales la USA ha castigado a ciclistas de por vida o les ha despojado de sus títulos son hechos sin ninguna autoridad. Como muchos otros, incluso los propios miembros de la USADA, han encontrado que no hay nada remotamente claro en sus procesos. La USADA ha roto la ley, ha dado la espalda a sus propias reglas, y se ha mostrado inapelable ante todos aquellos que les han intentado persuadir a que cumplieran con sus obligaciones. En todas estas ocasiones, la USADA ha actuado como un matón, amenazando a quien se interpusiera en su camino y poniendo a prueba la buena fe de cualquier persona que cuestionase sus alegaciones y sus métodos, hechos todos a expensas de los contribuyentes norteamericanos. Durante los dos últimos meses, la USADA ha repetido continuamente un mantra: todos debemos usar las mismas reglas, aplicables a todos, pero se han negado arrogantemente a poner en práctica esas reglas que ellos predican. Para acabar de rematar todo esto, la USADA supuestamente ha hecho tratos con otros ciclistas que podrían burlar sus propias reglas siempre y cuando dijesen que yo había hecho trampas. Muchos de esos ciclistas aún siguen corriendo a día de hoy.

La conclusión es que yo participé siempre siguiendo las reglas de la UCI, la WADA y la USADA cuando competía. La idea a partir de la cual se pueden condenar a atletas sin que tengan muestras A y B positivas de la misma forma que atletas que sí han dado positivo, pervierte completamente el sistema y crea un proceso en el que cualquier excompañero envidioso puede abrir una causa en la USADA de la nada, para obtener una ganancia personal. También se puede dar el caso de un ciclista tramposo que acuerde un trato para que sus penas se rebajen si decide “colaborar”. Es una ventaja injusta y aplicada selectivamente, en contra de todas las reglas. Simplemente no está bien.  

La USADA no puede tomar el control de un deporte profesional internacional e intentar despojarme de mis siete Tours de Francia. Yo sé quién ganó esos siete Tours, mis compañeros saben quién ganó esos siete Tours, y todo el mundo con quién competí sabe quién ganó esos siete Tours. Todos corrimos juntos. Durante tres semanas en las mismas carreteras, las mismas montañas, todos contra las mismas condiciones meteorológicas y los elementos a los que tuvimos que hacer frente. No hubo atajos, no hubo tratamientos especiales. Las mismas carreras, las mismas reglas. El acontecimiento deportivo más duro del mundo donde el hombre más fuerte gana. Nadie podrá cambiar eso nunca. Especialmente Travis Tygart.

Hoy paso página. Ya no me dedicaré más a este tema, sean cuales sean las circunstancias. Me dedicaré al trabajo que empecé antes de ganar mi primer Tour de Francia: servir a la gente y a las familias afectadas por el cáncer, especialmente a aquellos en comunidades desfavorecidas. Este octubre, mi Fundación celebrará 15 años de servicio a los supervivientes del cáncer y el hito de conseguir casi 500 millones de dólares para la causa. Tenemos mucho trabajo por hacer y tengo ganas de acabar con esta distracción absurda. Tengo una responsabilidad respecto a aquellos que dieron un paso adelante para dedicar su tiempo y su energía a la causa del cáncer. Nunca dejaré de luchar en esa misión. Miro adelante, pienso dedicarme devotamente a cuidar a mis cinco bonitos (y movidos) hijos y a luchar contra el cáncer mientras intento ser el hombre de 40 años más en forma del mundo.