La temporada de 1994 no estaba resultando tan satisfactoria para Miguel Indurain como lo habían sido las dos temporadas anteriores. En esas dos temporadas, el corredor navarro se había hecho con la victoria final en el Giro de Italia, para posteriormente completar el doblete venciendo también en el Tour de Francia. Pero en esa temporada 94, Miguel no pudo hacerse con el triunfo en la ronda italiana, cediendo tan privilegiada posición al ruso Evgeni Berzin, mientras que segundo fue un irreconocible joven llamado Marco Pantani (que lucía pelo en aquel momento). El campeón de los dos años anteriores solamente pudo ser el tercer hombre en el podium.
La preparación para el verdadero objetivo del año, el Tour, no había sido la esperada ni para el corredor, el equipo, ni mucho menos para la prensa y aficionados. A ese rendimiento inferior al esperado por parte del corredor del conjunto Banesto, se sumó la excepcional actuación de Tony Rominger, segundo en el Tour el año pasado, en la Vuelta a España de ese año, en la cual venció con una solvencia propia de un gran campeón.
La prensa especulaba con que el tricampeón de la carrera cedería su trono y con quien sería su sucesor
Estos dos hechos hicieron que los medios de comunicación vaticinaran que el fin del reinado de Miguel Indurain era inminente, y que en este Tour tomarían el relevo otra serie de corredores. El principal candidato a coger el testigo sería el suizo Rominger, que se postulaba como el gran rival en la lucha por la Grande Bouclé. Se pensaba en la previa de la ronda francesa que en ese momento la pauta en las ascensiones la iba a marcar el campeón suizo, pero no se quisieron dar cuenta los medios que realmente de que ese nuevo patrón a seguir en las subidas iba a ser cosa de quien sería uno de los aspirantes al triunfo final, el joven escalador que ya le había derrotado en el último Giro, Pantani.
Finalmente, entre tantas quinielas sobre favoritismos y jubilación anticipada o no del actual campeón, comenzó la carrera un 2 de julio de 1994, en Lille. El vencedor del prólogo fue el británico Chris Boardman, quien aquel día voló literalmente. El segundo en el registro del día fue el navarro Indurain, por lo que el Tour no comenzaba del todo mal para el defensor del título.
La jornada clave de la carrera fue la contrarreloj que se disputaría dos jornadas antes del primer contacto con la montaña, en la que se afrontaría la subida a Hautacam. En esa crono el que voló fue Indurain, haciendo nacer el mito del “Tirano de Bergeraç” ya que alejó a un mundo a todos y cada uno de sus rivales de la carrera, siendo el más próximo después de aquel día Tony Rominger, pero con 2 minutos y 28 segundos de retraso en la general.
Indurain pasa a la ofensiva
El corredor español había destrozado la carrera después de la primera y única contrarreloj llana de aquel año. Después de su exhibición no había más que un solar en la lucha por quitarle el maillot amarillo. Pero aún no había comenzado la alta montaña de la carrera, y en ella se podía vivir un vuelco en la general, situación en la que confiaban todos los aspirantes. Aquella primera etapa montañosa tendría un perfil unipuerto, con una única subida en toda la jornada, la de Hautacam, que sería el final de la etapa. La subida de Hautacam tendría 16 kilómetros y un porcentaje medio del 7.3%.
Al llegar a pie del puerto habría un grupo formado por cinco unidades en cabeza de carrera, grupo que rápidamente se fragmentaría según comenzasen las primeras rampas. El primer ataque en el seno del pelotón fue obra del corredor del Mapei Arsenio González, preparando teóricamente el terreno para el ataque de su jefe de filas, Rominger. Pero el ataque no prosperó y apenas duró unas decenas de metros, debido al excepcional trabajo de González Arrieta, del Banesto, controlando la carrera.
El siguiente corredor en atacar sería Udo Bolt, con Pantani y Giorgio Furlan a su rueda. El ataque no fue especialmente duro, pero tuvo una continuidad inmediata en la persona de Pantani, que forzó el ritmo y se marchó en solitario, ya que tanto Furlan, como Bolt no podrían seguir el ritmo. Ese fue el momento en el que Indurain echó un vistazo atrás al grupo de los favoritos en que marchaba y se puso en cabeza del mismo poco antes de pasar por la pancarta de 10 kilómetros a meta, aunque pronto recibió la ayuda de su compañero Jean François Bernard y abandonó la cabeza de su grupo.

El hueco que había abierto Pantani con el grupo de favoritos se situaba ligeramente por encima de los quince segundos. En el grupo ahora marcaba el ritmo Bernard, marchando con Indurain a rueda. Rominger no estaba transmitiendo buenas sensaciones y durante mucho tiempo marchó en las posiciones centrales o traseras del grupo, al igual que sus compañeros Olano y Escartín, que lo escoltaban. Riis, la revelación el año anterior (junto con Jaskula) con su quinto puesto final, también marchaba a cola del grupo. Virenque, De Las Cuevas, Zülle, Conti, o Ugrumov eran otros de los componentes del grupo.
A 7.5 kilómetros para el final, cuando la ventaja de Pantani había superado los 40 segundos, fue Laudelino Cubino quien atacó en el grupo. Se le dejó un pequeño margen de tiempo y, tras un nuevo vistazo a la parte trasera del grupo, Indurain se puso en cabeza del mismo, imponiendo un fortísimo ritmo, que estaba haciendo mucho daño al resto de rivales.
Indurain comenzó a imponer un ritmo tan alto que ninguno de sus grandes rivales fue capaz de seguirle la rueda
Algo había visto el navarro para ponerse a tirar en cabeza con esa fuerza. Y ese algo fue que al girar su cabeza una y otra vez para buscar a su máximo rival, vio a Rominger casi en todo momento en la parte trasera del grupo. Después de tan sólo un minuto de imponer un fuerte ritmo Miguel, Rominger se quedó totalmente descolgado de un grupo que quedó hecho añicos. Olano trataba de llevar adelante a su jefe de filas, pero no había nada que hacer, el suizo no marchaba y Miguel iba super.
Rominger, Zülle, Cacaito Rodríguez, Ugrumov, De Las Cuevas... todos, uno a uno se fueron descolgando de la rueda del navarro, a la que en el paso por la pancarta de 5 kilómetros a meta solo quedaban a su rueda dos Festina, Virenque y Luc Leblanc. 25 segundos separaban en ese punto al trío en el que iba el líder de la general y el corredor que marchaba como cabeza de carrera.
Dieter Senft, situado antes de la pancarta de 4 kilómetros a meta, fue testigo directo de la exhibición que estaba realizando aquel día Indurain. Poco después de encontrase con el diablo alemán, Virenque no pudo seguir el ritmo y se cortó de la rueda del corredor español y de su compatriota francés. La ascensión estaba recordando a los mejores momentos que se habían visto del belga Eddy Merckx, con un ritmo que estaba destrozando a todos y cada uno de los demás corredores. En la pancarta de 4 la desventaja del español era de 20 segundos con respecto al escalador italiano. Las diferencias de Indurain y Rominger no se fueron mostrando en ningún momento por parte de la realización, pero la fortaleza que transmitía Indurain en su pedalada contrastaba con el ritmo cansino del suizo.
Poco antes del último kilómetro de la etapa, Miguel neutralizaba el peligroso ataque de Pantani, al tiempo que Leblanc, que no había gastado un gramo de fuerza intentando hacer algún relevo, lanzaba un poderoso ataque. Ese gesto le molestó muchísimo a Indurain, quien aceleró nuevamente su ritmo,y en apenas medio minuto hizo que se viniera abajo la tentativa del bravo escalador francés. Pantani, al tiempo, que había cogido su rueda, no pudo seguir el ritmo y comenzó a ceder metros.
Un Miguel lleno de rabia había neutralizado rápidamente el ataque de Leblanc, además se colocarse a rueda inicialmente, hasta que pensó en seguir abriendo hueco de cara a la general antes que en la victoria de etapa y se puso otra vez a la carga.

En los últimos metros, entre una niebla que impedía ver siquiera quien atravesaría antes la línea de meta, Leblanc se ponía en cabeza del dueto formado por Miguel. Leblanc sería el primero de los dos en sprintar y la maniobra le salió bien, ya que Indurain se había quedado sin fuerzas para tratar de conseguir la victoria.
Aquel día solamente Leblanc había sido capaz de seguir la rueda de un Miguel Indurain totalmente desconocido en el Tour, ya que jamás, desde que se vistiera por primera vez de amarillo, había realizado un ataque en montaña como el que ese día pudieron disfrutar los aficionados al ciclismo. El corredor navarro dejó sentenciada la carrera con aquel terrible movimiento en la primera jornada de montaña de la carrera, ya que aventajó en meta al que a priori era su máximo rival en la carrera, el suizo Tony Rominger, en casi dos minutos y medio. Miguel iba a salir de Hautacam conservando el maillot amarillo y distanciándose del suizo, siguiente clasificado de la general, en casi cinco minutos de ventaja. Sólo un fantástico Leblanc consiguió evitar que Indurain consiguiese el broche dorado a una jornada perfecta para él.
Clasificación 11ª etapa.
1- Luc Leblanc (Festina) 6 horas 58 minutos 4 segundos
2- Miguel Indurain (Banesto) a 2´´
3- Marco Pantani (Carrera) a 18´´
4- Richard Virenque (Festina) a 56´´
5- Armand de las Cuevas (Castorama) a 58´´
6- Pavel Tonkov (Lampre) a 1´ 26´´
7- Piotr Ugrumov (Gewiss-Ballan) m.t.
8- Enrico Zaina (Gewiss-Ballan) a 1´ 36´´
9- Roberto Conti (Lampre) a 1´ 46´´
10-Laudelino Cubino (Kelme) a 1´ 50´´
Clasificación general
1- Miguel Indurain (Banesto) 51 hora 47 minutos 25 segundos
2- Tony Rominger (Mapei) a 4´ 47´´
3- Armand De las Cuevas (Castorama) a 5´ 36´´
4- Piotr Ugramov (Gewiss-Ballan) a 8´ 32´´
5- Luc Leblanc (Festina) a 8´ 35´´
6- Bjarne Riis (Gewiss-Ballan) a 8´ 59´´
7- Gianluca Bortolami (Mapei) a 9´ 14´´
8- Abraham Olano (Mapei) a 9´ 20´´
9- Thomas Davy (Castorama) a 9´ 46´´
10- Enrico Zaina (Gewiss-Ballan) a 11´ 15´´
Foto principal: caminosolo.net
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