El ciclismo ha sido siempre hogar acogedor de mitómanos, de cuentacuentos. También de poetas. Esos mismos románticos, puristas de las hazañas, de las aventuras, algunos de ellos periodistas, se inventaron un circo llamado Tour de Francia, en 1903. Y revolucionaron, desde entonces, lo que era un concepto desfigurado, vago, deforme, aún por definir: el mismo ciclismo.

Todo pasó en Francia. Allí se inventó la bicicleta, tal y como la conocemos hoy. Allí se desarrolló su utilización, se innovó y se transformó en deporte, en lo que hasta entonces era un desafío de locos, a la velocidad, a las normas, al saber estar. En Francia se construyeron los primeros velódromos, se asentaron las primeras grandes competiciones y se formó a los primeros campeones. Nació la carrera de carreras, una locura de unos periodistas al borde de la quiebra, llamada Tour de Francia. Tienen el Izoard, el Tourmalet, el Puy de Dôme, el Aubisque, el Galibier. De esas vastas planicies, regadas por caudalosos ríos, surgieron grandes figuras, que revolucionaron su deporte, aportando todo lo que tenían en sus piernas y lo que ya habían aprendido desde generaciones.

Francia ha sido siempre espejo en el que mirarse en cuestión de ciclismo

En cada década de ciclismo siempre hubo una gran campeón galo. En los difíciles años veinte fueron los díscolos hermanos Pélissier. En los treinta, Magne y Leducq, en los cuarenta, Robic, en los cincuenta, Bobet, en los gloriosos sesenta, Anquetil, en los setenta, Thévenet, en los ochenta, Hinault y en los noventa, Jalabert. Hay muchos más, algunos muy representativos, icónicos, únicos: Lapize, Geminiani, Poulidor, Fignon. Es difícil englobar tanta riqueza y variedad en tan pocas líneas.

Pero en los tiempos más cercanos se ha echado de menos a Francia. El verdadero amante de este deporte sigue haciéndolo. Era básica en la concepción y sentido del propio ciclismo, explicando gran parte de las historias y rivalidades míticas que en él se han dado. El caso Festina supuso un antes y un después, un punto y aparte y el comienzo de un nuevo párrafo. Pero no toda la culpa la tuvo este escándalo. Fue más buscar otro comienzo, nada más.

Los noventa supusieron el final de una era y el principio de otra

El ciclismo francés se reestructuró en la segunda mitad de los noventa, ante la ausencia de grandes figuras en el escenario internacional. Y la federación nacional, junto a nuevas apuestas como FDJ o estructuras más clásicas, como Casino-Ag2r, cuidaron volvieron a las raíces, cuidando lo más esencial: las escuelas de ciclismo. Se sembró en la árida campiña francesa y poco a poco la simiente, con mucho mimo y paciencia, fue dando sus frutos.

Signos de cambio 

La travesía del desierto del ciclismo francés llegó a un oasis en torno al comienzo de esta década, con una generación de corredores de muy distinto cuño, nacidos entre 1985 y 1988. De esta manera, Roux, Di Gregorio, Offredo, Rolland y algo más reciente, Tony Gallopin, ganaban y sorprendían en muy diferentes terrenos, no sólo se ceñían al típico papel de 'cazaetapas' en el Tour de Francia, explotadísimo ya por los Casar, Vogondy, Voeckler o Fédrigo. Aun así, muchos no lograron demostrar todo lo que se esperaba de ellos. Otros, como Di Gregorio u Offredo, acabaron envueltos en asuntos de dopaje, causando un nuevo clima de decepción entre la afición.

Las dos últimas generaciones de ciclistas franceses han aumentado la calidad y las expectativas

Este aviso, más fugaz de lo esperado, tuvo un eco mucho mayor de lo esperado, con el advenimiento de otra hornada de talento, esta sí, parece que duradera y exitosa. Los dos últimos años los bleus se han desmelenado, presentando batalla en todos los frentes a través de corredores sin complejos, perfeccionistas y ambiciosos. Un soplo de aire fresco, que huele a reconquista, en un intento por recuperar el trono perdido, repartido entre españoles, anglosajones, los países del Este y los centroeuropeos.

Los datos confirman el ascenso de Francia en los ránkings globales (UCI World Ránking y CQ) y el número de equipos profesionales ha aumentado y mejorado sus prestaciones. Tanto es así que para este 2014 serán tres las formaciones galas en el World Tour, compartiendo la mayor representación junto a los EEUU, y dos en la categoría Profesional Continental.

La camada de la FDJ

Pero las cifras no lo son todo, menos en ciclismo. Detrás de ellas hay nombres propios, hombres jóvenes que han saltado a la élite con actuaciones y resultados que los respaldan. La generación del noventa parece ser una de las más prolíficas de cuantas han existido. Sólo les queda demostrar, y para ello necesitan más tiempo, que pueden estar a la altura de otras pasadas, tremendamente gloriosas.

Además, la polivalencia de todo el grupo permite que los veamos no sólo en grandes vueltas, sino en clásicas, sprints masivos o terrenos quebrados. Es el caso de la dupla de velocistas Arnaud Démare-Nacer Bouhanni, primeros representantes de la reconvertida Française des Jeux. 22 y 23 años, respectivamente, han sumado entre los dos veinte triunfos en este 2013, haciéndose rápidamente un hueco en toda volata de calidad. Más completo Arnaud de Nacer, aunque más agresivo este último, cuentan entre su bien nutrido palmarés un Campeonato del Mundo Sub 23 (Démare), un Campeonato Nacional (Bouhanni), una clásica World Tour (Vatenfall para Démare) y parciales en vueltas cortas, como París-Niza, Suiza, Omán o Pekín. Para este 2014, un desafío mayor: las grandes vueltas, donde aún no se han estrenado.

Centrándonos en la parcela 'vueltómana', el verdadero talón de Aquiles del país durante los últimos quince años, las esperanzas vienen representadas por varias bazas, más sólidas que en anteriores generaciones. La Vuelta a España 2013, en ese sentido, supone un espaldarazo definitivo para esta nueva generación. Pero sigue habiendo dudas.

Pinot sigue afianzado como la baza más sólida en grandes vueltas

El corredor llamado, teóricamente, a ser el sucesor de Hinault en el Tour de Francia es otro FDJ, Thibaut Pinot. La prensa francesa, hambrienta de grandes campeones desde la retirada de Jalabert, lo coronó demasiado pronto, apostando por él claramente para el Tour 2013, cuando parece un corredor de lenta cocción y mucho margen de progresión. La presión y varios fallos de preparación lo hicieron fracasar estrepitosamente en julio. Pero en septiembre, en la Vuelta, una gran ronda algo más alejada de los flashes, rindió en el notable, moviéndose entre los cinco mejores cuesta arriba. Con 23 años, muchos impacientes ya lo han enterrado, pero sendos top 10 en Tour y Vuelta, un gran triunfo en la ronda gala y las sobresalientes sensaciones mostradas en la alta montaña hacen que se deba seguir confiando en él. Madiot quiere probarlo en el Giro, pero su calendario todavía no está del todo definido.

La fábrica lotera tiene, además, otro as en la manga, que ha sorprendido, jugando a ganar desde la primera mano. Se llama Kenny Elissonde y es la gran apuesta de futuro de Madiot, junto a Pinot. Un año menor que éste, comenzó a destacar en su primera temporada como profesional, 2012, con un triunfo de etapa en la París-Corrèze.

Pero el niño mimado de la FDJ se destapó definitivamente esta temporada, cumpliendo todas las esperanzas depositadas en él. Ya lanzó algunos avisos tanto en Omán como en L'Ain, alcanzando posiciones destacadas en la general, pero eligió que su presentación en sociedad fuera a lo grande: en el Angliru. Elissonde inscribió su nombre en la prestigiosa lista de ganadores del coloso asturiano, en la penúltima etapa de la Vuelta a España. Culminó una numerosa escapada con nombres ilustres y mantuvo el pulso a la lucha de los favoritos. Los grandes siempre ganan en Riosa y Elissonde, con 22 años, ya lo ha hecho. Aún no se sabe cómo evolucionará, es pronto todavía. Sus destellos y su configuración indican que estamos ante un escalador de los de antes, de gran fondo. Pero habrá que ir con mucho cuidado y paciencia. Kenny deberá desarrollarse y alcanzar fiabilidad para optar a grandes cotas.  

Otro estilete que aliña el grupo es Arthur Vichot. Más cercano a sus predecesores, en el sentido de 'cazaetapas', ha progresado enormemente en este 2013, ganando Haut Var y los campeonatos nacionales, además de acabar segundo en Montreal. Con estos resultados, se ha dado cuenta de su polivalencia, destacando tanto en vueltas por etapas como clásicas. Con 25 años, Vichot tiene aún margen de mejora, asegurando triunfos a lo largo y ancho del calendario.

Barguil, el último diamante

Por último, hay que adentrarse en el hombre que cierra el círculo. Warren Barguil, 22 años, Argos-Shimano. Es el más reciente estallido galo. Gana, pero gana con estilo propio, con la original firma de un gran campeón. Posee matices, detalles, reminiscencias, a Fignon, a Jalabert o al mismísimo Vandenbroucke. Sus trazas de ciclista total le han permitido brillar ya en diferentes escenarios, coronándose, al igual que su compatriota Elissonde, en la pasada Vuelta a España, ganando dos etapas. Sus precoces habilidades tácticas, además de poseer un buen motor cuesta arriba y una excelente punta de velocidad le han valido para erigirse como jefe de filas de su equipo tanto en las Ardenas como en ciertas vueltas por etapas.

Barguil pone la 'salsa' a esta nueva estirpe, erigiéndose como corredor total

2014 sera un año importantísimo para Barguil. La presión aumentara sobre él, aunque se muestra confiado. "Estoy dispuesto a asumir el rol de líder y a mejorar con respecto a esta temporada", afirmó hace unas semanas. 

Ambición, desparpajo, polivalencia. Estas son algunas de las premisas con las que se presenta la nueva generación de ciclistas francesas. Una nueva era que muchos medios del país vecino bañan en oro, cuyas actuaciones y resultados hablan por sí solos.

Faltan algunos nombres más, como Coquard o Bardet, pero a estos últimos les falta dar ese paso en grandes pruebas que el resto si ha dado. No en vano, a Francia le basta con este ramillete de grandes promesas y los corredores mas veteranos para optar a dominador del 2014. Con hombres ambiciosos, adaptables a cualquier medio y una excelente estructura de equipos WT y Continentales, se dan las condiciones idóneas para una nueva época de grandeur en la cuna del ciclismo, que despierta ya de su largo letargo de quince años.