Cuando vimos, allá por el final del 2010, que el equipo Sky había fichado a un nacionalizado británico, de origen keniata, se pensó si de verdad había valido la pena su fichaje por el potente equipo de casa, que formó Dave Brailsford. Pero muy pocos se esperaban hasta donde llegaría este ciclista tan atípico.

La temporada del 2010 de Christopher Froome iba a ser de aprendizaje y de consolidación en el pelotón profesional, trabajando como gregario de Wiggins en las pruebas por etapas. Como corredor libre consiguió el segundo puesto en los campeonatos británicos contra el crono, aprovechando el punto de forma que le había dejado el Giro de ese año, la única grande en la que compitió en 2010.

Con las fuerzas renovadas, Froome comenzó la temperada 2011 con el objetivo de liderar una gran ronda por etapas. Su diana fue la Vuelta a España, en la que compartió galones con el Wiggo.

El gregario que superó al líder

En la ronda española el incipiente corredor comenzó a cuestionar el liderazgo de Wiggins. Froome se puso de líder en la única crono larga, en Salamanca, perdiéndolo posteriormente en Manzaneda. Aunque el teórico gregario se mostraba más fuerte, las órdenes de equipo le impidieron hacer la carrera que él hubiese querido. Tuvo que ser en medio del Angliru, en la penúltima jornada, cuando Wiggins dio libertad a Froome para ir en busca de Juanjo Cobo, pero fue demasiado tarde. Finalmente, acabó segundo en esa Vuelta, y dando la sensación de que, si no hubiera sido por su rol de gregario, posiblemente hubiera ganado La Vuelta.

Las influencia de las órdenes de equipo

En 2012 se tuvo que conformar con ver a su líder arrasar en todas las carreras a las que iba. El Tour volvía a ser el objetivo de Wiggins, junto con el de Froome, que había mostrado condiciones suficientes para guiar a su líder hacia el amarillo. Un calendario exclusivamente planificado para llegar en buena forma a la carrera francesa donde su mejor resultado fue el cuarto puesto de la general del Dauphine.

Llegó el Tour de Francia y llegó la primera etapa favorable para el liderato de Wiggins. La séptima etapa tuvo un recorrido de 199 kilómetros entre Tomblaine y la Planche des Belles Filles, subida inédita en la carrera y que decidiría el nuevo portador del maillot amarillo después de las anteriores seis etapas, donde Fabian Cancellara lo había llevado desde que ganara el prólogo inaugural en Lieja (Bélgica).

La etapa comenzaba con los numerosos ataques para coger la fuga, típicos de los primeros días, que finalizaron con la escapada de Cyril Gautier (Europcar), Christophe Riblon (Ag2r), Luis León Sánchez (Rabobank), Chris Anker Sorensen (Saxo Bank Tinkoff), Dimitriy Fofonov (Astana), Martin Velits (Omega Pharma Quick Step) y Michael Albasini (Orica GreenEdge). El pelotón, encabezado por BMC y Sky, no les dejó mucho tiempo, ya que la diferencia máxima que tuvieron los siete de cabeza fue de seis minutos. Esta pequeña diferencia ya presagiaba la lucha que se iba a hacer en el último puerto y la apuesta del equipo inglés por conseguir que su líder consiguiese cuanto antes el maillot de líder de la carrera.

Sin problemas durante toda la etapa, donde los gregarios del equipo británico se habían refugiado en la parte media-alta del pelotón para evitar caídas y mayores problemas, al inicio del puerto los gregarios del Sky comenzaron a imponer un fuerte ritmo en cabeza de la ascensión que poco a poco fue eliminando a corredores y dejando en el grupo a los más fuertes de la carrera. La aproximación al puerto corrió a cargo de Edvald Boasson Hagen y dentro de él, Michael Rogers encabezó el pelotón, seguido por su compatriota Richie Porte, Chris Froome y, finalmente, Bradley Wiggins. Detrás de Wiggins, pegado como una lapa, Cadel Evans, y por detrás Vincenzo Nibali. Más allá de Nibali quedaban aquellos que, simplemente, podían aguantar el ritmo de la ascensión.

Se apartó Rogers y Porte puso una marcha más, dejando por el camino a favoritos como Robert Gesink, Samuel Sánchez, Tejay Van Garderen o Janez Brajkovic. Apartado el australiano a poco más de 2 kilómetros para la meta, entraba Froome demostrando su buena forma física y poniendo otra marcha que solo podía ser seguida por Wiggins, Evans, Nibali y por un sorprendente Rein Taaramae. Dentro del último kilómetro, el australiano lanzó un duro ataque a 400 metros del final que a duras penas fue seguido por sus compañeros de grupo. Pero al aussie se le atragantó la última rampa dura, permitiendo a Froome contraatacar y lanzarse a por la victoria a falta de 200 metros del final.

El británico había demostrado que estaba preparado no solo para guiar a Wiggins a la victoria general, sino para ganar la carrera francesa en algún momento de su carrera deportiva. El día de su victoria en la séptima etapa de ese Tour no sería la única ocasión donde demostró estar con mejores piernas que su líder: en la etapa que acababa en Peyragudes, Froome imponía un fuerte ritmo durante los últimos kilómetros que obligaba a Wiggins a descolgarse pero las órdenes de equipo obligaron a Froome a esperar a su líder (unos momentos de dudas y parones por parte del keniata que le dieron alas a Alejandro Valverde, que marchaba escapado esa jornada y disponía de menos de un minuto de ventaja). Unas imágenes que mostraron la "debilidad" del líder frente a su gregario y fue uno de los motivos del cambio de opinión de su jefe de equipo, David Brailsford, sobre quién debía afrontar el liderato del Tour de Francia del año 2013.

Fuente: EFE.

Una discreta pero digna Vuelta a España

Mientras Wiggins se tomaba un merecido descanso después del Tour que había conseguido, el de origen keniata se fue a intentar conseguir la Vuelta a España. Entre la fatiga acumulada por querer empalmar el punto de forma del Tour con el de la Vuelta y la competencia española con la que gozó durante las tres semanas de la prueba (Contador, Purito y Valverde), el inglés se tuvo que conformar con ver a sus rivales jugarse la victoria en las etapas de montaña como en la Collada de la Gallina, Mirador de Ézaro, en Los Ancares, en El Cuitu Negro y en la etapa que finalizaba en la Bola del Mundo, mientras él tenía que conformarse con intentar reducir las diferencias en las cronos, como en la de Pontevedra. Finalmente, tras 21 días donde no se mostró como a él le hubiera gustado, finalizaba cuarto de la general.

Mismo calendario para asaltar el Tour

En la temporada de 2013 arrasaba al igual que lo había hecho Wiggins en 2012: ganaba la general del Tour de Omán con victoria de etapa en la jornada de montaña, quedaba segundo de la general de la Tirreno - Adriático solo por detrás de Vincenzo Nibali, conseguía etapa y general del Critérium Internacional y una etapa (el prólogo) y la general del Tour de Romandía. Después de esa primera parte de la temporada casi inmaculada para el inglés, se tomaba un descanso que acabaría con el inicio del Criterium du Dauphine, donde se volvería a llevar la general y añadiría al botín la etapa que acababa en Valmorel. Un calendario prácticamente calcado al que había hecho el año anterior Bradley Wiggins y que le había aupado al inglés al cajón más alto del pódium de París.

Llegó el Tour y Froome se presentó en Porto Vechio junto con Boasson Hagen, Porte, Thomas, Kiryienka, Siutsou, Kennaugh, David López y Stannard. Un equipo no tan potente como el del año anterior pero igual de fuerte para llevar al de origen keniata hacia la victoria.

En las primeras etapas del Tour de 2013 el inglés se mantuvo siempre bien colocado en el pelotón, sin gastar un gramo de fuerza de más y dejando pasar las etapas. En la crono de Niza su equipo fue tercero en la etapa y acercó a Froome a las primeras posiciones de la clasificación al mismo tiempo que se distanciaba de sus rivales como Contador, Purito Rodriguez, Quintana o Valverde.

Exibiciones de Froome en la montaña

La primera oportunidad clara para asaltar el liderato vino en la novena etapa, que finalizaba en Ax 3 Domaines, después de pasar por el Col du Pailheres, de categoría especial. Desde el inicio del categoría especial, el Sky mandaba en el pelotón, imponiendo un ritmo que cortara a los demás corredores del pelotón y sin quemar a los gregarios del Sky, y sin hacer caso a los ataques (como los de Nairo Quintana o Rolland). Un descenso tranquilo y sin arriesgar y que permitió al Sky que se plantase a 8 kilómetros del final dispuesto ahora sí a romper totalmente la carrera. Fue tal el ritmo que a falta de seis kilómetros para meta solo aguantaban Contador, Valverde y Kreuziger. Con sus rivales a punto de ceder, Froome atacó y se marchó fácilmente de todos sus rivales, en una exhibición hasta el cima. Etapa y liderato para el inglés, que había demostrado, en su primera oportunidad para romper la carrera, que era el más fuerte.

La exhibición de Ax 3 Domaines fue la primera de una larga lista. En Mont Ventoux volvió a exhibirse, lanzando un ataque a falta de siete kilómetros del final que sacó de punto a Contador (el único que le aguantaba). Unos metros más tarde, el inglés alcanzaba a Quintana, que había atacado anteriormente y era cabeza de carrera, que contra todo pronóstico aguantó el ritmo de Froome, pegándose a su rueda. Pese a los tremendos cambios de ritmo de Froome, el colombiano supo no excederse ni se puso nervioso, aguantando a su rueda hasta el kilómetro y medio final, donde cuando nadie se lo esperaba soltó a Quintana cambiando otra vez el ritmo. Con aquella victoria en el Mont Ventoux demostró que, aunque su equipo había demostrado debilidades en las demás jornadas, en las etapas de montaña demostraba que era el único dominador.

Todos los excesos que el inglés había tenido durante el Tour (Ax 3 Domaines, el segundo puesto en la crono del Mont-Saint-Michel, la exhibición en el Mont Ventoux. y la victoria en la crono de Chorges) para pagarlo durante las siguientes jornadas de montaña, donde Quintana y Joaquim Rodriguez le sacaron tiempo en las etapas que finalizaban en Alpe d'Huez y Le Semnoy. Fueron los únicos días en todo el Tour donde el líder mostró debilidad alguna, pero era demasiado tarde para intentar arrebatarle el liderato al del Sky, porque la diferencia que había ido acumulando en las jornadas previas era demasiado amplia.

Fuente: AP.

En la general, le acabó sacando una friolera de más de cuatro minutos a Nairo Quintana y cinco minutos al español Joaquim Rodriguez. Un amarillo para un corredor que ha demostrado que está hecho para ganar más de una Grande Boucle en su carrera deportiva como cilcista. Pero los aficionados no pensaron eso al final del Tour del 2013, sinó en su primera victoria en el Tour de Francia, por allá en 2012, cuando se impuso brillantemente en la etapa que acababa en el puerto inédito de la Planche des Belles Filles.

El vídeo de la victoria de Froome en La Planche des Belles Filles