Todo el mundo conoce la historia de Lance Armstrong y su idilio con el Tour de Francia. El héroe americano que superó un cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales para convertirse en el dominador absoluto de la ronda francesa durante casi una década. Su lucha incansable contra la enfermedad, su afán de superación, su coraje, su tesón y su espíritu competitivo cautivaron a una generación que le convirtió en un modelo a seguir e imitar. El estadounidense se convirtió en un símbolo de integridad y valentía ante la adversidad.

Un corredor que fue completando un palmarés envidiable desde 1992, cuando abrió su casillero de victorias en el GP de Atlanta. A partir de ese momento no paró de cosechar éxitos: siete veces campeón del Tour (1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004 y 2005), 22 etapas en la ronda gala, campeón del Mundo en ruta en Oslo, dos Dauphiné Libéré, un Tour de Suiza, el GP de Midi Libre... un currículum envidiable.

Pero todas las historias tienen una cara b. La leyenda del rey Midas del ciclismo, del superhéroe capaz de aplastar a sus rivales en las carreteras francesas, estaba edificada en mentiras. Estaba sustentada en la trampa, en el engaño, en el dopaje.

Sospechas y acusaciones

El periodista irlandés, David Walsh, y su colega francés Pierre Ballester fueron los primeros en acusar de dopaje al ciclista americano, lo hicieron en su libro: LA (Lance Armstrong) Confidential, que se publicó en vísperas del Tour de 2004.

El libro basaba su contenido en los testimonios de Betsy Andreu, la esposa de un antiguo compañero de Armstrong, Emma O’Reilly, quien había sido masajista personal del ciclista, y Steven Swart ,un excompañero de la década de 1990.

David Walsh y Pierre Ballester abrieron la caja de pandora

En el libro se contaban diferentes episodios en los que Armstrong se veía inmerso en asuntos relacionados con el dopaje. Su masajista personal afirmaba que el ciclista le encargó, tras la Vuelta a Holanda de 1998, que se deshiciera de una bolsa de jeringuillas que había utilizado durante la carrera. También incluía un episodio acaecido en 1999, durante una concentración en los Pirineos franceses, cuando el ciclista le pidió que fuera a España a buscar un bote de comprimidos que le entregó después en un aparcamiento.

Armstrong demandó por injurias a los dos periodistas y al Sunday Times, diario en el que trabajaba Walsh. El americano acabó ganando el Tour de Francia, su sexto consecutivo, y la demanda. El periódico fue condenado por difamación en 2006 y tuvo que pagarle 300 mil libras al texano.

Sólo fue el comienzo. La mecha ya se había prendido, el cerco sobre Armstrong se iba estrechando poco a poco. El diario francés L'Équipe aseguraba en su edición del 23 de agosto de 2005, que Lance Armstrong había consumido EPO durante la disputa del Tour de 1999. El rotativo francés afirmaba que el Laboratorio Nacional de Detección del Dopaje (LNDD), contaba con hasta seis muestras de orina congelada que demostraban que el texano había consumido esta sustancia durante su primera victoria en el Tour.

Pese a la contundencia de las pruebas, la Unión Ciclista Internacional (UCI), exoneró al ciclista de las acusaciones de dopaje debido a que los controles de orina no se habían realizado bajo estándares científicos fiables. Armstrong volvía a salir airoso de una situación muy comprometida.

Landis, Swart y Hamilton

En mayo de 2010 fue Floyd Landis, el antiguo lugarteniente de Lance, quien admitió su dopaje cuando corría en el equipo US Postal Service. El ciclista americano, arruinado y cansado de tratar de demostrar su inocencia por su positivo en el Tour del 2007, decidió sincerarse y abrió la caja de los truenos.

"En el US Postal era habitual el consumo de EPO y esteroides"

Landis escribió varios emails a la Federación Estadounidense y a la UCI. En ellos confesaba que tanto él como sus compañeros de US Postal: Armstrong, Hincapie, Leipheimer o Zabriskie, habían estado utilizando el dopaje durante los años 2002 y 2003.

Según Landis, en el equipo americano era habitual realizarse transfusiones sanguíneas, tomar EPO y usar esteroides para mejorar su rendimiento. Y no sólo eso, el americano confesó que Johan Bruynell, director del equipo, le había instruido en el uso de sustancias dopantes y en la forma de llevar a cabo las transfusiones para que no fuesen detectables en los controles.

Admitió que Armstrong hacía las funciones de consejero, les explicaba a los recién llegados cuáles eran los periodos en los que era recomendable doparse para poder burlar los controles de la UCI, además, confesó que en Girona, donde residían varios ciclistas estadounidenses, solían realizarse transfusiones de sangre. Cuando se extraían la sangre, las bolsas quedaban almacenadas en un frigorífico de la casa catalana de Armstrong.

También dijo que los dirigentes de la UCI habían tapado un positivo de Armstrong en la Vuelta a Suiza. Landis dijo que los presidentes de la UCI habían aceptado sobornos y que se manejaban con "reglas terroristas".

Lance Armstrong negó rotundamente las afirmaciones de su antiguo compañero. Publicó en su web personal una serie de correos que le había mandado el propio Landis en los que le amenazaba con hablar si no le garantizaban un contrato en el que era su equipo de aquella época, el RadioShack. La Unión Ciclista Internacional volvió a salir en su defensa, por segunda vez, y criticó duramente a Landis, asegurando que todas sus acusaciones eran infundadas.

Pero el torrente de noticias no cesó. En enero de 2011, Stephen Swart volvió a la carga en la prestigiosa revista deportiva estadounidense Sports Illustrated. Swart explicaba que el texano era "el instigador" dentro del equipo Motorola para tomar EPO, además, revelaba que en un control interno de 1995 alcanzó "el 54 o 56 por ciento de hematocrito".

En mayo de ese mismo año, su excompañero de equipo Tyler Hamilton, realizó una entrevista en un programa de la cadena estadunidense CBS. El americano afirmó haber visto a Lance inyectándose EPO en la edición del Tour de 1999: "Vi EPO en su nevera. Le vi inyectársela más de una vez, todos lo hacíamos".

Acusación de la USADA y caída del mito

El 13 de junio de 2012, la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA), en sus siglas en inglés, con el respaldo de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), presentó cargos formales de dopaje contra Lance Armstrong.

En el informe realizado por la USADA se informaba de que en algunas de las muestras de sangre de Lance, recogidas entre 2009 y 2010, se observaban signos de manipulación sanguínea, además de la presencia de EPO, testosterona, corticoides, agentes enmascadores y señales del uso de transfusiones.

La USADA no solo presentó cargos contra Armstrong, también inculpó a varios de sus socios: los médicos españoles Pedro Celaya Lezema y Luis García del Moral, el entrenador Pepe Martí, el doctor Michele Ferrari y el mánager Johan Bruynnel. A todos ellos se les acusaba de haber estado involucrados en una conspiración masiva de dopaje desde 1998 hasta 2011.

En su informe, la USADA recogía el testimonio de más de diez ciclistas que habían corrido con Armstrong: Frankie Andreu, Michael Barry, Tom Danielson, Tyler Hamilton, George Hincapie, Floyd Landis, Levi Leipheimer, Stephen Swart, Christian Vande Velde, Jonathan Vaughters y David Zabriskie.

Armstrong no tardó en salir al paso de estas acusaciones: "Estos cargos no tienen fundamento, están motivados por el rencor e impulsados a través de testimonios comprados y pagados mediante promesas de anonimato e inmunidad. La malicia de la USADA, sus métodos, sus prácticas y su decisión de castigar primero y posteriormente juzgar están en desacuerdo con nuestros ideales de justicia y juego limpio. Nunca me he dopado, y, a diferencia de muchos de mis acusadores, he competido como un atleta de resistencia durante 25 años sin aumento en el rendimiento, he pasado más de 500 controles y nunca di positivo".

El departamento jurídico del ganador de siete Tour de Francia se puso manos a la obra y demandó a la USADA por calumnias ante un tribunal de la localidad natal del ciclista, en Austin, pero la demanda fue rechazada. El proceso abierto por la USADA seguía su curso y el 10 de Julio se anunciaba la suspensión de por vida del médico valenciano Luis García del Moral, el entrenador Pepe Martí y el médico italiano Michele Ferrari.

La UCI sanciona a perpetuidad a Lance y le quita los siete Tours de Francia

El 20 de agosto un juez volvió a desestimar la nueva demanda presenta por Lance. Tres días más tarde, el 23 de agosto, Armstrong anunciaba que no habría batalla jurídica, que no se iba a defender de los cargos de dopaje continuado a lo largo de toda su carrera. Al renunciar a la vista ante un tribunal arbitral, Armstrong, de facto, aceptaba la acusación de la USADA, lo que significaba que aceptaba también el castigo, es decir, la suspensión a perpetuidad y la anulación de todos sus resultados logrados desde 1998 hasta 2011, incluidos los siete Tours de Francia (1999-2005).

El 22 de octubre la UCI, que tanto empeño había puesto por proteger al estadunidense, decidía sancionarle de por vida y desposeerle de sus siete Tours de Francia, dando así por bueno el informe de la USADA.

El 18 de enero de 2013 Armstrong concedió una entrevista en el programa de Oprah Winfrey en el que realizó una confesión de dopaje televisiva. Una confesión ensayada, fría y calculada, como toda su carrera: "Nunca pensé que hiciera trampas. Simplemente me ponía al nivel de los demás. En esa generación no se podía competir sin dopaje. Yo no inventé la cultura del dopaje, pero tampoco traté de frenarla. No quiero acusar a nadie. Estoy aquí solo para reconocer mis errores. Pasaré el resto de mi vida tratando de recuperar la confianza perdida y disculpándome ante la gente”.

El ciclista texano también admitió que "es imposible ganar siete Tours sin tomar sustancias prohibidas. No me sentía mal cuando lo hacía, el dopaje formaba parte de mi trabajo".

El mito, la leyenda, el hombre de hierro había caído. El descenso a los infiernos del texano era un hecho. Christian Prudhomme, director del Tour de Francia, decidió eliminar a Armstrong del palmarés de la carrera y dejó desierto el vencedor final de la prueba. Siete años borrados de la historia, siete años en blanco, siete años que representan el pasado más oscuro del ciclismo.

Fotos cuerpo: L´Équipe, RTVE, ABC News