Tras ganar el pasado año el Giro de Italia con una gran autoridad, sin rival, y tras mostrar un buen nivel en la Vuelta a España y el Mundial de Florencia, donde estuvo luchando por la victoria hasta el final, todo el mundo apuntaba a un posible candidato a romper el dominio de Froome y de ser, junto con Alberto Contador, una alternativa al potente ciclista británico. Pero doce meses más tarde muchos dudan de la fiabilidad del siciliano.

De la gloria a las penumbras

El Tiburón ha cuajado una temporada muy discreta, apareciendo solo en momentos muy concretos de las carreras. Apenas ha brillado con algunos ataques en la montaña de Romandía o en las Árdenas, donde ha estado peleando pero sin concretar en oportunidades de victoria. Un Nibali desconocido, alejado del ciclista vivaz, de ataque y ambicioso. Aquel que ganó en Tre Cime di Lavaredo cuando tenía el Giro sentenciado. Aquel que lo dio todo en el Mundial de Florencia y que peleó hasta la extenuación en la Vuelta a España. Ese no es el Nibali de 2014.

Con un calendario nada atractivo, solo las Árdenas podrían darle alguna oportunidad antes del “bloque Tour”. La toma de contacto en San Luis fue una mera pachanga, lejos de Quintana que empezaba a fondo. En Dubai, Omán o París Niza no estuvo con los mejores y en las Árdenas solo mostró algunos destellos de su calidad. Llegados al “bloque Tour”, en Romandía lo intentó pero tampoco pudo inquietar a Froome. Y llegó la prueba definitiva, el Critérium du Dauphiné pero no ha sabido ser ese Tiburón, ese ciclista ofensivo y de fuerza, de sensaciones. Se ha pasado la carrera a rueda de los dos grandes candidatos, viendo como Contador y Froome batallaban a su antojo sin que nadie se metiera entre ellos. Al menos nadie de los grandes favoritos, porque al final sorprendía Talansky en el mejor día de Nibali, un día en el que atacó desde lejos y puso en jaque a Froome y a Contador. Ese día deja un halo de esperanza para poder ver a ese Nibali del pasado año. Además, recientemente se ha impuesto en el Campeonato de Italia en ruta de su país exhibiendo el ciclismo que ha hecho grande a Nibali: ofensivo, ágil, vivaz... Esa debe ser la versión que el Tiburón tiene que mostrar si quiere optar al maillot amarillo que llegará motivado con los colores de su país en el pecho.

Un ciclista inteligente a la par que ambicioso

En ese año mostró su mejor versión. Regular, inteligente y con confianza en su equipo. Ágil y agresivo en las subidas, y elegante y potente en los decensos. Ese hombre dominador que siempre busca un hueco para el ataque, tanto en subida como en bajada, siendo uno de los mejores bajadores del pelotón, como en llano. Un hombre agradable para el espectador y muy molesto para sus rivales. Si Nibali recupera estas señas tendrá opciones de ganar la ronda gala. De lo contrario, será una nueva víctima del duelo Froome - Contador.

Fuente: AFP.

Por tanto, un ciclista que llega con una preparación mala, sin buenos resultados pero a la hora de la verdad, los resultados no valen sino el físico y las sensaciones. Aunque de eso parece que Nibali no va excesivamente sobrado. Veremos si es una alternativa real y puede luchar por el amarillo en París.