La 37ª edición del Tour de Francia, la de 1950, estaba resultando una de las más escandalosas de la historia de la carrera. Aquel año una de las grandes figuras del pelotón internacional, el italiano Gino Bartali, fue atacado por un grupo de aficionados franceses, que le acusaban de haber provocado una caída del ídolo local Jean Robic en las primeras etapas de la Grande Boucle. La respuesta de Gino no se hizo esperar: antes de la duodécima etapa ordenó la retirada de toda la selección italiana, incluida la del líder de la carrera, Fiorenzo Magni.

La retirada en plena competición del equipo italiano, con Bartali a la cabeza, puso en graves complicaciones la continuidad de la prueba

La catástrofe se cernía sobre la ronda gala, teniendo incluso que llegar a modificar el recorrido la organización, debido a que una de las etapas concluía en la localidad italiana de San Remo y existía el comprensible temor de que los compatriotas de Bartali optasen por boicotear la carrera. Pero se consiguió campear el temporal y dos días más tarde tuvo lugar una de las historias más bonitas y a la vez tristes que han tenido lugar en la carrera.

13ª etapa. Perpignan-Nimes

En esas condiciones, con el ambiente enrarecido en el seno de la carrera, el jueves 27 de julio de 1950 iba a tener lugar la disputa de la 13ª etapa del Tour de Francia, dos días después de la retirada del equipo italiano. Aquella jornada uniría las localidades de Perpignan y Nimes, con un recorrido de 215 kilómetros, en donde el mayor rival que se iban a encontrar los corredores iba a ser un calor asfixiante, pues el mercurio iba a superar en muchos momentos los 40º C.

(Foto: nj2.notrejournal.info).

Para aquella edición del Tour, había sido invitado el equipo del Norte de África, como colonia francesa que era en aquellos años. El equipo no contaba con corredores de gran nivel, pero sí eran unos ciclistas mucho más acostumbrados al calor que el resto del pelotón, debido a su procedencia. Eran gente como Marcel Zélasco, Charroin, Dos Reis, Marcel Molines o Abdel-Kader Zaaf. Serían precisamente estos dos últimos hombres los protagonistas de aquella decimotercera jornada del Tour.

En los primeros kilómetros de dicha etapa, Zaaf se marchó junto con Molines, contando con el beneplácito del pelotón, que lo único que quería era pasar de la forma más tranquila aquella calurosa etapa mientras discutían sobre lo sucedido en los días anteriores. Los corredores, argelinos ambos, fueron poco a poco ampliando su ventaja, llegando incluso a superar los dieciséis minutos sobre el pelotón.

(Foto: shvoong.co.il).

Abdel-Kader Zaaf, el corredor más destacado de su país, estaba haciendo historia en la que era su segunda participación en la ronda gala, gracias a la renta que había conseguido junto a su compañero de equipo y de escapada. Debido a la amplitud de la renta, veían cada vez más cercano en el horizonte la meta de Nimes y con ella un triunfo que les incluiría en la historia de la carrera, pues el vencedor se convertiría en el primer corredor africano en vencer en una de etapa del Tour de Francia. Un caramelo muy suculento que no se le podía escapar a Zaaf, en teoría mejor corredor que Molines y con mayor jerarquía en el equipo. Para él debía ser ese exitoso capítulo de la historia.

Pero la diosa fortuna a veces juega muy malas pasadas, como iba a comprobar aquel día el gran corredor argelino Zaaf. El calor tan insoportable que estaban sufriendo los corredores aquel día iba a ser el comienzo de la leyenda que acompaña al desenlace de la etapa, y también es el punto en común entre las diferentes versiones que existen de la misma.

Desfallecimiento y la leyenda del vino

La versión más extendida y la que se creyó desde el primer momento, decía que a unos treinta kilómetros de la llegada en Nimes, al paso por una pequeña dificultad montañosa, un aficionado ofreció una botella a los fugados. Zaaf, ante el calor que estaban sufriendo, la aceptó y se la tomó de un trago. Unos kilómetros más adelante uno de los guardias que acompañaba la carrera vio que Zaaf circulaba por la carretera dando bandazos. Ante ello le ordenó detenerse. Aunque trató de reanudar la marcha, a los pocos metros el argelino cayó desplomado en el suelo. Un grupo de aficionados le recogió y sentó a la sombra de un árbol, en donde se quedó dormido unos minutos. Mientras Zaaf había tenido que detenerse por sus problemas, el otro corredor argelino, Molines, se marchó en solitario para encontrar en la meta toda la gloria que el Tour le había reservado.

Como musulmán que era, no había probado nunca el alcohol, por lo tanto al tomarlo por primera vez le afectó de tal forma que terminó desmayándose. Pasados varios minutos, Zaaf despertó sobresaltado, habiendo sido ya fotografiado por la prensa, y se montó rápida y totalmente desorientado sobre su bicicleta, con tan mala fortuna que marchó unos metros en dirección contraria. El pelotón ya le había sobrepasado sin que él pudiera darse cuenta, pero aún así, tras haber avanzado esos pocos metros, chocó contra un coche de la organización. Los comisarios le hicieron ver su error y le descalificaron de la carrera.

Una botella de vino pudo ser la causante del desfallecimiento, ya que como musulmán que era, jamás había probado el alcohol

El corredor argelino fue trasladado al hospital de Nimes para ser revisado por su desfallecimiento, pero su aventura en esa edición del Tour no había terminado. Al día siguiente se escapó del hospital y se presentó en la salida de la decimocuarta etapa. Allí rogó a la organización que le readmitiera, pero los jueces, lógicamente, se mostraron inflexibles y dieron por concluida su participación en aquella trigésimo séptima edición de la Grande Boucle.

Hasta aquí el relato de la bella historia de Abdel-Kader Zaaf y su desfallecimiento. Sobre el mismo existe otra versión, también con el calor como telón de fondo, en la que se acusa de su desfallecimiento a unas pastillas estimulantes que se conocían como “cabezas de muerte”, muy populares en los países de más tradición ciclista en la época. Supuestamente el corredor argelino las habría consumido aquel día, a pesar de la recomendación de no hacerlo con calor, ya que existía riesgo de desmayo, como terminó sucediendo. En esta versión, los aficionados le habrían echado vino frío por encima para tratar de reanimarle, aunque con dudosa eficacia.

Como cuando los periodistas llegaron a la altura del corredor este ya se encontraba tumbado sobre el árbol, se encontraron con un intenso olor a vino sin saber bien lo que había ocurrido. Por ello comenzó de esta forma a circular la historia de que le había sentado mal la botella de alcohol que había tomado poco antes. Realmente la verdadera historia sólo la conocía el propio corredor, quien hasta el momento de su muerte, en 1986, siempre defendió la idea de que le habían dado una botella que pensaba era de agua y resultó contener alcohol.

(Foto: deondernemer.nl).

A pesar de la accidentada participación de 1950, Zaaf se convirtió en un corredor bastante popular en el país galo, llegando a realizar incluso anuncios de licores. Al año siguiente por fin consiguió acabar la ronda gala, aunque en último lugar (66º). Pero a pesar de la fama adquirida en Francia por aquel desafortunado suceso, el corredor argelino comenzó a ser visto con bastante recelo entre la comunidad musulmana, puesto que al haber tomado alcohol, había dejado de ser un ejemplo para ellos.

Clasificación 13ª etapa Tour de Francia 1950. Perpignan - Nimes. 215 km

1- Marcel Molines (Francia Norte África) 6h 22´ 56´´

2- Georges Meunier (Francia) a 4´ 01´´

3- Stan Ockers (Bélgica) a 4´ 26´´

4- Ferdy Kübler (Suiza) m.t.

5- Marcel Hendrickx (Bélgica) m.t.

6- Wim De Ruyter (Holanda) a 4´ 48´´

7- Gino Sciardis (Francia) a 6´ 36´´

8- André Brule (Francia) m.t.

9- Marcel Verschueren (Bélgica) m.t.

10- Pierre Cogan (Francia) s.t.

Clasificación General

1- Ferdy Kübler (Suiza) 86h 38´ 57´´

2- Stan Ockers (Bélgica) a 1´ 06´´

3- Pierre Brambilla (Italia) a 9´ 01´´

4- Louison Bobet (Francia) a 10´ 58´´

5- Raphaël Géminiani (Francia) a 11´ 03´´

6- Jean Robic (Francia) a 11´ 28´´

7- Kleber Piot (Francia) a 11´ 58´´

8- Pierre Cogan (Francia) m.t.

9- Jean Kirchen (Luxemburgo) a 12´ 52´´

10- Georges Meunier (Francia) a 14´ 11´´

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Sobre el autor
David Rodríguez
Soy un simple aficionado de casi todos los deportes y amante especialmente del ciclismo, del que me gusta ver y recordar etapas clásicas de las que ya no tienen lugar a día de hoy