Los grandes ciclistas siempre atacan vestidos de amarillo. Vincenzo Nibali ha cerrado hoy su rico círculo de gloria. Ha entrado en la historia de la eterna carrera gala, asegurando con un amplio margen su primer Tour de Francia. Cuatro triunfos de etapa, más de siete minutos sobre el segundo clasificado y el honor de entrar en el selecto club de quince hombres, él será el 16º, que gana las tres grandes vueltas por etapas. 

Su flamante victoria en la cima de Hautacam le aúpa a un lugar privilegiado en el pelotón actual, a la vez que le reivindica hacía su sector crítico. Nibali se ha preocupado especialmente de dejar claro que su Tour no es mérito de la mala suerte de sus mayores adversarios, Froome y Contador, sino de sus piernas y su inspiración táctica. 

Hoy el siciliano ha fabricado su cuarto trofeo a fuego lento, desde las entrañas de la maquinaria kazaja Astana. "Hemos realizado un excelente trabajo hoy. Todo el equipo ha estado muy bien. No hemos permitido que la fuga cogiese mucha ventaja y al final me he preocupado de atacar pronto para asegurar la victoria. Tenía muy buenas piernas", declaró a France 2 en zona de podio. 

"He atacado pronto para asegurar la victoria", afirmó el italiano

Un demarraje a algo más de nueve kilómetros de meta, continuando la apuesta efímera de Chris Horner, le ha bastado para dejar en la sombra al resto de sus rivales. Valverde, Pinot, Péraud o Van Garderen formaban parte de otra guerra, la del podio. Tenían claro que lo de delante era otra historia, que la victoria se iba este año para Italia, tras 16 de travesía en el desierto. 

"He hecho un trabajo muy específico para ganar el Tour. He cambiado mi preparación. Las concentraciones en Estados Unidos, los stages en montaña o el estudio una a una de las etapas", explicó Nibali. "Estoy verdaderamente feliz porque todo ha dado, finalmente, sus frutos", concluyó.