Solo los grandes ciclistas son capaces de brillar en todo tipo de terrenos, en todo tipo de escenarios y solo ellos son capaces de entrar en el Olimpo del ciclismo. Un lugar dentro de ese Olimpo está destinado a los ganadores de las tres grandes vueltas del calendario internacional: Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta a España. Un lugar para los grandes vueltómanos, para los ciclistas que han llenado de hazañas y de grandes triunfos los Dolomitas, los Alpes, los Pirineos y la Cordillera Cantábrica. Allí donde se forjan estas leyendas cuya importancia cobra vitalidad con el paso del tiempo.

Muchos lo conocen como la "Triple Corona", pero en realidad esa nomenclatura es incorrecta. La "Triple Corona" se considera a la consecución de dos de las grandes vueltas por etapas y del Mundial de Ciclismo en el mismo año. Ese título, considerado el más difícil de conseguir en el ciclismo internacional, solo lo han conseguido Eddy Merckx, tras ganar Giro, Tour y Mundial en 1974 y Stephen Roche, que consiguió, en 1987, el mismo logro que el belga. Otros muchos ciclistas han conseguidos dos grandes vueltas en el mismo año pero se quedaron sin Mundial Coppi, Indurain, Anquetil, Hinault, Merckx, Battaglin, Pantani o Contador se quedaron con la miel en los labios tras no poder imponerse en el Mundial de Ciclismo.

'El club de los selectos'

Todo empezó con Jacques Anquetil. El francés fue el primero en conseguir el triplete de 'grandes' y entrar en ese 'club de los selectos'. En 1963 remataba esta triple victoria con la victoria en la Vuelta a España, tras conseguir cinco Tour de Francia y dos Giro de Italia.

Jacques Anquetil | Fuente: www.busstopbikers.co.uk

Felice Guimondi prosiguió con lo iniciado por Anquetil cinco años después. En 1968, el italiano se hacía con la victoria en La Vuelta completando así la victoria en Giro (1967, 1968 y 1976), Tour (1965) y Vuelta (1968).

Eddy Merckx fue el tercer ciclista en conseguir la victoria en las tres grandes. Fue en el año 1973 cuando 'el Caníbal' conseguía la victoria en la Vuelta Ciclista a España, completando así el triplete. El belga logró cinco victorias en el Tour de Francia, cinco victorias en el Giro de Italia y el mencionado triunfo en La Vuelta.

Eddy Merckx | Fuente: Getty Images.

El cuarto en conseguir el triplete en grandes vueltas fue Bernard Hinault. El francés se erigió dominador del Tour de Francia en la época posterior a Merckx. Hinault materializó la triple victoria en 1980, cuando logró imponerse en el Giro de Italia. En solo dos años quedó incluido en el grupo de los selectos. Además de ser pentacampeón del Tour se llevó tres Giro de Italia y dos Vueltas a España.

Tuvieron que pasar casi treinta años para volver a ver un ciclista que volviera a conseguir las victorias en las tres grandes vueltas. Fue el español Alberto Contador quien supo hacer suerte de su desgracia. Tras ganar el Tour de Francia en 2007, el madrileño tuvo que conformarse con hacer Giro y Vuelta tras la sanción a su equipo, el Astana, que le dejaba fuera del Tour. Contador, por tanto, arrasó en el Giro y en la Vuelta donde fue tremendamente superior. Por tanto, en solo dos años Contador igualaba a mitos como Merckx o Hinault con la victoria en las grandes vueltas por etapas. Hasta el día de hoy, Contador ha conseguido un Giro de Italia (2008), dos Tour de Francia (2007 y 2009) y dos Vuelta a España (2008 y 2012).

El inicio del triplete

Pero ya hablando del actual vencedor, Nibali va camino de convertirse en otro de los ciclistas para el recuerdo. Todo comenzó en Cantabria, sí sí, en esta pequeña comunidad del norte de España que, probablemente, Nibali ni conocería por aquel entonces. Igor Antón lideraba la Vuelta a España 2010 con autoridad y habiéndose mostrado como el mejor ciclista en las primeras etapas de montaña. Pero allí, cerca de la capital cántabra, metros antes de iniciarse la ascensión definitiva a Peña Cabarga, el vasco se iba al suelo diciendo adiós a la carrera. Nibali se puso líder en el alto cántabro, donde la victoria fue para Joaquim Rodríguez.

Tras aguantar en los Lagos de Covadonga, cedió el liderato ante Purito en Cotobello, pero la crono del día siguiente beneficiaba al siciliano con respecto al catalán. Y así fue. Nibali no tuvo problemas en recuperar el medio minuto que les separaba y solo Ezequiel Mosquera parecía en disposición de arrebatarle la victoria.

Y llegó la última etapa clave. El penúltimo día se produjo la ascensión a la Bola del Mundo. Una subida muy dura, cerca de ser comparable con el Angliru, y que se estrenaba en esa edición de La Vuelta. La lucha fue tremenda entre el italiano y el español. Mosquera apretó mucho a Nibali pero al final, el ciclista de Liquigas pudo aguantar las embestidas para hacerse con la victoria. Mosquera se llevó la etapa aunque la sanción posterior por dopaje le dio la victoria parcial a Nibali.

Nibali ascendiendo la Bola del Mundo | Fuente: Unipublic.

Llegaba el mejor Nibali

Así llegaba la primera gran vuelta para Nibali. El inicio de una gran nómina de triunfos que llegan hasta el día de hoy. Lo sufrió y lo peleó como nunca, pues sus otras victorias en Giro y Tour fueron mucho menos reñidas. Poco a poco, el Tiburón fue afianzando sus cualidades, mejorando en la crono y cogiendo mayor fondo en la montaña, para aguantar con los grandes en todo momento. Con su maestría en los descensos y su gran ambición, poco a poco fue convirtiéndose en el ciclista total y empezó a ser tenido en cuenta para las grandes vueltas. En el Tour de 2012 fue el único capaz de aguantar el temporal Sky, con un Wiggins y un Froome avasalladores. Fue el único que pudo estar con ellos en las ascensiones y el único que puso algo de oposición a su doblete.

Por fin, el Giro

Fuente: Dal Zennaro.

y llegó 2013. Cambio de aires, rumbo a un nuevo equipo donde confiaban todo a sus resultados. Astana era el destino y el Giro, el objetivo. Tras un acercamiento perfecto a la carrera italiana, con victorias en Tirreno y Trentino, mostrando una gran superioridad y peleando en todo momento las victorias, como ocurrió en la carrera de los dos mares ante Froome, entre otros.

Y por fin llegó la cita. Nápoles veía salir al Giro y Nibali no tardaría en ponerse líder. Apenas había etapas de montaña en los primeros días, por lo que la crono de Saltara sería la primera piedra de toque para los favoritos que no habían perdido tiempo en las complicadas etapas iniciales. Nibali cuajaba una crono sensacional. Cuarto y liderato. Le arrebataba la maglia rosa a Intxausti y se ponía líder, una posición que ya no abandonaría.

En la montaña, el Tiburón mostró auténtica superioridad. En la decimocuarta etapa pegó el hachazo definitivo, dejando a más de minuto y medio a Evans y Urán en Bardoneccia. Estaba hecho. Pero Nibali es ambicioso, Nibali es ofensivo y quería más. Se marcó como objetivo la victoria en las etapas de montaña finales y lo hizo. Se llevó la cronoescalada con absoluta autoridad y se exhibió en Tre Cime di Lavaredo para coronarse en su tierra, en Italia, y para conseguir aquello que persiguió desde pequeño. El Giro, conseguido. Ahora quedaba el Tour pero tocaba esperar hasta el año siguiente.

En ese mismo 2013, disputó una grandísima Vuelta a España donde se mostró muy competitivo pero acabó pagando caro su mayor desgaste físico en las últimas etapas, perdiendo la victoria en Peña Cabarga y l'Angliru con Chris Horner. Segundo puesto y a pensar en el Mundial. En Florencia, en el Mundial de su casa, Nibali quería conseguir el doblete (gran vuelta y Mundial), algo que pocos han conseguido (solo lo consiguieron algunos pocos como Coppi, Meckx, LeMond o Hinault). El recorrido le favorecía pero al final, tras mucho esfuerzo, volvió a pagar caro su desgaste en un Mundial ganado por Rui Costa. Nibali llegó hasta el final con opciones pero no pudo disputar la victoria los últimos kilómetros con Purito y Rui Costa. Gran papel para redondear una grandísima temporada. Y ahora sí, tocaba pensar en el Tour.

Se cierra el círculo

La obsesión de Nibali. Quería ganar el Tour. Algunos no le veían a la altura de Froome o Contador, más si cabe tras ver la pobre temporada que llevaba el siciliano, que solo había destacado algo en Lieja. Aun así, la consecución del título nacional de su país le dio moral. Salió al Tour a por todas y sin excusas y le salió bien.

A por todas, como demostró en la etapa del pavé, unos días después de ponerse líder en Sheffield. En el primer bloque montañoso, los abandonos de Contador y de Froome, que había dejado la carrera unos días antes, le dejaron como único opositor al título. Nadie parecía capaz de disputarle el amarillo. Y no es que los abandonos del español y del británico le sirvieran de excusa, porque bien es cierto que ni Froome ni Contador lo hubieran tenido fácil, viendo el excepcional nivel mostrado por el siciliano. Nibali, con inteligencia y ambición, fue haciendo camino en Francia, exhibición tras exhibición, acabando con más de siete minutos sobre el segundo clasificado y cuatro victorias de etapa, una de ellas en la etapa reina.

Nibali vence en el Tour | Fuente: AFP.

El Tour de la exhibición, el Tour de Nibali. El Tour que hace entrar a este ciclista en el Olimpo, allá donde solo han entrado unos pocos, allá donde esperan los Merckx, Hinault o Anquetil y aquel donde no han podido entrar algunos como Miguel Indurain, Marco Pantani o Chris Froome. El Tiburón seguirá cazando carreras, cazando presas, pero eso ya será más adelante. Ya es miembro del club de los selectos y su próxima parada, aquella que le encumbrará aún más será el arcoiris.