Ha cambiado el circuito y el lugar donde se ha celebrado la clásica, pero los corredores han sido prácticamente los mismos, y sobre todo, ha sido el mismo australiano, el cuál se imponía dos días antes en Quebec, el que ha levantado los brazos en la línea de meta de este Gran Prix de Montreal. Simon Gerrans (Orica Green Edge) ha llegado muy bien a esta recta final del calendario y lo ha demostrado sobradamente en las dos clásicas canadienses, entrando además en el selecto grupo de ciclistas que aspiran conseguir victoria en Ponferrada.

Un circuito más corto menos duro en su parte final que el de Quebec pero con la cota de Camillien - Coude y la Polytechnique como las únicas oportunidades para atacar e irse, y donde en el trancurso de la carrera no fue así gracias a la vigilancia del propio Gerrans y del posterior trabajo de su equipo, con superioridad numérica en los últimos kilómetros y que le puso la victoria en bandeja.

Cuatro protagonistas que no asustan

Las primeras tentativas de fuga llegaron en los primeros metros de la prueba. Arnold Jeanneson (FDJ) saltaba del grupo y tras él se iban Ryan Roth (Selección de Canadá), Louis Vervaecke (Lotto - Belisol) y Jan Polanc (Lampre - Mérida), que repetía fuga tal y como lo había hecho hace dos días en Quebec. El pelotón dejaba hacer a la escapada, consciente del poco peligro que tenía en las piernas de sus cuatro corredores y la ventaja subió rápidamente hasta los dos minutos antes de cumplirse los primeros quince kilómetros de la etapa.

Con la tercera vuelta completada, el primer equipo que apareció para darle ritmo al pelotón fue Orica Green Edge, liderados por Christian Meier y Matthew Hayman y comandados por Gerrans en una clara apuesta por la victoria y el doblete. El trabajo de los ciclistas del equipo australiano, con la posterior ayuda de los corredores del Astana y de Katusha, redujo la ventaja de los cuatro escapados hasta los cinco minutos cuando restaban 50 kilómetros para llegar.

@paul_gillot

Polanc, el último y más peligroso

Aunque la velocidad media de la clásica no había sido excesivamente alta, las cotas hicieron su trabajo de eliminación y el primer ciclista de la fuga que se descolgó fue Ryan Roth justo al final de Camillien - Coude, pero logró volver a conectar con el grupo en el descenso de la misma. Justo en la misma suida, pero en la siguiente vuelta, Polanc y Vervaecke quedaban como únicos cabeza de carrera, después de descolgar a Jeannesson y Roth en sus rampas.

A solo dos vueltas para el final y con una ventaja de solo dos minutos, los dos de cabeza no pudieron hacer nada para evitar que el organizado grupo y donde muchos equipos tenían hambre de victoria. En el penúltimo paso, la fuga se dividió y Jan Polanc quedó como único cabeza de carrera y con Vervaecke descolgado y con el premio de consolación: el maillot de mejor escalador.

Sin oposición para levantar los brazos

Resultó un problema mayor de lo esperado el corredor del Lampre, porque hasta bien entrado el último paso por Camillien - Coude el pelotón no logró cazralo. Sin fuga y con muchas posibilidades, el primero que lo probó fue Rui Costa (Lampre - Mérida), seleccionando el grupo y metiendo en él a peligrosos corredores como Tony Gallopin o Simon Gerrans. Tras la tormenta llegó la calam y Simon Spilak (Katusha) fue el siguiente en intentarlo y con el mismo resultado que el del portugués.

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Con solo 25 corredores en el grupo delantero después de la cota de la Polytechnique, Orica Green Edge se convirtió en el equipo con más hombres en el grupo y se puso a tirar con todo para evitar más ataques y ayudar a su líder a conseguir la victoria. No solo le ayudaron a ganar sino que además le dejaron sin oposición, provocando un pequeño hueco entre el lanzador y el propio Gerrans y los demás. Y sin apenas esfuerzo, el australiano realizaba un "sprint" de 150 metros y volvía a levantar los brazos en meta.

Vídeo de los últimos kilómetros

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