Alberto Contador logró ayer, en la plaza del Obradoiro de Santiago, recuperar parte del botín confiscado en el caso Clembuterol. Posiblemente no sea ésta, su tercera Vuelta a España, la que acabe por cerrar este ajuste de cuentas con su palmarés, el cual se propuso redefinir tras su sanción por dopaje, finalizada en agosto de 2012. Una fatídica caída en la décima etapa del Tour de Francia, el pasado 14 de julio, supuso un nuevo punto de partida para un campeón deseoso de dominar en el planeta ciclista. Ha vencido a Froome, eso es evidente. Pero la reconquista de la hegemonía necesita evaluarse, obligatoriamente, en los Campos Elíseos.

Ha sido únicamente la mala suerte la que se ha cruzado este año entre el madrileño y la ronda gala. La carrera supone a estas alturas, para él y su entorno, una especie de tesoro místico que se esconde y aleja cada vez más, difuminado además por el paso de los años (en diciembre cumplirá 32) y el ascenso de nuevos enemigos. Es por ello que el baño de multitudes de ayer en la capital gallega no es la consecución de un objetivo, ni la culminación de un ciclo. Su tercer cetro en la ronda española, emparejado al de un nombre como el de Tony Rominger, es un nuevo comienzo, un trabajo de campo para emprender una expedición de mayor calado en el próximo estío francés.

Su triunfo de ayer en la Vuelta supone un paso adelante en su verdadero objetivo: volver a ganar el Tour

El líder de Tinkoff volverá a pivotar una nueva temporada en torno al Tour, a pesar de sus alabanzas al resto de grandes pruebas. Eso supone dejar aparcado indefinidamente el regreso a una de sus alabados lugares: Italia. Giro y Contador se dejan querer mutuamente, pero conforme pasa el tiempo su amor es más quimérico que real. Su entorno, equipo, patrocinadores y trayectoria le exigen ganar en Francia. Le obligan a recuperar no sólo su tercer título arrebatado en los despachos, sino también convertirse en rey de reyes, triunfando en la carrera más mediática y trascendente de la historia ciclista, ante nuevos y ya consagrados oponentes.

Volverá a surgir este debate sobre el Giro. Una ronda que, por sus características especiales, hace emanar lo mejor del pinteño, como ya hiciera en 2011 con otro de los triunfos eliminados por el TAS. Contador siempre ha declarado su amor incondicional por la ronda rosa. “La carrera más bella que existe”, ha afirmado en más de una ocasión. Sus preferencias no dan lugar a la duda. Tal vez al español le llene más correr en la Corsa que en cualquier otro lugar, pero el ciclismo sigue basando su prestigio y reconocimiento universal en los éxitos de París. Por mucho que Vegni presente el próximo día 6 un trazado pro Contador, ni Tinkov, ni Riis, ni el propio ciclista se van a ver en la tesitura de arriesgar nada en mayo.

El Giro, alabado siempre por Contador, queda en segundo plano por sus nuevas circunstancias

En cuanto a la Vuelta, queda bastante claro que pasó a ser, desde ayer, un objetivo muy secundario dentro de los planes del madrileño. Salvo fracaso en las otras dos grandes, o como colofón a su carrera en los próximos años, sus deseos de vestirse de rojo quedan totalmente aparcados. Sólo el aliciente de un cuarto triunfo, que iguale en el palmarés al controvertido recordman de la prueba, Roberto Heras, puede animarlo a regresar.

Contador, habiendo recuperado en forma de Vuelta sus dos grandes rondas sustraídas, elegirá y marcará aún más sus objetivos a partir de 2015. Lejos quedan ya sus incursiones en Ardenas, Lombardía y Mundial, este último apartado de su calendario en los últimos días, a pesar de correrse en España.

Su temporada 2014, modélica y alabada por el propio ciclista, ha estado basada únicamente en vueltas por etapas. “Creía que mis mejores años habían pasado, pero encontré de nuevo la motivación y me preparé como nunca. Sólo falló el Tour”, explicó. Algarve, Tirreno, País Vasco y Dauphiné. De ninguna de ellas ha salido del podio, lo que refuerza aún más su apuesta por este modelo de preparación, puramente vueltómano.

La tercera Vuelta a España ha enderezado la etapa postsanción de Contador. Un periodo de dos años rico en altibajos, que queda simbolizado entre las victorias épicas de Fuente Dé o Guardagrele y sus fracasos en Mont Ventoux o Annecy-Semnoz. Afrontar la complicada empresa de reconquistar el Tour, en cuya próxima edición confluirán grandes fuerzas, obliga a un ejercicio mayor de esfuerzo y confianza en sí mismo que el que ha demostrado en la Vuelta. El desafío por la hegemonía ciclista sólo acaba de comenzar.