Año 2007. Mayo. Un joven luxemburgués de tan sólo 22 años y debutante en una grande,  sorprende al mundo con un segundo puesto en el Giro de Italia. ¿Quién es ese?, se preguntaban muchos entonces. Es Andy Schleck, hermano de Frank e hijo de Johnny, ambos también ciclistas, respondían algunos expertos. Desde entonces, aquel nombre jamás volvió a pasar inadvertido para nadie.

Andy debía demostrar que su segundo puesto en el Giro 2007 no era un espejismo La gran actuación en aquella corsa rosa en la que solo Danilo Di Luca pudo con él, le hizo pasar de la noche a la mañana de ser un ciclista de nivel medio a ser una de las grandes esperanzas del ciclismo. Era joven y tenía ante sí el deber de demostrar que aquel resultado no era un espejismo. Su calidad era indudable, y para explotarlo al máximo se rodeó de gente de confianza, principalmente su hermano mayor Frank Schleck. Era más que un prójimo. Era su fiel escudero en la carretera y su sustento psicológico fuera de ella.

Expectativas cumplidas

La presión era máxima. Muchas eran las estrellas de un día y  no menos eran los temían que Andy Schleck pasase a ser una de ellas. Al año siguiente en lo que fue su primer intento de asaltar el Tour de Francia, finalizó en 11ª posición. No se consideró un fracaso, pero muchos empezaron a dudar si realmente iba a ser el corredor que parecía que sería. Ahí, para demostrar que se equivocaban, comenzó su obsesión con el Tour.

Estaba llamado a ser quien acabase con la hegemonía de Contador en el Tour Un año después, en 2009, Andy cumplió las expectativas y  demostró que, efectivamente, podía luchar por ganar el Tour. Segundo intento en la ronda francesa y segundo puesto, solo por detrás del gran dominador en las carreras de tres semanas – en ese año logró su segundo tour y su cuarta grande – Alberto Contador.  Ahora sí, nadie dudaba de Andy Schleck, incluso muchos se apresuraron a afirmar que aquel esbelto y rubio corredor de 1,86m de estatura desafiaría al corredor de Pinto. Era el enviado, el llamado a ser quien acabase con el aplastamiento del madrileño en la ronda francesa. Además, su victoria en la Lieja - Bastoña - Lieja le lanzó también como un gran clasicómano, aunque esa faceta nunca la llegó a explotar.

Pero si hay un año clave en la carrera del corredor, por aquel entonces en el Saxo Bank, fue 2010. Tenía motivación y, cómo no, a su inseparable hermano Frank. Además, a sus 25 años había alcanzado ese punto de madurez que le faltó el año anterior. Todo iba rodado. Había logrado su primera victoria de etapa en la ronda gala y era líder entrada ya la última semana. Se frustró todo en la 15ª etapa. Atacó Contador en la ascensión a Bales y Schleck se quedó descolgado. Se le salió la cadena y perdió 49 segundos con el madrileño, lo que le costó el liderato. Pese a que Contador le dejó ganar tres días después en el Tourmalet, el enfado era máximo. Volvió a terminar segundo en la general, esta vez a sólo 39 segundos del entonces corredor del Astana.

Unos meses después saltaba la noticia. Alberto Contador había dado positivo por Clembuterol en el Tour 2010. La UCI le suspendió cautelarmente, y cuando el TAS hizo efectiva su sanción de dos años en febrero de 2012, Andy pasó  a ser el ganador del Tour 2010. Había alcanzado su sueño, si bien no era la manera que él deseaba. “Quiero ganar un Tour en la carretera”, explicó.

Exhibición de fuerza pero se le cuela Evans

Otro año más Andy volvió a obsesionarse con el Tour. Con el Tour y con Alberto Contador. Era su sombra, su hermano y él. Allá donde iba contador, iban ellos. Eran, como venía ocurriendo los últimos tres años, los que tenían todas las miradas encima. Era el duelo esperado por todos. Pero Alberto no estaba bien. Se había caído en el inicio de la carrera y tenía la rodilla dañada. A los Schleck les daba igual, era el hombre a vigilar. No había nadie más en su cabeza.

La estrategia fue un fracaso. La excesiva vigilancia a Contador había hecho que Andy estuviese antes de comenzar la 17ª etapa a dos minutos y medio de Thomas Voeckler y a uno veinte con Cadel Evans. Solo un milagro podía hacer a Andy ganar aquel Tour en la carretera aquel año. Pues bien, el milagro vino en forma de exhibición.

Dio un golpe en la mesa con un ataque a 60km en la etapa del Galibier A más de 60 kilómetros, en plena subida a Izoard lanzó un demarraje al que ninguno  - solo Roland que acabó desistiendo – hizo el más mínimo amago de salir. Coronó el Izoard, y comenzó a subir el Galibier en solitario. Culminó su machada con éxito, ganó la etapa y se colocó segundo en la general a tan sólo quince segundos de Voeckler. Había entrado de nuevo en la pelea dando un portazo, asustando a sus rivales. Ahora sí, estaba muy cerca su primer Tour en la carretera. Pero esta vez tampoco. Pese a llegar líder a la contrarreloj de la penúltima etapa, Evans le ganó la partida y se llevó el Tour de Francia 2011. Decepción absoluta en casa de los Schleck que habían finalizado segundo y tercero. Adiós a otra opción de asaltar la ronda gala sobre el asfalto. Aquella ocasión perdida resultó ser su última opción de vestirse de amarillo en París.  

2012, inicio de su calvario

Todo lo que tenía Andy se acabó el 9 de junio de 2012. Abandonó la Dauphine aquel fatídico día que será recordado como el inicio del fin de su carrera. Una fractura en el Sacro le apartó del Tour y aunque intentó volver a correr, solo puedo completar seis días más esa temporada. Terminó el año con 33 días de competición. Él entonces anunció su intención de volver en enero tan fuerte como era. Pero no lo logró.

Fue visto completamente borracho por un político francés Con un ritmo de competición nulo – había corrido seis días en los últimos seis meses – decidió adelantar su calendario en 2013. Debutó en Down Under y no acabó la carrera. Lo intentó en Tirreno y tampoco acabó, en la Itzulia más de lo mismo. Andy estaba mal. Según retrató Pierre-Yves Le Borgn, un diputado francés, vio al corredor en un hotel de Munich completamente borracho. No se tenía en pie – siempre según declaraciones del político francés – y era incapaz de hablar.

Este escándalo y el hecho de estar casi un año sin acabar una carrera hizo que, aunque muchos no lo quisiesen reconocer, Andy no fuese favorito al Tour en 2013. Llegaba mermado físicamente. A eso había que unirle la falta de confianza y el mazazo de no tener a su hermano – sancionado por un positivo en el Tour 2012 – cerca. Andy era un hombre triste y apagado. Acabó la ronda gala en 20ª posición a 41:46 del ganador Chris Froome. El luxemburgués, que había llegado a acumular un sinfín de halagos, pasó a ser el centro de todas las críticas.

Ya en 2014 parecía que si bien los resultados no eran nada buenos, había podido volverse a sentirse ciclista, con una cantidad de competición aceptable. Fue al Tour con mentalidad diferente. Ahora era él quien debía ayudar a su hermano. Sin embargo no llegó a pisar Francia. Se quedó en tierras inglesas – el Tour empezó en Inglaterra – por una lesión de ligamentos en la rodilla derecha tras una caída en la tercera etapa.

Adiós por la puerta de atrás

No ha vuelto a correr desde entonces, y no lo volverá a hacer. El 9 de octubre de 2014 y con tan solo 29 años, Andy Schleck anunció en una rueda de prensa que abandonaba el ciclismo profesional para evitar que la lesión de ligamentos de su rodilla se convierta en “irreversible”.

Triste final para una estrella que llegó a mostrar su luz en lo más alto, que llegó a luchar de tú a tú con el mejor Alberto Contador y que ahora, después de once años de carrera, se apaga antes de tiempo.