Ponferrada supuso un techo, una cota. No un fin, cima u objetivo. El ver a nueve polacos tirando de un pelotón en todo un Mundial resultaba extraño. Una efectiva acción ofensiva convertida en motivo de burla. Pero Polonia, nación grande, callada y sufrida, desató su hasta entonces desconocida fuerza para golpear en la cara a las potencias clásicas a través de su arma más letal. Michal Kwiatkowski se apoderó del maillot arcoíris para mostrar al mundo la fuerza de su plantel ciclista, que no ha hecho sino ser protagonista en todos los frentes en meses precedentes.

Tanto veteranos como nuevas promesas han contribuido a izar la bandera 'blanquirroja' en podios de alto standing durante esta última temporada. Aparte de Kwiatkowski, corredores como Majka, Niemiec, Golas, Bodnar o Paterski han sido protagonistas en momentos puntuales o clave del calendario. Juntos, salvo el primero y unidos a otros como Huzarski, Matysiak o Poljanski, han hecho campeona del mundo ruta a Polonia por primera vez en su historia. Y el ascenso del país en los ranking argumenta con fuerza esta revolución polaca, que apunta a asentarse y robustecerse en años venideros.

48 victorias en los circuitos profesionales, siete de ellas cosechadas en el World Tour, suponen un balance muy destacado que no puede quedar como anécdota. Los números del ciclismo polaco no han hecho sino ascender en el último lustro. Por primera vez aparece dentro del top 10 en el ranking absoluto por países, tras haber cosechado el récord de triunfos en la máxima categoría hasta la fecha.

48 triunfos, siete de ellos en el World Tour, han dado entrada a Polonia en el top 10 del ranking por países

Pero, a pesar de ser excelentes en este caso concreto, las estadísticas siempre suponen una barrera cuando se habla sobre ciclismo. Detrás de las cifras hay grandes actuaciones, éxitos que obligan a analizar en perspectiva. La Strade Bianche fue la gran presentación en sociedad de Kwiatkowski, exponente de esta rebelión polaca. Si bien brilló ya con fuerza en febrero, ganando en Mallorca y Algarve, la Heroica supuso su entrada en una nueva dimensión competitiva, enfrentándose y venciendo a pesos pesados como Sagan, Valverde o Cancellara. El triunfo en el reino del sterrato disparó las expectativas mediáticas sobre su papel en las clásicas.

En Omega, fieles a su política de liberar a los jóvenes, se dio, desde ese momento, rienda suelta al diamante en multitud de frentes, desde 'semiclásicas' a grandes rondas. Con solo 23 años, Kwiatkowski asumió el nuevo estatus de figura mundial en Tirreno-Adriático, País Vasco, Ardenas y Tour. Y soportó como pudo esa excesiva carga. Estuvo más de un mes sin ganar, pero aprobó el examen, con su segundo puesto en la Itzulia, los dos terceros de Flecha y Lieja y el quinto en Amstel. Su victoria en el prólogo de Romandía, el 29 de abril, marcó el final de un primer pico de forma extenuante, pero exitoso.

A partir de ahí, Kwiatkowski pagó los excesos en un duro Tour al que llegaba como jefe de filas de Omega, pero no muy presionado. “Solo he venido a ganar experiencia, no ningún maillot”, advertía. La carrera pronto comenzó a ponerse cuesta arriba. No obstante, y a pesar de desechar sus opciones en la primera semana, siguió peleando por etapas en la tercera para salvar su actuación, dejándose ver en las fugas pirenaicas. Un tercer puesto en la general de los jóvenes fue el mejor premio a una Boucle en la que deberá trabajar más si quiere obtener resultados.

El círculo mágico de Michal y de todo el ciclismo polaco tuvo su mejor representación dos meses después, en Ponferrada. El campeón nacional de CRI asumía toda la responsabilidad en la prueba de ruta del Mundial. Aprendió de los errores de esta primavera y preparó la cita a través de un calendario menos cargado, eligiendo la Vuelta a Gran Bretaña como test crucial. Allí ganó una etapa y no se llevó la general por la gran actuación de otra promesa como Dylan van Baarle. Estos antecedentes le postularon como un claro outsider en territorio leonés, donde se comportó como tal y consiguió vestirse de arcoíris.

Kwiatkowski se presentó en la Heroica, confirmó en Ardenas y se consagró en Ponferrada

A pesar de la brutal temporada de Kwiatkowski, el notable ejercicio de lo polacos no se puede justificar solamente por sus andanzas. Incipientes vueltómanos como Majka, corredores más asentados como Niemiec o rodadores como Bodnar han aportado gruesas pinceladas de clase.

El primero, segundo de a bordo en Tinkoff junto a Rogers y Roche, planteó su campaña en torno a las vueltas por etapas. Solo ha corrido el campeonato de ruta de su país, entre Giro y Tour. Algarve, París-Niza, Critérium Internacional y Romandía fueron los peldaños de Rafal Majka antes de presentarse con un interesante estado de forma en el Giro, en el que acechó el podio, acabó sexto, y la general de los jóvenes (tercero).

Tocó ponerse el mono de trabajo en el Tour para ayudar a Contador, pero la caída de su líder en la décima etapa le permitió afrontar con libertad, y éxito, el resto de jornadas. Una etapa en Alpes y otra en Pirineos, Risoul y Saint-Lary-Soulan, destaparon el lado más gamberro y visceral de Majka, que acabó subiendo al podio de París con el maillot de la montaña. “Necesitaba algo así”, declaró tras su bautizo ganador en la primera de las cimas.

Cuando muchos vaticinaron una caída de su forma por haber doblado grandes vueltas, Rafal reapareció en la vuelta de su país, en agosto, para rizar el rizo. Animó una ronda anodina machacando en las dos etapas de montaña decisivas y apuntándose la primera vuelta corta ante sus paisanos. Seis meses y cinco victorias después, cerró la temporada con un lustroso USA Pro Challenge, donde acabó cuarto. Riis tiene su gran apuesta de futuro en Polonia. “Necesito aprender más, pero mi ambición es ganar una grande”, comentó tras su renovación hasta 2017. A partir de 2015, los galones serán mucho mayores y compartirá una posición relevante siempre a la sombra de Contador.

Niemiec, Bodnar y Paterski endulzan esta macedonia polaca. El primero va mejorando conforme pasan los años, como los buenos vinos. Gracias a gozar de mayor libertad en momentos puntuales de la temporada, cosechó resultados destacados en Trentino (3º), Polonia (5º) y la Vuelta a España. En esta última conquistó Covadonga y tocó techo. Los restantes se pueden calificar como precursores de los Majka y Kwiatkowski.

Los dos Maciej abrieron camino en el complejo entramado del profesionalismo en Liquigas-Cannondale, hace ya varias temporadas. En este 2014 han conseguido estrenar casillero de victorias, en la crono de La Panne en el caso de Bodnar y la Vuelta a Noruega en el de Paterski. Rodador y escalador, están viviendo de esta explosión ganadora de sus compatriotas, dejándose ver, aunque sea en carreras secundarias.

Presente y futuro de un granero ciclista por cosechar. En Polonia, así como en otros países del centro y este de Europa, como Eslovaquia, Eslovenia o la República Checa, este deporte sigue desarrollándose y ocupando espacio, carreras y podios bajo pasos lentos pero seguros. La determinante apuesta por la cantera y su desarrollo posterior en los circuitos continentales, especialmente gracias a equipos como CCC y Activejet, forman una sólida base desde la que trabajar. Tienen figuras, equipos, carreras y cantera. El ciclismo ha venido para quedarse al norte de los Cárpatos.