Matteo Pelucchi (IAM Cycling) tiene un objetivo muy claro en su carrera, quedarse en propiedad la Clasicisima.

Tras la primera toma de contacto este 2014, el ganador de la segunda etapa de la Tirreno-Adriatico (por delante de Démare y Greipel), en una entrevista a La Gazetta dello Sport, ha confesado su sueño, el de tantos otros ciclistas, ganar el primero, en orden cronológico, de los cinco monumentos, el de su Italia natal.

Sprinter de raza, aspirante a clasicómano, ya ha tenido sus primeras tomas de contacto con algunas de ellas. Milán-San Remo, A Travers la Flandre, Paris-Roubaix, Tro-Bro Léon, sin acabar ninguna de ellas, siempre en pos del bien de su equipo (en Roubaix se quedó sin rueda al cederla a un compañero en el Bosque de Arenberg).

Estaba lloviendo, y no he hecho otra cosa que llevar abrigos y distribuirlos hasta la Cipressa. 

Su terreno es el último kilómetro, la velocidad extrema, los codazos, incluso cabezazos, por conseguir la mejor posición antes del último y asfixiante esfuerzo. 300 metros, a veces sólo 200, que marcan la diferencia entre el ganador, quien levanta los brazos, y los perdedores, todos los demás. Dos victorias lucen en su palmarés este año; segunda etapa en Tirreno-Adriatico y en la Vuelta a Burgos, también la segunda etapa. Hasta 2014, promediaba una victoria al año, en carreras menores. Este año llegó el salto de calidad y resultados.

En la carrera de sus sueños este año sólo pudo ayudar "llevando abrigos y distribuyéndolos hasta la Cipressa, cuando ya estaba en el primer grupo, me detuve", declaró el corredor italiano.