Se dice que el ciclismo en Euskadi se vive diferente. La pasión y el fervor de la afición vasca ha sido venerada por centenares de corredores que, aupados desde las cunetas, aportan ese poco más de energía que les queda como agradecimiento a su fidelidad. Aunque ese ánimo ha ido dirigido a todos y cada uno de los corredores, el mundo de la bicicleta en Euskal Herria ha tenido una seña de identidad en las dos últimas décadas. Un equipo propio.

Un sueño hecho realidad

Todo comenzó el 17 de junio de 1993. Ese día se creó la Fundación Ciclista Euskadi, una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo era el de fomentar el ciclismo en Eukal Herria. Pero también nació con un sueño, crear  un conjunto profesional para converger a todos los vascos en torno al ciclismo. A la temporada siguiente se logró. Salía a la luz el Equipo Euskadi. Representado con los colores de la Ikurriña, comenzó poco a poco a crecer hasta llegar a convertirse en una referencia para los aficionados. 

El equipo Euskadi logró su primer triunfo en la Itzulia de 1994 El sueño se había hecho realidad. Más aún cuando en la Itzulia de 1994 Agustín Sagasti otorgó al equipo gestionado por Miguel Madariaga su primera victoria. Tras meses intentándolo, logró alzar los brazos en la quinta etapa de la Vuelta al País Vasco. El destino quiso que, el conjunto llamado a ser el de todos los vascos, lograse su primera victoria de la historia en su tierra.

Poco a poco el equipo se había hecho un hueco en el pelotón, demostrando que una plantilla compuesta por ciclistas vascos, navarros o del país vascofracés, podía ser competitiva. Pero había un gran problema, el dinero. Era complicado regentar un equipo profesional con un presupuesto tan limitado, y las exigencias de los socios cada vez eran mayores.

Acuerdo con Euskaltel

Pero todo cambió de repente. El gran boom del equipo vino en 1997. La Fundación llegó a un acuerdo con la empresa de telefonía Euskaltel, quien se convertiría en el patrocinador principal del equipo de la entidad. Pasó del rojo, verde y blanco al naranja. Y pasó de categoría Continental al World Tour. Euskaltel-Euskadi era el equipo que unía a todos los habitantes de Euskadi. El naranja era el color que movía a la gente, llenando las cunetas de los Alpes, Pirineos y demás cordilleras míticas.

Y así fueron pasando los años. Podios en el Tour y en la Vuelta, triunfos en las tres grandes. Euskaltel-Euskadi era un producto local de éxito. Había logrado sacar un rendimiento absoluto a la cantera, e hizo hincapié en la necesidad de trabajar con los más jóvenes. Sin duda el equipo subió a lo más alto con el triunfo de Samuel Sánchez en las olimpiadas de Pekín 2008. El sueño de un equipo para converger a todos los vascos era una referencia para muchos. 

Ruptura de relaciones

La relación entre la entidad presidida por Miguel Madariaga y la empresa telefónica parecía inquebrantable. Pero en este mundo nada es infinito, y las cosas pueden cambiar completamente sin previo aviso. De un momento para otro. Todo ocurrió en 2012. Tras dieciocho años de excelentes relaciones, la necesidad de renovar la licencia WT desquebrajo la unión.

Euskaltel quería fichar extranjeros, la Fundación se negaba La empresa veía imposible colmar sus aspiraciones fuera del WT, mientras que a la Fundación consideraba que lo importante, más allá de la categoría, era seguir siendo el equipo de todos los vascos. Y precisamente ahí estaba la principal discrepancia. Ambas partes sabían que la única forma de mantenerse en la máxima categoría era fichar extranjeros, a lo que la entidad presidida por Miguel Madariaga se negaba.

Finalmente ambos comenzaron su andadura por separado en 2013. Gracias a los fichajes de los extranjeros Euskaltel continuó en el World Tour, mientras que la Fundación, habiendo perdido el factor económico que supone tener una gran empresa a su lado, sacó un equipo continental. Aunque no en las circunstancias que muchos hubieran deseado, había un equipo vasco más en el pelotón. 

Pero esa situación no dudaría mucho. En 2013, primer año por separado, se demostró que Euskaltel empresa no estaba capacitada para gestionar un equipo sin el apoyo de la fundación. Dejó el mando a Igor González de Galdeano, esperando que los fichajes funcionasen y acogiéndose a los resultados de los veteranos del equipo como Samuel Sánchez o Igor Antón. Nada funcionó.

Las contrataciones fueron un fracaso. Aleksandr Serebriakov fue sancionado en abril tras dar positivo por EPO, Robert Vrecer lo dio por testosterona  según se conoció este año. Tarik Chaoufi se marchó a Marruecos con solo ocho días de competición, incapaz de adaptarse a la vida fuera de su país. El resto de fichajes pasaban desapercibidos, excepto uno, Juanjo Lobato. De los once nuevos, el único que rindió.

Y precisamente Juanjo Lobato, por motivos que él no desearía, entró en la historia de Euskaltel. El andaluz logró en Getxo su segundo triunfo de la temporada, el sexto del equipo, y el que a la postre sería el último de su historia. Y es que pocas semanas después se confirmó que por problemas económicos – la empresa era incapaz o no quería asumir el montante que había supuesto el cambio de filosofía – el conjunto naranja desaparecía.

Equipo Euskadi, de nuvo a luchar para sobrevivir

Tras volver a pedalear en solitario con el equipo Euskadi, la Fundación Ciclista tenía un problema. El dinero. Sus dirigentes sabían que el 2013 iba a ser complicado, y que después, había que luchar para sobrevivir. Volvieron a enfundarse el maillot blanco, verde y rojo, con el que se han logrado cuatro victorias en dos años.

Los problemas económicos eran abismales. La Fundación no tenía dinero para seguir regentando el equipo. Se llegó a decir por boca de Miguel Madariaga, su presidente, que las posibilidades de seguir eran “limitadas”. Sin embargo el veterano dirigente se lanzó a la caza de patrocinadores y lo logró, había equipo Euskadi en 2014.

Barbero otorgó en Getxo la última victoria de la historia Lejos de convertirse en un equipo mucho más desestructurado, la gran labor de sus dirigentes hizo que se pasase de diez a once corredores, incluyendo a un ciclista con la experiencia de Miguel Minguez. Este año ha servido para ver despuntar a una de las grandes promesas del ciclismo español, Carlos Barbero. El burgalés ha logrado dos victorias y el bronce en los nacionales de ruta. Era un clamor que no iba a seguir en el equipo – Caja Rural llevaba desde el año anterior pendiente de él – pero desgraciadamente ninguno de sus compañeros lo podrá hacer. Tras dos años en solitario el equipo Euskadi de categoría continental se ve obligado a echar la persiana, paradójicamente habiendo logrado su última victoria en Gexto.

Imagen de Odriozola durante la presentación de Murias Taldea. |Foto: Adrián González Blanco. 

Un viejo sueño de Odriozola

Todo hacía presagiar que en 2015 no habría equipo continental vasco. La fundación optó por dar un paso atrás – para poder dar después dos hacia delante, defienden sus directivos – y crear un equipo de categoría sub 23. El Fundación Euskadi EDP. Pero el proyecto de un equipo continental se desvanecía. La principal opción, la de un conjunto impulsado por la dirección de deportes del Gobierno Vasco se diluyo como un azucarillo. No había esperanza alguna.

Sin embargo, cuando todo estaba perdido, o al menos así se creía, apareció un viejo sueño de Jon Odriozola. Lo intentó en 2014 – incluso llegó a anunciarlo – pero finalmente no salió. Sin embargo, el pasado mes de octubre saltó la noticia. El grupo Murias financiará el proyecto del preparador guipuzcoano. Habrá un equipo continental vasco en 2015.

Un equipo además, pese a que será su primer año, de garantías. Con corredores jóvenes y de talento como Haritz Orbe o Imanol Estévez, pero también ciclistas con experiencia de la talla de Egoitz García o Gari Bravo. Sin duda Jon Odriozola ha logrado crear un equipo de doce corredores con muy buen nivel, no siendo ninguna sorpresa que empezasen a lograr resultados desde el principio.

“El primer año es de transición”, defiende Odriozola Sin embargo, el máximo responsable del equipo lo tiene claro. “El primer año es un año de transición”, confiesa Odriozola, quien tiene como objetivo lograr que su conjunto sea el referente de todos los vascos, un referente que ha existido años atrás, pero que por distintas circunstancias quebró.  2015 será un año de cambio para el ciclismo vasco. Tras veinte años siendo la fundación el referente, toca a Murias tomar el relevo. Lo hace gente joven, con ilusión y experiencia,  aunque sabe que repetir lo logrado pos su antecesor será complicado.

Con todo ello Murias Taldea aspira a enganchar a la afición vasca y convertirse en el nuevo referente del ciclismo en Euskal Herria.  De momento y la espera de saber cómo se desarrolla su andadura, lo único seguro es que, al menos en 2015, el ciclismo vasco, ya sea con una nueva estructura que parte de cero,  no perderá esa esencia que ha tenido durante los últimos veinte años, un equipo profesional propio.