Daniel Martin siempre suele escapar a las catalogaciones, a las previsiones, a los roles. Fiel a la singular tradición del ciclismo de su país, plagado de llaneros solitarios y estrellas más o menos extravagantes, como Stephen Roche o Sean Kelly, el último vencedor del Giro de Lombardía solo quiere tener una temporada sin sobresaltos, que le facilite alcanzar sus metas. Estas se sitúan más en las clásicas que en las grandes vueltas, aunque de cara a las dos juega al despiste. 

Martin no es ciclista de números ni de récords. Es corredor de instantes, de fotografía; un tipo cambiante, amante del camuflaje y del segundo plano. Una personalidad confusa que se convierte en táctica, emergiendo en el momento menos esperado para ganar una Lieja, una etapa del Tour o la general de la Volta. 

Al irlandés le gustan los golpes de efecto, aunque en el último año solo pudo llevarlos a cabo en Lombardía y Pekín, a final de curso. El programa de primavera fue nefasto. Martin se cayó en la última curva de Lieja cuando luchaba por revalidar triunfo y dio de nuevo con el suelo en la primera etapa del Giro, en Belfast. De allí salió con la clavícula fracturada y una amarga decepción. 

Pero tras recuperarse, volvió más fuerte que nunca para brillar en la Vuelta, donde acabó séptimo, y en el monumento lombardo, que ganó tras sorprender en el último kilómetro a toda la terna de favoritos. Todo un broche de oro a una temporada atípica para el corredor de Garmin, ahora cabeza visible de la fusión de su equipo con Cannondale. 

A pesar de haber explotado tarde el pasado año, Martin valora positivamente su fin de campaña. Un aspecto que le motiva especialmente para continuar con esta dinámica en esta primera parte de 2015, donde se postula como gran outsider del pelotón. "El terminar así ha cambiado mi moral y motivación durante el invierno", declaró a Cyclingnews hace unas semanas, durante la presentación de su renovado equipo. 

El haber terminado tan bien 2014 ha hecho aumentar su confianza de cara a la nueva temporada

En esa misma entrevista con la prestigiosa cabecera anglosajona, Martin aprovechó para desgranar su calendario, en el que Ardenas y Tour volverán a ser sus grandes ejes. Como gran novedad, debutará en la Challenge de Mallorca, del 29 al 31 de este mes. Rompe así con su costumbre de comenzar bien entrado febrero o incluso marzo. Tirreno y Volta a Catalunya servirán de test antes de viajar a Bélgica, donde le atrae especialmente la Flecha Valona. "Tengo esa clásica marcada en rojo, especialmente este año, ya que el muro de Huy se incluirá también en el Tour", destacó. 

Esa particular obsesión con la clásica belga viene determinada por el sexto (2012), cuarto (2013) y segundo puesto (2014) cosechados allí. Martin se ha estrellado hasta en tres ocasiones contra el travesaño de Huy y en 2015 desea meter todo un gol por la escuadra, aunque la competencia es cada vez mayor. 

El priorizar Flecha antes que Lieja le quita presión con respecto a su papel en el monumento valón, carrera de la que ha afirmado, en no pocas ocasiones, sentirse enamorado y que logró ganar en 2013. 

En esta línea de despiste, de intentar liberar presión, habla del Tour de Francia, donde compartirá galones con Andrew Talansky. Martin sabe que en un trazado sin apenas crono y plagado de finales en alto tiene muchos números de acariciar trofeo y hacer una destacada general, aunque prefiere jugar sin los grilletes del 'puestómetro'. "Tengo la suerte de tener al lado a Andrew, que quiere tener la presión del liderazgo. De esta manera, podré correr como yo quiera, de forma más agresiva", remarcó en la misma entrevista. 

Con 28 años y siete temporadas como profesional a sus espaldas, todas ellas bajo las órdenes de Jonathan Vaughters, Dan Martin ha entrado en una fase de madurez donde las grandes victorias son esenciales para justificar la temporada y su rol de líder. Esta nueva fase de su carrera, en la que entra después de ganar dos monumentos, etapa en el Tour y vueltas cortas como Polonia o Cataluña, viene aparejada de numerosos cambios en su equipo. Él deberá aglutinar y unir como bloque a veteranos y noveles, respondiendo como capitán de escuadra.

Queda por ver si Martin puede compatibilizar estos nuevos desafíos con su carácter tan camaleónico. Hay que tener en cuenta que, después de ganar Lombardía, los rivales lo verán cada vez menos como un actor secundario y pueden comenzar a tratarlo más como un actor central. En ocho días volverá a la carretera para demostrar si su genial mimetismo ciclista sigue vigente.