Con la retirada hoy de Cadel Evans se escapa un gran trozo de este nuevo ciclismo del Siglo XXI. Allá en las antípodas, en Australia, la gran potencia emergente de este deporte, Cadel ha dicho adiós vitoreado por su gente en la Ocean Road Race, una prueba creada expresamente para su despedida y en la que ha acabado quinto. Ha corrido en familia para reverenciar a sus fans más cercanos, aquellos que nunca se separaron de él, de este tozudo exbiker que llegó a ganar el Tour de Francia, el primero del país oceánico en toda su historia.

La constancia, el trabajo progresivo, la resistencia, la disciplina. Son cualidades irremediablemente asociadas al campeón aussie. Un ciclista al que le costó arrancar en la carretera, después de mostrar a todo el mundo sus habilidades con la Mountain Bike. Existen diferentes Evans dependiendo de la época a la que se haga referencia. Del timorato y marginado corredor de Telecom hasta el triunfante y sólido campeón de su época de BMC hay una dilatada y coherente evolución, jalonada de éxitos de toda índole.

Saeco, Mapei, Telecom, Lotto y BMC. Evans ha pasado por equipos de muy diferente fisonomía y objetivos y se fue labrando, a base de mucha constancia y no pocos tropiezos, un palmarés, una reputación y un prestigio del pelotón que está fuera de toda duda. No obstante, no es un corredor que enamorara a las masas. A veces se le ha criticado, desde muy diferentes frentes, por su carácter calculador en las vueltas por etapas, sus pocos ataques y su ciclismo de retaguardia.

Pero también hay actuaciones de alto carácter ofensivo, que equilibran su particular imagen. En el Giro 2010, en el que finalizó quinto, o en el Tour 2011 que ganó se pueden encontrar buenos ejemplos. También en su único Mundial, el de Mendrisio en 2009, cuando sorprendió a todos a 3 km. del final, en una carrera de altos vuelos ofensivos.

Corredor difícil de catalogar y ciertamente camaleónico según las circunstancias, Evans forma ya parte de la historia reciente del ciclismo. Un símbolo de la globalización de este deporte, que comenzó en Australia y un ejemplo de ciclismo limpio, adulado por la UCI y los grandes organizadores. Un luchador, un deportista de carácter, de marcada personalidad, tanto dentro como fuera de las carreteras. Célebre son las salidas de tono con los periodistas cuando la etapa no acompañaba, o sus nervios desbordados jugándose todo un Tour de Francia.

En sus últimas tres temporadas, tras cubrirse de gloria en París, con 34 años, bajó claramente el pistón y comenzó a decaer, pero aún le dio tiempo a ganar en escenarios periféricos como Trentino, Utah, el Tour Down Under y hacer tercero en el Giro 2013, este su último gran resultado.

Desde el muro de Huy a Montalcino. Desde Mendrisio a otro muro, el de Bretaña. Lugares en los que este incombustible canguro selló su nombre de campeón, a base de coraje y resistencia. Tal vez no insuflara poesía en su pedaleo, o no brillara en las montañas ni barriera en las contrarrelojes, pero Evans tenía su estilo propio y fue fiel a él durante sus 18 temporadas como profesional. No se puede decir que el ciclismo australiano se quede huérfano, ya que cuenta con una de las canteras más prolíficas del mundo, pero es difícil que emerga un nuevo Evans. Porque el de Katherine ha sido único: en la victoria, en la derrota, en el llano, en la crono o en la montaña.

Palmarés de Cadel Evans (1997-2015)

· Tour de Francia (2011).

· Campeonato del Mundo de Ruta (2009).

· Flecha Valona (2010).

· Tirreno-Adriático (2011).

· Dos Tour de Romandía (2006 y 2011).

· Cuatro podios en grandes vueltas (2º en los Tour de 2007 y 2008, 3º en la Vuelta de 2009, 3º en el Giro de 2013).

· UCI Pro Tour (2007).

· Dos Copas del Mundo de Mountain Bike (1998 y 1999).

· 29 victorias como profesional (carretera).