ASO y RCS Sports son las dos asociaciones organizadores de carreras ciclistas más conocidas. La primera, francesa, es la máxima responsable de citas galas como el Tour de Francia, la París - Niza, París - Roubaix y Criterium du Dauphiné, citas belgas como la Flecha Valona y la Lieja-Bastoña-Lieja e incluso arábigas, como el Tour de Catar y el Tour de Omán. Por su parte, RCS Sports lleva de la mano a clásicas como la Strade Bianche, el Giro de Lombardía y citas como Tirreno Adriático y el Giro de Italia. Su primer encontronazo en el calendario (y el más importante) es el que sufren a estas fechas.

París-Niza y Tirreno se asemejan en muchas cosas: ocupan el mismo lugar en el calendario; ambas tienen categoría World Tour; ambas (pese a que cada año cambian su recorrido) acaban siempre en el mismo lugar, Niza y San Benedetto del Tronto respectivamente; y ambas reúnen siempre a gran parte de los mejores ciclistas del momento. Pero el perfil de sus etapas cambia. La prueba francesa opta por los finales más abiertos y la media montaña, mientras que la italiana busca el espectáculo por medio de los encadenados que ofrecen los Montes Apeninos. Dos modelos perfectamente consolidados que parece, por el momento, que le dan más prestigio a la prueba italiana.

Del antes francés al después italiano

Históricamente, París-Niza ha dominado. Y sus recorridos, siendo otro de los mini-Tour del calendario, han sido la esencia del éxito. Éxito, todo hay que decirlo, que se basó en el repunte del ciclismo francés a lo largo de 1960. Figuras francesas como Louison Bobet, Jacques Anquetil o Raymond Poulidor tuvieron en la "Carrera del Sol" un test pre-Tour, una prueba con un formato similar, y con parte de los rivales de la mejor prueba francesa del calendario. Más tarde, llegaron los triunfos de Sean Kelly, Indurain, Rominger, Jalabert o Contador.

Por su parte la prueba italiana ha sufrido una reconversión en sus trazados durante los últimos años, que la han convertido en punto de encuentro de los mejores vueltómanos cada año. Un estereotipo adquirido que no empezó siendo así. Fue Roger de Vlaeminck, uno de los mejores clasicómanos de la historia, quien puso en el calendario de los mejores ciclistas de pruebas de un día esta cita. Tras el belga llegaron Moser, Visentini, Bartoli, Rebellin o Bettini, aunque su palmarés también habitan vueltómanos como Rominger, Evans, Contador o Nibali. De los viejos clasicómanos a los nuevos vueltómanos: así ha sido su transformación.

Y es que durante los últimos años los recorridos de la Tirreno han cambiado al gusto de todo tipo de ciclistas. Para los primeros, etapas de montaña y cronos tanto individuales y por equipos, para probarse por primera vez después de un largo invierno de entrenos. Para los segundos, los encadenados de media montaña que no acaban en alto y los finales abiertos son su territorio. Quizás los sprinters sean los más perjudicados de este nuevo reparto, pero tampoco se olvidan de ellos. En siete días de competición, hay terreno para todos.

Monte Terminillo eclipsará al Col d'Eze

A menos de dos días para que los ciclistas echen a rodar desde París hasta Niza y hagan lo mismo desde Ludo di Camaiore hasta San Benedetto del Tronto, se puede decir que la prueba más completa en esta edicón es la italiana. Dos cronos (una individual y una por equipos), una jornada de alta montaña con final en el monte Terminillo, dos sprint en la ciudad de Cascina y en Porto Sant'Elpidio y dos días de finales tensión y nervios, de media montaña (sobre todo el segundo) y muy aptos para los cazaetapas. Este año, una edición completa, con un poco de todo, para reunir a lo mejor de cada especialidad y conseguir espectáculo cada día.

Será la quinta etapa de la cita italiana la que mayor expectación cree. Llegando casi a los 200 kilómetros y siendo una de las etapas más largas de esta edición, esta jornada incluirá hast tres puertos puntuables antes de llegar, cuando falten 16 kilómetros para meta, al inicio del Monte Terminillo (16'1 km al 7'3 % de desnivel medio). Una etapa a la que le falta un puerto de menor rango justo delante, que tenga por función seleccionar la prueba y reducir el número de aspirantes a la victoria en el pelotón.

En Francia, los corredores se enfrentarán a tres jornadas de montaña (una de ellas, el último día, será una cronoescalada) y a cuatro días tranquilos, hechos para velocistas, siendo el restante un prólogo, que poco tendrá que decir para la clasificación general. La etapa reina tendrá hasta seis puertos puntuables y el tradicional Col d'Eze, que será parte del descenso de la Cote de Peille. Una jornada muy selectiva desde muy temprano, donde la superioridad numérica de los mejores equipos será clave para el éxito de sus líderes en Niza.

"All in" de los grandes

Donde más diferencias habrá este año entre Tirreno Adriático y París-Niza será en los ciclistas que disputen cada una de las pruebas. Mientras que la cita francesa de una cerrada lucha de sprinters con Kristoff, Démare, Bouhanni o Degenkolb, la prueba italiana verá como los cuatro mejores vueltómanos del momento se citan en ella. Después de su duelo en la Vuelta a Andalucía, Contador y Froome volverán a citarse en Italia para su segundo duelo del año. Y no estarán solos, puesto que Vincenzo Nibali y Nairo Quintana también están confirmados. Póker de sprinters en Niza, póker de vueltómanos en Tirreno.

Pero los escaladores en la prueba francesa y los sprinters en la italiana tampoco faltarán. En cabeza de cartel aparecen nombres como Rafal Majka, Tejay Van Garderen, Romain Bardet, Fabio Aru o Rui Costa. Por parte de los ciclistas más rápidos, se encontrará gente como Cavendish, Kittel, Sagan o Colbrelli, en busca de las dos etapas que les ha brindado la organización. En resumen, un año más será la Tirreno quien se lleve la mayor parte del pastel. Un recorrido mejor equilibrado ha sido la clave de su éxito en este 2015. Pero la París-Niza tampoco se ha quedado coja. Con los corredores de clase media también se podrá esperar mucho.