293 km. de tensión, fondo, habilidad y táctica. Milán-San Remo es el monumento más largo y el más abierto de los cinco existentes y es calificado por muchos expertos como el más complicado de ganar junto al Tour de Flandes, que le sucede en el calendario quince días después. En esta tesitura, apostar por el 'caballo' ganador es, en ocasiones, un auténtico rompecabezas, sobre todo por culpa del recorrido.

En Milán-San Remo con frecuencia no gana el más fuerte, como sí ocurre en otros monumentos más cerrados como Lieja o Lombardía. En La Primavera se han juntado y juntan lo más granado de la velocidad y los astutos clasicómanos, generando una batalla de perfiles de lo más rica y emocionante. El largo kilometraje pesa como nunca en la traicionera sucesión de cotas del mar ligur, a partir del km. 240, y es ahí donde esa segunda tipología adquiere el equilibrio de fuerzas con los esprínters. Estos últimos deberán estar muy preparados y atentos si quieren llegar con opciones a la Vía Roma, este año recuperada, tras ocho años de ausencia, para albergar la llegada.

En este 2015 la meta regresa a Vía Roma, tras ocho años de ausencia (RCS Sport).

El generalizado tópico de que Milán-San Remo es una carrera para esprínters queda desmentido si se atiende a la nómina de ganadores en los últimos 20 años, que incluye corredores de tan diverso perfil como Jalabert, Tchmil, Bettini o Pozzato. La Cipressa (a 21,5 km. de meta) y el Poggio (a 5,5 km.), a pesar de sus suaves pendientes, provocan auténticos estragos en los corredores más rápidos y, por consiguiente, pesados, favoreciendo los ataques sorpresa y los cortes para abortar la llegada masiva.

Poggio más cerca de meta

En el largo trazado de la Classicissima cualquier pequeña modificación, por pequeña que sea, puede resultar decisiva para el desarrollo y resolución de la clásica. De esta manera, cobra especial interés el traslado de la línea de meta desde el Lungomare de San Remo a Vía Roma, el lugar tradicional de la meta, situado 600 metros más cerca de la cima del Poggio. El último ganador aquí es un velocista, el cántabro Óscar Freire, aunque esto no quiere decir que el cambio favorezca más a este tipo de ciclista. En teoría, este detalle alienta a romper el sprint con ataques desde el Poggio.

Este acercamiento de la llegada alentará más ataques desde la última cota

El resto del trazado se mantiene prácticamente imperturbable. Le Manie, tradicionalmente situada entre el Turchino y la Cipressa, tampoco se incluye este año en el menú (ya es el segundo), lo que supone un punto a favor para las escuadras con hombres rápidos. Se mantienen, en su lugar, los tres 'capos' entre el km. 240 y el 254, dentro de los últimos 50 km. de la prueba. Capo Mele, Capo Cervo y Capo Verta son escenarios de velocidad, nervios y colocación, con el mar como testigo de expepción. El ritmo se aviva en este punto y el reloj inicia su cuenta atrás.

Últimos 33 km., donde se decide la prueba (RCS Sport).

La Cipressa (5,6 km. al 4%), que comienza a 27 km. del final, ejerce su papel de primera criba, dejando el pelotón en unos 50-70 hombres. Un rápido descenso de 3 km. y un llano de transición de 9 deja a un tenso grupo en las faldas del Poggio de San Remo, el punto caliente de la carrera. 3,7 km. al 3,7% de pendiente media que no dicen gran cosa, pero con más de 280 km. en las piernas, y el más que probable mal tiempo, las herraduras de la bella cota ligur se transforman en una especie de pared infernal para los velocistas. La colocación, el fondo, la táctica y una necesaria dosis de explosividad son cruciales en los traicioneros campos magnéticos de esta ascensión, de mil y una caras.

El descenso del Poggio es casi igual de relevante que la subida. Corredores como Cancellara o Sagan han intentado romper la carrera a toda velocidad en no pocas ocasiones. Después, las calles de San Remo dictan sentencia. Reagrupamiento y sprint o la afrenta de los más valientes. Las casas de apuestas siempre hierven ante este trazado engañoso y torticero. El 'mundial de primavera' lo llaman.

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Javier Ruiz
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