John Degenkolb se llevó el domingo su primer Monumento ciclista. A sus 26 años parece haber alcanzado un puntito más de madurez a la hora de afrontar las carreras. Este año no parecía estar en la mejor forma, superado por Lobato en Andalucía aunque con una gran victoria en el Tour de Dubai, en un final en repecho. De entre los favoritos, quizás era el que menos opciones tenía en la previa pero su victoria es fruto de eso: no se mostró en exceso ni antes ni durante la Milán-San Remo y acabó rematando contrapronóstico, superando a otros que partían con más opciones como Alexander Kristoff o Peter Sagan.

"Ganar en Via Roma es un sueño que se convierte en realidad"

"Esto es increíble", anunciaba eufórico el alemán al final de la carrera. Lo había conseguido. Había emulado a los grandes, a uno de sus ídolos como Óscar Freire, se había impuesto en el mítico final de San Remo. "Ganar en Via Roma, de nuevo esta llegada, es un sueño que se convierte en realidad", reconocía orgulloso. La clave de su victoria: pasar desapercibido y sin gastar en exceso durante la larga prueba. "Se trataba de guardar, guardar y guardar para no llegar con el depósito vacío a Via Roma", explicaba Degenkolb sobre su estrategia. Y es que es una carrera de fondo, muy dura, tanto por la longitud como por el tiempo y saber ahorrar energía y manetenerse alejado de la tensión son factores clave. "Es el truco, diría yo", apostillaba el alemán explicando cómo había planteado la carrera.

El ciclista de Giant-Alpecin es uno de los velocistas que mejor pasa las cotas, ha sabido prepararse para ser algo más que un simple velocista y ser candidato a casi todo durante la temporada. A pesar de ello, Degenkolb admitía que sufrió en el Poggio, donde Tom Dumoulin hizo un gran trabajo en su favor: "Me las arreglé para situarme en una buena posición en la cima del Poggio y evitar las caídas. Después, en los dos últimos kilómetros, se trataba de luchar por la posición y confiar en tu instinto".

"Pensaba que no sería capaz de batir a Kristoff en el sprint"

Al igual que Degenkolb puede ser uno de los velocistas que mejor pasa las cotas, el adoquín o las dificultades varias, también hay que admitir su inferior velocidad punta sobre otros como Kristoff, Cavendish o su compañero Kittel. En la recta de meta, el alemán se aprovechó la mala estrategia de Kristoff. "Cincuenta metros antes de la línea pensé que definitivamente no sería capaz de batir a Alex (Kristoff) en el sprint porque empezó muy rápido. Pero el sprint se le hizo demasiado largo", explicaba Degenkolb. El alemán partió de una muy buena posición en la llegada, en una segunda línea, pero aprovechó el exceso de confianza del noruego, se abrió paso por el centro, cabezada a cabezada, para acabar cogiendo la delantera e imponiéndose en meta.

"Es una victoria que me ha costado cinco años. Este es el momento más hermoso de mi carrera", manifestaba con una sonrisa de oreja a oreja. Y es que Degenkolb fue una de las grandes decepciones del año pasado, cuando acabó fuera de la pelea, en un grupo muy secundario. El año pasado acabó entre lágrimas de tristeza pero este año el llanto era de emoción, como él mismo reconocía. "No fue fácil de olvidar", añadía. Aunque el ciclista de Giant-Alpecin buscó el lado bueno a su mala Milán-San Remo en 2014: "La experiencia es muy importante y también madurar debido a decepciones, como la mía el año pasado".

"Es el momento más hermoso de mi carrera"

Puede que Degenkolb no haya cuajado el mejor inicio de campaña, no ha brillado en exceso y se ha quedado sin victorias en pruebas como la Vuelta a Andalucía o París-Niza, pero ha estado escondido, agazapado, preparándose a conciencia para la Classicissima. La tenía entre ojo y ojo y no ha parado hasta conseguirla: "Me preparé muy bien en el invierno. Sentí que mi forma era buena y me centré al cien por cien en la preparación para la Milán-San Remo".

Como velocista puro siempre ha partido en desventaja. En llegadas planas, en donde la técnica o la potencia tienen menor relevancia en auge de la velocidad punta es inferior a otros como su compañero Kittel o Cavendish pero en carreras duras, es capaz de soportar el mal tiempo, el frío, la lluvia y de superar las adversidades del terreno, tales como el adoquín o las cotas. Un velocista completo. ¿Cuál será su apuesta para el futuro? Puede convertirse en uno de los grandes clasicómanos y, aunque éxitos no le van a faltar, algunas victorias tienen más valor que otras. Milán-San Remo lo tiene. El pilar de todo gran clasicómano, el primer Monumento. El pilar de una carrera de éxitos primaverales.

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Sobre el autor
Adrián González Blanco
Comunicación audiovisual. Coordinador y redactor de la sección del Racing, Rallys y Ciclismo y redactor en Betis VAVEL.